Este martes el Kremlin aseguró que Ucrania había utilizado contra Rusia los ATACMS, unos misiles de largo alcance de fabricación estadounidense. Un día después Kiev traspasó otra barrera, lanzando los misiles británicos Storm Shadow (que hasta ahora solo habían utilizado dentro de sus fronteras) en territorio ruso. Son dos circunstancias que, en los mil días que llevamos de guerra, no habían sucedido hasta ahora. Lo que demuestra que Occidente está enviado una señal clara a Putin, que pone a la región en riesgo de sufrir una nueva escalada de tensión.
El lunes, un día antes del ataque, The Washington Post y The New York Times informaron de que el presidente de EE.UU, Joe Biden, había autorizado que el ejército ucraniano usara los ATACMS contra Rusia. Se trata de un cambio de postura significativo del país americano, que después de negarse durante meses finalmente se ha plegado a las demandas de Kiev, que les había pedido en numerosas ocasiones luz verde para utilizar estas armas contra el enemigo.
La decisión de la Casa Blanca ha sido polémica, y más teniendo en cuenta que se ha producido dos meses antes de que Donald Trump acceda a la presidencia. El republicano ya ha dejado caer que EE.UU podría presionar a Ucrania para alcanzar una tregua con Rusia, a la par que ha mostrado dudas sobre el continuo apoyo que Biden ha estado otorgando al gobierno de Volodimir Zelenski. Sin embargo, los diarios estadounidenses deslizaban que el visto bueno para utilizar los misiles ATACMS se trataba de una respuesta a la decisión de Putin de meter en el conflicto a tropas norcoreanas.
Esa razón parece estar detrás también de la utilización de los Storm Shadows por parte de Ucrania. Según el Financial Times su uso se discutió esta misma semana en conversaciones informales entre funcionarios occidentales durante la cumbre del G20 en Río de Janeiro, con la idea de enviar un mensaje claro sobre los soldados norcoreanos que han sido desplegados recientemente para ayudar a las fuerzas rusas. Finalmente Reino Unido también ha permitido su uso en territorio ruso, una decisión que a principios de esta semana adelantó The Guardian.
Antes de viajar al encuentro en Brasil, el primer ministro británico, Keir Starmer, dijo que la comunidad internacional tenía que "redoblar" su apoyo a Kiev, señalando el despliegue de tropas norcoreanas como una grave escalada. "No podemos permitir que Putin gane. Creo que eso sería extremadamente malo para la seguridad en Europa, y creo que el elemento norcoreano será extremadamente malo para la seguridad en el Indo-Pacífico", aseveró.
¿Cómo son los misiles ATACMS?
El Sistema de Misiles Tácticos del Ejército (ATACMS, por sus siglas en inglés) es un sistema de armas de artillería tierra-tierra convencional, capaz de alcanzar objetivos que se encuentran muy por encima del alcance de los cañones, cohetes y otros misiles del Ejército. Se disparan desde las plataformas HIMARS y MLRS M270.
Los proyectiles son de largo alcance -hasta 300 kilómetros- y están guiados por un GPS incorporado, que tiene un margen de error de unos diez metros. Están fabricados por la empresa estadounidense Lockheed Martin, miden cuatro metros de largo y pueden pesar más de dos toneladas.
En la propia web de la compañía desarrolladora se recoge que "el ATACMS es un misil guiado de largo alcance que proporciona a los comandantes la potencia de fuego inmediata para dar forma al espacio de batalla. Cuenta con un paquete de orientación mejorado con Sistema de Posicionamiento Global y una ojiva de fragmentación explosiva de clase WDU18 de 500 libras (unos 227 kg).
Estos proyectiles cuentan con varias particularidades. Por un lado vuelan a una altura mucho mayor que la mayoría de cohetes convencionales e impactan contra el suelo a una velocidad muy alta, lo que hace que puedan esquivar las defensas enemigas. Pero por otro, aunque se los cataloga como misiles de largo alcance (y, efectivamente, pueden llegar más lejos en Rusia que cualquier otro proyectil utilizado hasta ahora por Kiev) no pueden viajar tan lejos como un misil de crucero o un misil balístico intercontinental.
The New York Times afirmó que fueron desarrollados en la década de 1980 para destruir objetivos soviéticos de gran valor en lo más profundo de las líneas enemigas, y que en la actualidad el Pentágono tiene dos versiones del ATACMS en su inventario: un arma de racimo y otra que lleva una sola carga explosiva.
Características de los Storm Shadow
El Storm Shadow (conocido en Francia como Scalp) es un misil de crucero anglo-francés con un alcance máximo de unos 250 km. De acuerdo con la BBC, Gran Bretaña y Francia ya han enviado estos misiles a Ucrania, pero le habían dejado claro a Zelenski que su uso estaba retringido al interior del territorio ucraniano.
