Desde su apertura en 1987 fue el icono de la aterradora represión que mantuvo en el poder a la familia Asad. El complejo penitenciario de Sednaya, en el extrarradio de Damasco, fue durante décadas un destino sin viaje de retorno posible. Miles de sirios desaparecieron en sus celdas. Miles de biografías se evaporaron entre sus muros, entre torturas y hacinamiento. Una fama atroz que le valió el apelativo de “matadero humano”, un auténtico campo de exterminio para la disidencia. El fortín se derrumbó el domingo al mismo tiempo que Asad huía de la capital y los rebeldes tomaban el control en un desenlace inesperado a 13 años de guerra civil. De su interior aparecieron presos de rostro demacrado y cuerpo esquelético que habían permanecido años apartados del mundo.
Desde entonces el árido páramo -ubicado cerca de la localidad cristiana de Sednaya, a unos 35 kilómetros al noroeste de Damasco- se ha convertido en un lugar de peregrinación para miles de familias y su desesperada búsqueda de los seres queridos que desaparecieron en su laberinto de celdas. La multitud ha deambulado durante días por su red de pasillos en busca de alguna pesquisa sobre el paradero de sus parientes y revisado los listados de presos que los carceleros dejaron intactas en mitad de la desbandada de las fuerzas de seguridad. Según la ONU, más de 100.000 sirios han desaparecido desde el inicio de las protestas en 2011. Muchos de ellos dieron con sus huesos en Sednaya. Entre 5.000 y 13.000 personas fueron ejecutadas, la mayoría en la horca, entre 2011 y 2015.
Operación de rescate en busca de pasadizos subterráneos
Tras días de búsquedas, el grupo de rescate sirio Cascos Blancos ha comunicado este martes que ha puesto fin a la búsqueda de presos en la prisión de Sednaya que se convirtió en símbolo de las peores atrocidades del régimen depuesto. Por su parte, la Asociación de Detenidos y Desaparecidos de la Prisión de Sednaya (ADMSP) confirmó este lunes “la liberación del último detenido de la prisión de Sednaya a las 11:00 am hora de Damasco”.
Desde el domingo han corrido por las redes vídeos que mostraban supuestamente un circuito cerrado de más celdas subterráneas e intentos de acceder a las secciones subterráneas de la prisión, pero la asociación ha negado ningún hallazgo de sótanos inaccesibles. “No es cierta la presencia de detenidos atrapados bajo tierra, y la información contenida en algunos informes de prensa es inexacta”, deslizó.
Sednaya, abarrotada desde el domingo por quienes peregrinan en busca de noticias y para conocer sus entrañas, tiene una superficie de 1,4 kilómetros cuadrados. Los esfuerzos para establecer la prisión comenzaron en 1978. El gobierno sirio confiscó entonces terrenos a propietarios locales y los asignó al ministerio de Defensa para levantar la prisión. Su construcción arrancó en 1981 y continuó hasta 1986, con la llegada del primer detenido en 1987.
Destino de miles de desaparecidos
Desde entonces se convirtió en el destino final de miles de disidentes sirios. Un auténtico fortín al que jamás accedió ninguna ONG y que permaneció bajo el férreo control de la policía militar y los servicios de inteligencia militar. Constaba de dos edificios principales, con capacidad para albergar a entre 10.000 y 20.000 presos. Los detenidos estaban segregados en función de su estatus. El edificio «blanco» albergaba a militares detenidos por delitos o faltas como asesinato, robo, corrupción o evasión del servicio militar obligatorio. El edificio «rojo» estaba destinado a los detenidos por motivos de seguridad: civiles y militares encarcelados «con el pretexto de las opiniones que expresaban, sus actividades políticas o acusaciones falsas de terrorismo», según la ADMSP.
En 2016 una investigación de Amnistía Internacional rompió el silencio y trató de quebrar el secreto que ha acompañado siempre a Sednaya. Reconstruyó la distribución especial de la cárcel a través de modelos 3D y el testimonio de ex presos. El informe reveló una “estructura diseñada para aislar y aterrorizar a los reclusos, con torturas sistemáticas y desapariciones forzadas habituales”. “En Sednaya no hay interrogatorios. La tortura no se utiliza para obtener información, sino aparentemente como forma de degradar, castigar y humillar. Los presos son objeto de ataques implacables, incapaces de 'confesar' para salvarse de más palizas”, resaltó la organización.
