Desde que existe la Quinta República, en 1958, es la primera vez que Francia podría quedarse sin presupuesto. El primer ministro, Michel Barnier, está atravesando serias dificultades para conseguir cuadrar las cuentas con los apoyos suficientes en la Asamblea Nacional. El gobierno de Barnier no tiene mayoría y el bloque de izquierdas rechaza sus recortes. A su vez, la líder de Agrupación Nacional, Marine Le Pen, se niega a todo lo que implique que los franceses pierdan nivel adquisitivo. Si hay un cierre de las arcas, se verían afectados unos seis millones de funcionarios. Y la crisis política será excepcional ya que no puede haber elecciones hasta el verano.

Tras reunirse con el primer ministro, Michel Barnier, la líder de la extrema derecha francesa, Marine Le Pen, dijo el lunes que podría hacer caer el gobierno en minoría de Francia a finales de año a menos que se introduzcan cambios en el proyecto de ley de presupuestos del país. Le Pen anunció que su partido presentará una moción de confianza si el proyecto de ley "se queda como está". Sus líneas rojas son claras: rechaza una subida de los impuestos sobre la electricidad y demanda que haya un incremento de las pensiones estatales en enero.

Le Pen presiona a Barnier

Mientras tanto, Marine Le Pen afronta un juicio por presunta malversación de fondos de la Unión Europea. Los fiscales ha pedido dos años de prisión y cinco de inhabilitación. Si es condenada, no podría presentarse a las presidenciales de 2027, cuando se acaba el segundo mandato de Emmanuel Macron. Si se ve contra las cuerdas, es posible que Marine Le Pen fuerce la máquina contra el gobierno de Barnier, que está en sus manos.

En las elecciones legislativas, que convocó de forma anticipada el presidente Macron tras un resultados sorprendente en las europeas en favor de Agrupación Nacional, la Asamblea Nacional resultó dividida en tres bloques (el Nuevo Frente Popular, que fue el más votado, Agrupación Nacional y los aliados centristas de Macron). Sin embargo, ninguno tuvo mayoría absoluta. No obstante, Macron dilató la designación del primer ministro y finalmente descartó que fuera de la izquierda. Eligió a Michel Barnier, un conservador que había sido negociador de la UE para el Brexit, y que fue el único al que estuvo dispuesta a respaldar Marine Le Pen.

Hacia una infeliz Navidad

El gabinete de Barnier está compuesto en su mayoría por miembros de su partido Los Republicanos y centristas de la alianza del presidente Emmanuel Macron. En total cuentan con 210 legisladores de un total de 577. Está en manos de Agrupación Nacional, ya que el Nuevo Frente Popular rechaza darles su apoyo.

En octubre el gobierno francés sobrevivió a una moción de censura de la coalición de izquierdas, gracias a la abstención de la ultraderechista Agrupación Nacional.

Francia se enfrenta a la presión de la UE para que reduzca su deuda, pero los ajustes exigen consensos que el gobierno no tiene. El proyecto de presupuesto francés para el próximo año debe aprobarse antes del 21 de diciembre.

Barnier había anunciado un ahorro de 60.000 millones de euros en comparación con el año en curso para reducir el déficit presupuestario al 5% desde el 6% actual. Sin embargo, bajo la presión de sus propios ministros, hizo una serie de concesiones, por lo que ahora el proyecto es mucho menos ambicioso.

Una deriva que afectará a la UE

Si Marine Le Pen cumple su amenaza y no apoya los presupuestos, el gabinete de Barnier se derrumbará. El país no tendrá presupuesto ni gobierno. La crisis será aún mayor porque Macron no tiene derecho a disolver el parlamento antes del próximo verano. Esta será la primera vez en la Quinta República que se producirá una situación así.

El proyecto de presupuesto propuesto por Barnier ya ha sido rechazado por la Cámara de Diputados. Sin embargo, si el proyecto de ley es aprobado por el Senado (donde la derecha moderada tiene mayoría), volverá a la Cámara Baja el 20 de diciembre. Barnier utilizará aquí la solución contenida en el artículo 49.3 de la Constitución, según la cual los diputados no pueden modificar el proyecto, pero sí aceptarlo o rechazarlo en su totalidad. Al mismo tiempo se realizará un voto de confianza al gobierno.

Otra medida de los problemas de Francia es que los inversores exigen una prima de riesgo cada vez más alta para comprar deuda francesa. El rendimiento de los instrumentos de deuda de la República a 10 años ha aumentado hasta el 3,046 por ciento, casi 0,8 puntos porcentuales más que el rendimiento de los mismos instrumentos alemanes. Sin embargo, los inversores ya creen que España, donde el indicador en cuestión es del 2,97 por ciento, es un país más fiable. Otro problema es la elevada deuda pública (110 por ciento del PIB).

Aparte de la dinámica política, la escasa competitividad del país es la raíz del problema. Goldman Sachs predice que el próximo año su renta nacional aumentará sólo un 0,7%. A su vez, la Comisión Europea prevé que tras un ligero descenso el próximo año, el déficit presupuestario del país volverá a aumentar en 2026. Este será el único caso de este tipo entre los 27 países de la UE.

Si tal escenario llegara a producirse realmente, marcaría el fatídico final del Gobierno de Emmanuel Macron. El presidente llegó al poder en mayo de 2017 anunciando que sanearía las finanzas del país. Sin embargo, puede que la deriva de Francia arrastre al euro. Un legado para la historia.