Estos proyectiles se lanzan desde aviones y vuelan una velocidad cercana a la del sonido antes de caer y detonar su ojiva de alto poder explosivo. Se considera que son un arma ideal para penetrar búnkeres reforzados y depósitos de municiones, como los utilizados por Rusia en su guerra contra Ucrania. Pero son caros: cada misil cuesta casi un millón de dólares (£767.000), por lo que tienden a ser lanzados como parte de una ráfaga cuidadosamente planificada de drones mucho más baratos, enviados por delante para confundir y agotar las defensas aéreas del enemigo.
"El Storm Shadow es un arma de ataque profundo, convencional, de largo alcance y lanzada desde el aire, diseñada para satisfacer los exigentes requisitos de ataques planificados previamente contra objetivos fijos o estacionarios de alto valor. Capaz de operar en condiciones extremas, el arma ofrece a los operadores una capacidad de ataque profundo altamente flexible basada en un sofisticado sistema de planificación de misiones", aseguran desde MBDA, fabricante de los proyectiles.
Según explican, se puso en servicio con la Real Fuerza Aérea Británica y la Fuerza Aérea Francesa en 2003 y se utilizó en el Golfo, Irak y Libia. El arma está ahora en servicio en otras tres naciones, lo que le otorga una capacidad de ataque en profundidad "sin igual". Los Storm Shadow se operan desde multitud de aviones de combate, como el Tornado, el Rafale, el Mirage 2000 y, en el futuro, desde el Eurofighter Typhoon.
Hasta el momento se habían utilizado con gran éxito, alcanzando el cuartel general naval ruso en el Mar Negro, en Sebastopol, y provocando problemas al ejército de Putin en toda Crimea. Pero el ejército Ucraniano se había tenido que contentar con usar drones de largo alcance de fabricación nacional para atacar Moscú, según The Guardian, aunque sus operaciones estaban teniendo cada vez más éxito.
El motivo de la luz verde de Occidente
Zelenski lleva insistiendo a Occidente que les permita utilizar misiles como estos desde el principio de la guerra. En ese sentido, The Guardian recuerda que el presidente ucraniano se ha mostrado convencido de que este tipo de armas son cruciales para las capacidades de su país de lanzar unas contraofensivas más amplias, aunque ha aclarado en repetidas veces que no tiene planes de atacar ciudades rusas ni a civiles con estos proyectiles.
El año pasado EE.UU suministró ATACMS a Ucrania, aunque no ha sido hasta esta semana cuando les han dado su aprobación para utilizarlos. Biden se lo ha estado pensando mucho porque temía que la respuesta de Putin pudiera provocar una nueva escalada. Llegó a decir, incluso, que estaban intentando "evitar la Tercera Guerra Mundial". Aunque desde el Pentágono algunos funcionarios filtraron que otra razón de peso para negarse era la limitación de los suministros.
El cambio de postura de la Casa Blanca ha estado motivado por la situación que se está viviendo en Briansk, una localidad rusa situada a 150 kilómetros de la frontera con Ucrania. Cerca de allí Putin ha reunido a unos 50.000 solados, incluidos unos 10.000 norcoreanos, perpetrados de artillería pesada y sistemas de cohetes enviados por Pyongyang. Se espera que Ucrania utilice estas nuevas armas para controlar la situación en esa zona, que tiene unos 1.000 kilómetros cuadrados y está de momento bajo su control. Aunque se desconoce el número exacto de este tipo de misiles con los que cuentan, y la ofensiva rusa parece inminente.
"Los misiles podrían atacar depósitos de armas y municiones, líneas de suministro y bases militares rusas, lo que daría un respiro a las tropas ucranianas en el frente. Sin embargo, los ataques aéreos no se consideran una solución milagrosa y las fuerzas rusas ya han ido ganando terreno en el este del país. El gran problema de Ucrania es que necesita tropas urgentemente, ya que Kiev está teniendo dificultades para movilizar a más gente para que se una a la guerra", detallaron desde The Guardian.
En esa línea, el medio británico recordó que Biden ha permitido gradualmente que Kiev utilice armamento más avanzado y de mayor alcance. Al comienzo de la guerra, autorizó el uso del Sistema de Artillería de Cohetes de Alta Movilidad (Himars), que puede alcanzar objetivos a una distancia de hasta 80 kilómetros. Y en los últimos dos meses ya se había especulado con que Ucrania podría haber recibido una autorización similar para utilizar misiles Storm Shadow suministrados por Occidente contra fuerzas rusas dentro de Rusia. Algo que ahora se ha confirmado.
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