Cuando me llevaron dentro de la prisión, pude oler la tortura. Es un olor especial a humedad, sangre y sudor; es el olor de la tortura
“Cuando me llevaron dentro de la prisión, pude oler la tortura. Es un olor especial a humedad, sangre y sudor; es el olor de la tortura”, relató Salam, un abogado de Alepo que sobrevivió al infierno de Sednaya. Una retahíla de brutales torturas, condiciones inhumanas y muerte a escala industrial -a una media de 300 fallecimientos al mes, según estimaciones- que la organización internacional desveló a través del testimonio de 65 supervivientes. “En [los centros de los servicios de inteligencia] la tortura y las palizas eran para hacernos ‘confesar’. En Sednaya parecía que la finalidad era la muerte, alguna forma de selección natural, para librarse de los débiles en cuanto llegaban”, reconoce Omar, quien durante su presidio fue testigo de como dos hombres fueron obligados a desnudarse para que uno de ellos violara al otro.
Un legado de terror
Salam, en cambio, recordaba el castigo que padeció un entrenador de Kung Fu cuando llegó a oídos de los centinelas de la cárcel la noticia de que entrenaba a otros compañeros en su abarrotada celda. “Mataron enseguida a golpes al entrenador y a otros 5, y luego continuaron con los otros 14. Murieron todos en menos de una semana. Vi la sangre salir de la celda”, narró el letrado. En Sednaya incluso la llegada estaba marcada por el dolor. Sus futuros inquilinos eran trasladados en camiones bautizados como “frigoríficos de carne” y, al alcanzar el penal, padecían la sádica y rutinaria “fiesta de bienvenida”.
"Cuando llegamos a la cárcel, los guardias abrieron las puertas y comenzaron a gritarnos", revivió Jamal. "La 'fiesta de bienvenida' -agregó- arrancaba tan pronto como se abandonaba el vehículo y los pies tocaban el suelo. Mientras esperábamos nuestro turno, escuchamos el sonido de los golpes, de las personas que salen del camión y sus gritos. (…) Utilizan cables de plástico y metal, incluso cables eléctricos. Nos golpeaban absolutamente por todas partes, incluso en la cabeza”. Sednaya es la última parada: "O mueres o te liberan", apunta quien sobrevivió al terror que habita sus muros.
Las historias de los supervivientes son aterradoras. Hubo algunos que se salvaron de ejecuciones previstas para esta misma semana y otros que llevaban desde 2011 resistiendo entre sus muros
Durante las primeras semanas de encierro en Sednaya, los recién llegados eran confinados en celdas subterráneas, donde el frío duele en invierno. Luego, era trasladados a las estancias que se hallaban en la superficie. Les acompañaban la tortura, el hacinamiento y la falta de alimento e higiene. Según el informe, algunos de los supervivientes aseguraron que llegaron a comer cáscaras de naranja y huesos de aceituna para no morir de hambre. Además, se les prohibía hablar y mirar a los guardias, que les sometían de manera habitual a humillaciones y burlas sin motivo aparente.
“La naturaleza deliberada y sistemática de la tortura y otros malos tratos en la prisión de Sednaya representa la forma más elemental de crueldad y una falta despiadada de humanidad”, aseveró en 2016 Philip Luther, director del Programa de Amnistía Internacional para Oriente Próximo y el Norte de África. El listado de atrocidades no tenía fin en las entrañas de Sednaya. Hay antiguos presos que recuerdan aún con pánico haber presenciado la muerte de compañeros de celda y haber dormido junto a cadáveres. “El catálogo de relatos de horror incluidos en este informe describe con espantoso detalle los terribles abusos que las personas detenidas sufren de manera habitual desde el momento de su detención —y a lo largo de su interrogatorio y su reclusión— tras las puertas cerradas de los infames centros de los servicios de inteligencia de Siria. Esta experiencia es con frecuencia mortal, pues las personas detenidas corren el riesgo de morir bajo custodia en cualquier momento mientras la sufren”, admitió Luther.
