Edgar Alexander, una persona migrante con parte de una pierna amputada, lleva un mes desplazándose en busca de una vida mejor. Hace cinco años que abandonó su país, donde diferentes factores económicos, políticos y sociales generan un entorno de dificultades extremas para vivir. Probó suerte en otros países latinoamericanos, pero continuaba sin poder ofrecer apoyo económico a su familia, que malvivía en su país de origen. Por ello, Edgar Alexander decidió emprender una larga ruta migratoria rumbo a Estados Unidos, con el objetivo de aspirar una mejor calidad de vida para él y sus seres queridos.
Sin embargo, dicho recorrido provocó que llegara a temer por su vida. Con dificultades para desplazarse debido a su discapacidad, tuvo que atravesar la peligrosa selva del Darién, que se ha cobrado la vida de incontables personas migrantes que perseguían una vida mejor. “Caminé un buen pedazo, (…) me conseguí una bota de goma para la pierna, me puse una media, me hice como una prótesis yo mismo. (…) Llegó un momento en que avancé y sentí un ardor. Cuando me saqué la bota, tenía todo pelado, la pierna, toda sin piel, como con baba… Y pensé, ¿será que voy a morir aquí?”
Tras días y días de travesía, Edgar Alexander llegó al refugio hondureño de El Pescadero, donde los equipos de Acción contra el Hambre brindan asistencia. Allí, recibiría cuidados médicos para su pierna herida y repondría fuerzas antes de retomar el rumbo hacia su siguiente destino: Guatemala.
Contra todo pronóstico, la esperanza de Edgar Alexander parece inquebrantable. Su propósito se mantiene firme, y continuará luchando hasta conseguir llegar a Estados Unidos, su destino final. Una vez allí, planea conseguir una prótesis para su pierna, trabajar para poder ayudar a su familia, y tal y como él mismo expresa, “que se me cumpla el sueño (de una vida más digna), como personas que somos.”
Cada año, millones de personas abandonan sus hogares, sus trabajos y sus seres queridos para huir de la inestabilidad económica, la inseguridad, la violencia y la falta de acceso a servicios básicos
La historia de Edgar Alexander no es un caso aislado. Cada año, millones de personas abandonan sus hogares, sus trabajos y sus seres queridos para huir de la inestabilidad económica, la inseguridad, la violencia y la falta de acceso a servicios básicos en sus países de origen. Sin importar de dónde provengan o a dónde se dirijan, todas las personas migrantes persiguen una meta común: aspirar a una vida más digna para ellos y sus familias. Sin embargo, muchas de ellas no alcanzan nunca su objetivo.
La historia de María Celeste, una joven de 20 años, es tan solo un ejemplo de tantos muchos. Es madre soltera, y tomó la decisión de separarse de sus dos hijos, que la esperan en Colombia, para emprender la ruta migratoria. Tras días y días en tránsito, María Celeste llegó al Centro Temporal de Descanso en Trojes, en Honduras. Después de darse cuenta de que el viaje resultaba demasiado peligroso y agotador, decidió solicitar el programa de retorno voluntario, renunciando a su sueño de un futuro mejor, con el único objetivo de poder reencontrarse con sus hijos de nuevo.
“Aquí (en el Centro Temporal de Descanso) te dan comida, tienes para bañarte, dormir bien… pero yo me quiero ir rápido. Llevo mucho tiempo aquí ya. Y no volver a emigrar. Prefiero (…) pasar hambre. Y menos desplazarme con mis hijos. Jamás.”
En su lucha por una vida más digna, millones de personas migrantes latinoamericanas se enfrentan a situaciones de cansancio extremo, falta de alimento y agua, condiciones climáticas adversas, riesgo de violencia y dificultades para acceder a atención médica que ponen en riesgo sus vidas.
Para responder a esta situación de emergencia, Acción contra el Hambre trabaja con organizaciones locales e internacionales para proporcionar diferentes tipos de asistencia a las personas migrantes en diferentes áreas de América Latina. Esta asistencia incluye atención nutricional, acceso a agua segura, refugio, instalaciones básicas de saneamiento e higiene y transferencias monetarias multipropósito para casos de vulnerabilidad especial.
El Día Internacional del Migrante ofrece una oportunidad para reflexionar sobre la importancia de reconocer y proteger la dignidad y los derechos de las personas migrantes. También es un día para fomentar la conciencia social sobre los desafíos que estas personas enfrentan durante su desplazamiento, y para promover el compromiso de los gobiernos y la sociedad civil en la creación de políticas que apoyen su bienestar y protección. A través de acciones conjuntas y colaboración nacional e internacional, el sueño de avanzar hacia un entorno más inclusivo y respetuoso para los migrantes, contribuyendo a un mundo más solidario y justo, podría convertirse en una realidad.
Mireia Cuevas Crespo es voluntaria en Acción contra el Hambre.
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hace 2 horas
No es «latinoamerica», es Hispanoamerica, hay que ser tto para que en la misma España lo digamos cuando se inventó por los enemigos de la Hispanidad para ocultar lo español