Las señales que lleva lanzando Putin desde la elección de Trump el pasado 5 de noviembre eran llamativas. No encajaban con esa supuesta inclinación del presidente electo a abandonar a Ucrania a su suerte. De la primera conversación entre Putin y Trump, tras la victoria del republicano, se sabe que el mensaje fue claro desde Washington: no rotundo a una escalada. Y Putin hizo lo contrario. Ahora la designación del general retirado Keith Kellogg como enviado para Ucrania y Rusia va en esa línea: Trump no va a abandonar a Ucrania.
Miles de soldados norcoreanos están combatiendo a los ucranianos en las región rusa de Kursk. La ayuda que recibe Putin de Pyongyang en forma de munición se quedaba escasa y ha recurrido a sus militares, que son carne de cañón como antes lo fueron los mercenarios de Wagner. Con la intervención directa de Corea del Norte en el campo de batalla, el presidente de EEUU, Joe Biden, dio un paso al frente y permitió el uso de misiles ATACMS en suelo ruso. Y una decisión así dudosamente la adopta un presidente saliente sin hablar con su sucesor. The National Interest apunta que lo hablaron en su encuentro del 13 de noviembre.
Trump habría considerado que si finalmente se llega a una mesa de negociación hay que hacerlo en las mejores condiciones, así que si escala Putin hay que doblar la apuesta. Británicos y franceses también han dado luz verde al uso de Storm Shadow y Scalp en suelo ruso.
Sorprendió también que en la televisión oficial rusa se difundieran imágenes de Melania Trump, de nuevo primera dama a partir del 20 de enero próximo, semidesnuda. Eran imágenes antiguas, de sus tiempos de modelo, pero no podrían haberse divulgado sin el consentimiento de Putin. No parecía una señal amistosa sino un vapuleo en el pecho de macho alfa a macho alfa. Es otro indicio de que entre Trump y Putin no iba a ir todo sobre ruedas.
Optimismo cauteloso en Ucrania
Y así llegamos a la designación del general retirado Keith Kellogg, quien fuera asesor del vicepresidente Mike Pence en el primer mandato de Trump, como enviado para Ucrania y Rusia, una figura que no existe en la Administración de Biden. Ha llevado todo el peso el jefe de la diplomacia, Antony Blinken. El anuncio tuvo lugar el miércoles y al día siguiente Rusia dejaba sin electricidad a un millón de personas por los ataques contra infraestructuras críticas en el oeste del país. El Kremlin va a mostrar músculo para tener una posición de fuerza en caso de que se siente a negociar.
El nombramiento de Kellogg ha sido recibido con cauteloso optimismo en Ucrania. En una entrevista la semana pasada en Fox News, Kellogg dijo que Biden había hecho bien al aprobar el uso de misiles de largo alcance en suelo de Rusia, después de meses de negarse a hacerlo. Y añadía que eso daría a Trump más opciones. Es curioso que Trump no ha dicho nada sobre la decisión de Biden. Y si estuviera en desacuerdo lo habría manifestado.
Tras una reciente visita a Ucrania, Kellogg decía en la Fox, el canal favorito de Trump, que la forma de acabar la guerra es que los rusos se vayan de Ucrania, incluido el Donbás y Crimea, lo que llevaría a la caída de Putin. "No creo que vaya a haber negociaciones". Señalaba que los ucranianos están dispuestos a luchar hasta el final, y que están muy comprometidos con la defensa de su soberanía. Ve a las dos partes dispuestas a luchar hasta lograr sus objetivos. "Si Ucrania resiste, será clave para el futuro de Europa", añade.
Feroz con la Administración Biden
En un artículo de abril pasado, publicado en el America First Policy Institute, Kellogg se mostraba muy crítico con la política de Biden en Ucrania. Ahí sí que se inclina por forzar a las dos partes a sentarse a negociar, y presionar a Kiev con la ayuda militar.