Una liberación agridulce
El domingo, cuando el régimen se deshacía como un azucarillo, la coalición de rebeldes liderada de Hayat Tahrir al Sham (HTS) se hizo con el control del complejo y liberó a miles de personas. Las historias de los supervivientes son aterradoras. Hubo algunos que se salvaron de ejecuciones previstas para esta misma semana y otros que llevaban desde 2011 resistiendo entre sus muros, en condiciones inhumanas. Un hombre con la cabeza rapada y tembloroso había padecido tantas torturas y vejaciones que había perdido la memoria y le hablaba con dificultad. Su familia dijo que tenía 20 años y era estudiante de medicina cuando desapareció hace 13 años, al inicio del levantamiento popular contra Asad.
En 2017 imágenes por satélite habían identificado un nuevo crematorio en Sednaya para presos ahorcados. Desde el domingo los vídeos que han circulado de la liberación de Sednaya muestran a algunos presos con la cabeza rapada y esqueléticos que apenas podían dar sus nombres o recordar de dónde eran y a niños que residían junto a sus madres y que no conocen nada más allá de los barrotes de Sednaya. Según Reuters, en el interior de las celdas de aislamiento había agua y barro en los suelos de hormigón. Cada una tenía un único cuenco metálico para comer. Había excrementos por todas partes. Entre los liberados, figuran Raghad al Tatary, piloto que se negó a bombardear la ciudad de Hama durante el levantamiento contra Hafez Asad en la década 1980; o Tal al Mallouhi, de 19 años cuando fue detenida en 2009 por un blog en el que criticaba la corrupción del Estado.
Una mezquita situada a unos 20 kilómetros de distancia se convirtió en el lugar de reencuentros y búsquedas mientras otros cientos de personas se adentraban en la cárcel en busca de alguna pista sobre el destino de sus familiares. Los Cascos Blancos asignaron hasta 5 equipos de emergencia especializados en la prisión de Sednaya para inspeccionar su interior, ayudados por especialistas en derriba muros y unidades caninas. Buscaron puertas ocultas o sótanos no descubiertos supuestamente vinculados a la instalación, donde los detenidos aún podrían estar retenidos.
“Los equipos son guiados por personas familiarizadas con los intrincados detalles de la prisión, junto con información de personas contactadas por las familias que afirman tener conocimiento de entradas o sótanos ocultos”, explicaron en redes. Una búsqueda que concluyó sin éxito. “Tenían un mapa de un oficial desertor del ejército sirio y rompieron una pared y no encontraron nada. Rompieron una segunda y encontraron una puerta”, detallaron los Cascos Blancos. No había rastro de presos. El legado de la prisión de Sednaya, cuyo interior acaba apenas de emerger a la luz pública, es un espeluznante vestigio de un régimen que, tras medio siglo de oscuridad y terror, ha hecho “mutis por el foro”, dejando el país abierto en canal.
Te puede interesar
2 Comentarios
Normas ›Comentarios cerrados para este artículo.
Lo más visto
- 1 El amigo de Mohamed VI, el español que le juró “lealtad hasta la muerte”
- 2 Exteriores hace desaparecer de su web el mapa de Marruecos y Argelia en plenas negociaciones de las aduanas
- 3 Mónica García sobre Muface: "Son las aseguradoras las que han decidido que los asegurados no son rentables"
- 4 Las 12 nuevas medidas del Gobierno en vivienda: del IVA al IRPF
- 5 Guerra abierta en el CGPJ por las presidencias del Supremo
- 6 SAF, el combustible que limpiará los cielos y España quiere producir por millones de toneladas
- 7 Minurso: un falaz espejismo del desierto o un caballo de Troya marroquí
- 8 El Gobierno quiere repescar a Adeslas para salvar Muface
- 9 Leonor, princesa de nácar, y Margarita Robles, ministra del fango
hace 1 mes
Lamentablemente, el Islam no combina bien con democracia. Lo único que se puede esperar son autocracias ilustradas y tolerantes, y eso todavía les queda lejos a los sirios.
hace 1 mes
Ahora los matarán otros, sobretodo a los cristianos