Emmanuel Macron apartará este sábado durante unas horas sus preocupaciones terrenales para mirar al cielo. El presidente de Francia será el anfitrión de la reinauguración de Notre-Dame, que vuelve a abrir sus puertas tras una restauración a contrarreloj, apenas cinco años después del incendio en el que la catedral quedó parcialmente destruida.

Asisten al menos 35 jefes de Estado y de Gobierno, entre ellos el presidente electo de EEUU, Donald Trump, en su primer viaje al exterior tras su victoria el 5 de noviembre, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier. Ante ellos Macron tomará la palabra en un tono "espiritual, histórico y con vocación universal", según fuentes del Elíseo.

Será su momento después de unas semanas frenéticas, que aún no han terminado. El miércoles, justo cuando regresaba de un viaje oficial a Arabia Saudí, caía el gobierno encabezado por Michel Barnier en la primera moción de censura exitosa desde 1962. El ex negociador del Brexit, de las filas conservadoras de Los Republicanos, se convertía en el primer ministro más breve de la Historia.

Objetivo: derribar a Macron

Los diputados de Agrupación Nacional, liderados por Marine Le Pen, se sumaban a la moción de censura planteada por el Nuevo Frente Popular, que aúna a la Francia Insumisa de Jean-Luc Mélenchon, los socialistas, ecologistas y comunistas. La excusa era el rechazo a los presupuestos de la Seguridad Social, pero en realidad a quien apunta la ultraderecha y la ultraizquierda es a Emmanuel Macron.

Mélenchon lo dice explícitamente: exige la renuncia de Macron, al que responsabiliza de la parálisis política que vive Francia. Le Pen lo insinúa sutilmente, pero lo desea tanto cocmo Mélenchon.

Sin embargo, el presidente francés, en su alocución el jueves por la noche, fue claro: va a cumplir los cinco años de su segundo mandato. Macron responsabilizó a la extrema izquierda y la extrema derecha del caos político y apeló a las fuerzas políticas a crear un frente republicano. Para conseguir un gobierno de consenso Macron necesita sumar a los centristas y conservadores a los socialistas, que hasta ahora se mantienen leales al Nuevo Frente Popular, aunque no descartan participar en el gobierno.

Los socialistas, clave

Hay señales que permiten albergar cierta esperanza. Los socialistas sí se han reunido con Macron. El socialista Oliver Faure, tras un encuentro de hora y media con Macron, ha dicho que los socialistas no participarán en un gobierno encabezado por la derecha. Entre los nombres que más suenan de las filas socialistas está el ex primer ministro Bernard Cazeneuve. La ex ministra de Transición Ecológica Ségolène Royal se ha ofrecido pero no figura en las quinielas.

También ha confirmado que el presidente llamará al Elíseo a representantes ecologistas, comunistas y de Francia Insumisa. Los ecologistas han dicho que contestarán el sábado si conversan con el presidente.

"El gobierno de coalición podría funcionar si se logra sumar a los socialistas al bloque que apoyaba a Michel Barnier. El primer ministro tendría que ser socialista así como varios ministros socialistas. Incluso tengo en mente un nombre que no ha sonado. Se trata de Valérie Rabault, que fue presidenta de la Asamblea Nacional", indica a El Independiente el diputado Stephane Vojetta, independiente desde que los macronistas decidieron apostar por Manuel Valls en la primavera de 2022 para la circunscripción de franceses en el exterior que comprende España. Vojetta reside en Madrid desde hace dos décadas.

Hay un punto de fricción relevante con los socialistas, además de su exigencia de que el primer ministro no provenga de la derecha como era el caso de Barnier, y se trata de la reforma de las pensiones. Para la izquierda es fundamental que Macron retire la reforma, pero los centristas y los conservadores la defienden e incluso irían más allá. "Es un tema trascendental que solo se puede decidir en una elección presidencial. Si se genera una plataforma de gobierno de coalición, tendrá que apartarse el tema de las pensiones. En 2027 la izquierda puede presentar un candidato con una propuesta clara sobre la reforma de las pensiones", apunta el diputado.

577 dimisiones

En el caso de que no fuera posible el acuerdo con los socialistas Vojetta solo ve otra salida para evitar que el nuevo primer ministro tenga el mismo destino que Michel Banier. Como no pueden celebrarse elecciones hasta septiembre de 2025, ya que ya se celebraron elecciones legislativas en julio (segunda vuelta) del año pasado, Vojetta propone la autodisolución de la Asamblea Nacional.

"Hay un bloqueo político. A no ser que el nuevo primer ministro esté respaldado por una coalición de centristas y conservadores que sume a los socialistas, estaría condenado a caer en poco tiempo. Hay una opción: la dimisión individual de los 577 diputados. Es posible desde el punto de vista constitucional. Habría que plantear 577 elecciones en las 577 circunscripciones. No es fácil porque habría que convencer a los 577 de renunciar a su cargo. Se arriesgan a perderlo, pero los jefes de los grupos parlamentarios podrían intentarlo en caso de que el bloqueo se mantenga dentro de un mes", añade Vojetta, quien reconoce que la Asamblea Nacional, tal y como está no puede legislar.

El problema, según comenta el periodista Abel Mestre, responsable de política de Le Monde, es que 577 franceses difícilmente van a ponerse de acuerdo. "Siempre habría uno que se descolgaría. No lo veo factible".

Lo que descarta Vojetta es la dimisión de Macron. Entre otras cosas, el diputado destaca que no serviría para resolver el bloqueo en la Asamblea Nacional. "Hasta septiembre, con Macron o sin él, la Asamblea seguiría siendo inmanejable", concluye.

Los franceses, poco familiarizados con la cultura del consenso, se ven abocados a buscar el mínimo común denominador o seguir en el caos.