En el texto, firmado con el experto Fred Fleitz, Kellogg argumenta que, en primer lugar, la Administración de Biden debería haber evitado que estallara la guerra, pero una vez que tuvo lugar la agresión rusa, tendría que haber sido mucho más ágil a la hora de aportar armas a los ucranianos. Era el momento de darles lo mejor en armamento para que hubieran derrotado a los rusos.
Sostiene que, como esto no ha sucedido, el conflicto ha derivado en un enfrentamiento de desgaste. Es un escenario malo para EEUU porque empuja a Rusia en los brazos de China y así se genera un bloque de Estados autoritarios con Irán y Corea del Norte frente a Occidente. A su juicio, impide a Washington concentrarse en su pulso co Pekín.
En ese momento, Kellogg planteaba que se ofreciera a Putin que Ucrania se quedara fuera de la OTAN durante mucho tiempo así como levantar sanciones a Rusia, y para presionar a Ucrania condicionaría su apoyo militar a que se sentaran a negociar. Sin embargo, defiende que incluso después de un eventual acuerdo la ayuda militar estadounidense a Kiev tendrá que seguir fluyendo para que el Kremlin no pueda reanudar su ofensiva contra Ucrania. También anuncia que los ucranianos deberán obtener garantías bilaterales de paz, sin entrar en detalles, como parte del acuerdo de paz. De esta manera, el mensaje de Trump a Putin está claro: no va a abandonar a los ucranianos.
Esta visión es complementada por el nuevo asesor de seguridad Mike Waltz quien ha dicho que los costes del mantenimiento de la paz tendrán que ser sufragados en su inmensa mayoría por Europa. Hasta ahora, el 60% de la ayuda a Ucrania ha recaído sobre los hombros de los aliados europeos de la OTAN, y Estados Unidos ha cubierto el resto. Ahora, la parte de Europa se elevaría al 80%.
Quien fuera enviado para Ucrania en el primer mandato de Trump, Kurt Volker, así lo explicaba a El Independiente en una entrevista reciente. "Trump habla en serio sobre poner fin a la guerra lo antes posible. Cree que si Putin toma el control de Ucrania, o si el conflicto se extiende a los países vecinos, Estados Unidos tendrá que intervenir. Y él no quiere eso. Tampoco quiere que la gente siga sufriendo", decía Volker, quien añadía que Trump amenazará con armas a Ucrania hasta los dientes si Putin se cerraba en banda.
Putin está cerrado en banda
Pero Putin no ha dado señales de estar dispuesto a hacer concesiones. Sigue contando con el sometimiento total de Ucrania mediante el compromiso de Kiev no sólo de no entrar en la OTAN, sino también de no aceptar una misión de mantenimiento de la paz occidental. Francia ha puesto sobre la mesa esta opción y ha sondeado a británicos y polacos. Esas exigencias serían humillantes para Trump.
Cada vez hay más indicios de que el presidente electo ha decidido endurecer su rumbo hacia Moscú en esta situación y solo entablar negociaciones cuando el Kremlin esté dispuesto a hacer concesiones. Mientras tanto, se está intensificando la presión sobre Putin con decisiones como el uso de misiles de largo alcance o más sanciones. El rublo ha perdido más del 10% de su valor con respecto al dólar desde que fue elegido Trump.
A su vez, los europeos, con el impulso de Polonia, están demostrando que apoyar a Ucrania es una cuestión de seguridad nacional. Bálticos, nórdicos y Polonia han defendido en su reciente cumbre que Ucrania debería ser invitada a la OTAN lo antes posible, como reza el Plan de la Victoria del presidente Zelenski. Son países muy comprometidos con la defensa que cumplen con creces con los mínimos marcados por la Alianza Atlántica.
El mensaje de esta Europa comprometida, no solo con palabras sino también con hechos, con Ucrania ha de llegar a Trump. Putin solo cederá si ve que enfrente tiene a potencias sin miedo. Como dijo Tusk en Harpsund, "si Europa está unida, Rusia no tiene nada que hacer. Rusia es un enano un enano tecnológico, financiero y económico en relación con Europa. Los tiempos del miedo han de llegar a su fin".
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