"Turquía no interviene en los combates que tienen lugar en Alepo. Se están tomando precauciones. No lanzaremos ninguna acción que pueda desencadenar una nueva ola migratoria", aseguró el pasado sábado Hakan Fidan, ministro de exteriores turco. La escalada del conflicto en Siria esta última semana ha coincidido con un período en el que Turquía reclamó a Rusia e Irán que cambiasen el rumbo de una guerra civil estancada durante los últimos cuatro años.

A juicio de Valeria Giannota, experta en política y relaciones internacionales de Turquía, "la dinámica actual en la que la oposición está ganando terreno en Alepo, definitivamente no está alimentada por Turquía, aunque no se oponga a ello".

Mapa del control del territorio sirio

La delicada relación turco-siria

El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, ha sido un ferviente partidario de la oposición siria en contra del presidente sirio Bashar Asad. Ankara rompió lazos lazos con el régimen sirio en 2011 y respaldó el movimiento de protesta que buscaba derrocar Asad. Mientras Damasco respondía a las protestas con severa represión y brutalidad, Turquía se convirtió en un salvavidas para la oposición siria, proporcionando una base para figuras militares y políticas.

Sin embargo, en los últimos años, Turquía ha mostrado interés en un acercamiento con Damasco, en mitad de una rehabilitación internacional del líder sirio. La presión interna para gestionar la crisis de refugiados sirios y la necesidad de estabilizar las regiones fronterizas ha impulsado este deseo de Erdogan. Esta tentativa de restablecer lazos está siendo mediada por Rusia y se halla condicionada por los intereses estratégicos de ambas partes.

La influencia regional de Turquía

Durante las fases iniciales de la guerra siria, Ankara vio el conflicto como una oportunidad para actuar como intermediario y así expandir su influencia política en la región. Pero la estrategia de Ankara en Siria chocó directamente con Irán y Rusia cuando Turquía comenzó a proporcionar entrenamiento, material y apoyo logístico a varios grupos de oposición que luchaban sobre el terreno contra el régimen de Assad, principalmente el Ejército Sirio Libre (FSA).

En este contexto, las conversaciones trilaterales contribuyeron a cambiar la política turca en Siria, que pasó de apoyar, fundamentalmente, a los suníes, que estaban perdiendo el poder en Siria, a cooperar con Moscú y Teherán, valedores de los chiíes y la élite gobernante en Damasco. Por otro lado, la estrategia de Asad hacia los kurdos en Siria ha consistido, desde el comienzo de la guerra, en evitar la confrontación con ellos. Esto fortaleció significativamente a los grupos kurdos, permitiéndoles crear un espacio para construir alianzas estratégicas y desplazó gradualmente el enfoque de Ankara del régimen de Asad, convirtiendo a los kurdos sirios en su principal enemigo y la prioridad en su política exterior.

Turquía lanzó la Operación Escudo de Eufrates en agosto de 2016 para "prevenir amenazas de Siria", seguida de las operaciones de Rama de Olivo, Primavera de la Paz y Escudo de la Paz. En virtud de estas operaciones, las Fuerzas Armadas Turcas disponen de soldados en ciudades del norte de Siria como Idlib, Jarablus, Al Bab, Azez, Tel Abyad. Con su presencia militar en el norte de Siria, Turquía pretende preservar esta influencia territorial.

Rebeldes sirios sentados en la parte trasera de un camión que circula por Alepo | EFE

Por lo tanto, la cuestión kurda se ha convertido en una línea roja que no debe cruzarse, como el presidente, el ministro de Asuntos Exteriores y otros funcionarios de alto rango han dicho repetidamente. El riesgo de que una entidad kurda emerja a lo largo de su frontera ha cambiado las prioridades de Turquía de una política anti-Asad –que resultó ser insostenible a medida que Assad seguía ganando territorio– a una política antikurda. La ubicación estratégica en el norte de Siria permite a Turquía "impedir un nuevo flujo de refugiados hacia el norte desde la región de Idlib y frenar la presencia y el control de las YPG", subraya Berkay Mandıracı, analista senior en el International Crisis Group.

Mantener las fuerzas kurdas a raya

Turquía se ha convertido en el hogar de 3,6 millones de refugiados sirios registrados y también ha estado involucrada militarmente en áreas a lo largo de la frontera, principalmente enfocada en atacar a las Unidades de Defensa del Pueblo (YPG). Turquía considera al YPG como un ala siria del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK, por sus siglas en turco), una organización que ha luchado contra el Estado turco durante décadas y está considerado como un grupo “terrorista” en Turquía, Estados Unidos y la Unión Europea. "Debemos observar cómo afectará esta dinámica a las YPG o grupos kurdos, que representan una amenaza para Turquía. Si ganan terreno, es evidente que a Turquía y a sus representantes les interesaría seguir interviniendo", advierte Valeria.

"La implicación de Turquía en Siria es principalmente por temas de seguridad. Comparten 915 kilómetros de frontera por la que han cruzado millones de sirios y temen que el terrorismo cruce a su territorio", apunta Ahmad Al Rahal, general de brigada desertor del régimen de Asad. Pero sus socios locales a menudo han sido grupos antigubernamentales sirios, y la presencia del ejército turco en las áreas fronterizas ha proporcionado seguridad contra el ataque de las fuerzas del gobierno sirio.

Cauces abiertos con Irán

Hakan Fidan y su homólogo iraní Abás Araqchí se reunieron este lunes en Ankara para evaluar la situación en Siria. "Intentar explicar con intervenciones extranjeras lo que sucede allí resulta erróneo. No resolver los problemas internos en los últimos años fue un error", dijo Fidan tras la reunión con Araqchí. "El régimen (de Bashar Asad) cometió un error. Los últimos sucesos muestran de nuevo que Damasco debe reconciliarse con su pueblo y la oposición. Ofrecemos todo nuestro apoyo a esto", insistió.

El ministro turco de Asuntos Exteriores, Hakan Fidan, y su homólogo iraní, Abbas Araghchi, asisten a una rueda de prensa tras su reunión en Ankara | EF

La reciente escalada ha dejado al descubierto la vulnerabilidad y las limitadas capacidades del régimen sirio. "Los inesperados avances rebeldes en Alepo y más allá también se produjeron en un momento en el que los principales baluartes del régimen, Rusia, Irán y sus apoderados, han estado empantanados en otros escenarios de conflicto", concluye Berkay.