Ucrania ha vivido bajo bombardeos rusos su tercera Navidad en guerra. La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca ha despertado expectativas sobre negociaciones de paz, ya que el republicano dijo en campaña que con él habría paz "en 24 horas". Sin embargo, el líder de la Federación Rusa, Vladimir Putin, está lejos de querer la paz en 2025, según fuentes occidentales en Moscú. Lo dejó claro en su conferencia anual el pasado 19 de diciembre, cuando presumió de capacidades militares y retó a EEUU y los aliados occidentales de Ucrania a un duelo de misiles.
Este jueves a Putin le han preguntado en el canal de televisión independiente en ruso con base en Países Bajos llamado Dozhd si cree que acabará la guerra en 2025. El líder ruso ha contestado: "Yo creo en Dios y Dios está con nosotros".
El sonido de las alarmas antiaéreas no se ha interrumpido en estas fechas navideñas, aunque los ucranianos han acudido a los servicios religiosos en iglesias y en la catedral de Kiev en un intento de mostrar su capacidad de resistencia. Rusia lanzó justo el día de Navidad unos 180 drones y siguió el jueves. La intención es causar un apagón en las principales ciudades. A las autoridades de la Federación Rusa no les gusta que los ucranianos hayan cambiado la fecha de celebración de la Navidad y lo hagan ahora como en Occidente, el 5 de diciembre, en lugar del 7 de enero, como en Rusia.
En su intervención el 19 de diciembre, Putin dijo estar dispuesto a hablar con Trump, pero insiste en que los objetivos de la llamada "operación militar especial" siguen siendo los mismos: la desnazificación y desmilitarización de Ucrania. Es decir, niega el derecho a existir de Ucrania, salvo que se someta al yugo del Kremlin.
"Rusia no está interesada en negociaciones, sino en la guerra. Eso está muy claro, aunque en sus discursos, como hacía Stalin, habla y habla sin decir nada", explica Robert Pszczel, investigador en el Centre for Eastern Studies (OSW) de Varsovia.
El papel de Trump
Trump, que ya ha anunciado muchos de sus nombramientos a pesar de que toma posesión el 20 de enero, ha nombrado enviado especial para Ucrania al teniente general retirado Keith Kellogg, que tiene previsto viajar a la zona a principios de 2025. En la Administración Biden no existía esta figura. Ha llevado todo el peso de los contactos con las autoridades ucranianas el jefe de la diplomacia de EEUU, Antony Blinken. Kellogg es un pragmático, nada sospechoso de alinearse con el Kremlin, lo que hizo que Kiev viera la designación con cauteloso optimismo.
Considera que para que las dos partes se sienten a negociar hay que ejercer mucha presión: a Putin hay que transmitirle la idea de que los ucranianos recibirán mucha más ayuda occidental si sigue con su ofensiva, y a Kiev le forzaría a negociar con la amenaza de suspender la asistencia de EEUU en caso de que no mostrara voluntad para sentarse en la mesa.
Sostiene el enviado para Ucrania de Trump que la guerra de desgaste que ahora están librando Rusia y Ucrania perjudica a Estados Unidos porque Moscú cada vez está más en manos de Pekín, y más alineada con las autocracias como Irán y Corea del Norte. Las tropas norcoreanas están combatiendo junto a las rusas en la región rusa de Kursk. A pesar de todos los esfuerzos, los soldados rusos no han podido hacer retroceder a los ucranianos por completo. Putin ha reconocido que no sabe cuándo lo conseguirán.
Sería crucial en todo caso qué garantías de seguridad se ofrecen a Ucrania porque si se alcanza un alto el fuego y Ucrania no está en la OTAN o a punto de entrar, ni hay presencia de tropas internacionales en su territorio, Putin solo aprovechará la tregua para tomar impulso.
Sin embargo, Robert Pszczel es escéptico sobre la creación de una fuerza de interposición, una idea que habría planteado el presidente francés, Emmanuel Macron, en conversaciones con el gobierno polaco y el británico. "En Corea, cuando se estableció eran 150.000 tropas y aquí la línea de frente es aún mayor. ¿Cuántos hombres se necesitarían?", señala el experto, que considera que los 40.000 que planteó un experto militar francés, como los que se desplegaron en Kosovo, son pocos.
A juicio de Robert Pszczel, hay pocas señales para el optimismo. "Para empezar no hay un acuerdo sobre la definición de victoria. Y el primer ministro polaco, Donald Tusk, tiene razón al apuntar que no hay que transmitir la idea de que Ucrania va a ceder y está derrotada. Pero incluso Trump, que es muy determinado, se dará cuenta de la realidad. Putin no quiere negociaciones. Quiere capitulación. Dice que la OTAN está en guerra con Rusia. No hay una sola señal de que quieran ceder".
Reconoce el investigador que los ucranianos están cansados. "Es cierto que cada vez hay más ucranianos que quieren que se llegue a algún acuerdo. Pero si capitulan serán exterminados. Necesitamos apoyar a Ucrania. No podemos permitir que Rusia salga victoriosa".
Si en lugar de paz, hay apaciguamiento, será el fin de Ucrania. Recordemos lo que pasó en los años 30"
ROBERT PSZCZEL, INVESTIGADOR EN OSW
Más dinero para defensa
Asegura que hay mucho que se puede hacer por ayuda a Ucrania, como cortar los suministros financieros a Rusia, aumentar las sanciones, y también incrementar el presupuesto de Defensa. De hecho, Trump va a exigir a los aliados tengan como objetivo aumentar el porcentaje del PIB dedicado a defensa hasta el 5%, según ha publicado Financial Times. Actualmente solo 23 de los 32 aliados han alcanzado el objetivo del 2%. Polonia dedicará el año que viene el 4,7%. Es el país que más cerca está de la meta que va a plantear Trump, que quiere que la OTAN deje de sufragarse sobre todo por las aportaciones de EEUU. España está en la cola con apenas el 1,3%.
"Diría que los que están lejos del 2% del PIB denotan falta de solidaridad. En la Guerra Fría muchos países superaban el 3% y ahora nos enfrentamos a la guerra más cruenta desde 1945 en Europa. Unos gastan muchísimo, como Polonia y los Bálticos, y otros poquísimo. La seguridad no se consigue así", señala el experto del OSW.
"Si en lugar de paz, hay apaciguamiento, será el fin de Ucrania. Recordemos lo que pasó en los años 30. Recordemos que todos estamos en el punto de mira. La guerra híbrida se está intensificando. Para luchar contra ello todo el mundo tendrá que invertir mucho más en defensa", concluye.
De hecho, será la manera de conseguir que los americanos sigan comprometidos con la defensa de Europa. "Si alguien cree que Europa puede organizarse sin EEUU, se engaña a sí mismo. Hemos de ofrecer argumentos a los americanos sobre cómo se benefician también ellos de la relación transatlántica porque EEUU no es la superpotencia que era. Les favorece tener aliados. Los europeos no tienen que reinventar la rueda. Los europeos saben lo que hay que hacer para mejorar su imagen y tener más argumentos para que en Washington estén dispuestos a seguir. Hemos de mostrar nuestras capacidades, porque es bueno para nuestra seguridad en cualquier escenario, y también servirá para que los americanos sigan comprometidos. El mensaje es claro: hay que gastar más dinero en defensa".
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