Son réplicas exactas de los soldados de las Fuerzas de Defensa de Israel que llevan 14 meses en la Franja de Gaza, completamente devastada por una operación militar que ha dejado más de 45.000 muertos. Y se hacen llamar “Giborey Israel”, “Héroes de Israel” en hebreo. Los juguetes de moda en el Estado judío son una muestra más de la fiebre bélica, un emblema de lo que una acallada minoría interna considera la deriva militarista del país.

“Descubra las primeras figuras de acción de soldados de las FDI de Israel, diseñadas para entretener e inspirar fuerza y resistencia a los niños. Más que simples juguetes, simbolizan el valor y el heroísmo de nuestros héroes de la vida real”, alegan sus creadores en la página web que promociona los primeros modelos a la venta. Elad Stefansky, uno de los hermanos detrás del invento, asegura que la idea surgió poco después del 7 de octubre de 2023, tras los ataques de Hamás y el inicio de una represalia israelí que ha reducido a escombros Gaza en mitad de la condena internacional.

"Recuperar la conexión con el ejército"

“Después de aquello había en el ambiente un sentimiento de desconfianza hacia el ejército. La relación entre el pueblo judío y sus militares se había roto porque el ejército no había estado presente cuando más se le necesitaba”, relata Stefansky en conversación con El Independiente. Lo hace en uniforme militar desde una localización que se niega a revelar en Cisjordania ocupada, en uno de los asentamientos ilegales que carcomen el mapa de Palestina. A sus 46 años, este publicista israelí es uno de los miles de reservistas llamados a filas en un país que se dice en una guerra en múltiples frentes.

“Empezamos a pensar cómo podíamos conectar de nuevo al pueblo israelí con su ejército, y también cómo potenciar el sentimiento de seguridad y la confianza en nosotros mismos”, confiesa. “Al cabo de unos días todos dejamos a nuestras familias y trabajos y nos fuimos a luchar por Israel. Pensamos que no necesitábamos héroes imaginarios, que teníamos héroes de verdad. Entonces se nos ocurrió la idea de hacer la primera serie de figuras de acción de soldados israelíes”.

La idea inicial tomó forma en mayo, al mismo tiempo que los uniformados israelíes se adentraban en la Franja de Gaza en mitad de la censura de las organizaciones de derechos humanos internacionales y el inicio de un proceso en la Corte Internacional de Justicia de la ONU que trata de dirimir ahora si las acciones israelíes en el enclave palestino constituyen un genocidio. “Los creamos en los ratos libres del servicio militar, por las noches. Tardamos cuatro meses en modelarlos y encontrar la fábrica que podía hacerse cargo del encargo”, detalla uno de sus principales urdidores.

Encontramos la fábrica en China, la misma que realiza las figuras de acción de Marvel

La idea nacida en Israel se manufactura en China. “Encontramos la fábrica en China, la misma que realiza las figuras de acción de Marvel”, comenta. Desde su puesta a la venta, en verano, se han vendido más de 10.000 copias de los dos primeros modelos, un hombre que representa a un soldado de la unidad de infantería y una mujer guardafronteras. “Ambos son copias exactas a las que se encuentran en Gaza”, advierte Stefansky.

Sus creadores, no obstante, han pergeñado toda una familia de “héroes” en plena ofensiva militar israelí, con un frágil tregua en el Líbano, redadas continuas en Cisjordania ocupada y bombardeos continuos en Siria y Yemen. “El objetivo es contar con ocho modelos a imagen de las principales unidades del ejército israelí. Entre ellos, un piloto, una soldado de infantería, un miembro de la unidad canina o un soldado cibernético, un discapacitado que decidió enrolarse en la guerra que se libra en el mundo digital”.

Réplicas exactas

Los controvertidos juguetes está acompañados de una serie de accesorios que imitan a los complementos reales de un soldado israelí. “Los uniformes son los mismos, las placas son las mismas, las armas son las mismas. Son como las unidades reales. Solo el el nombre del soldado y su historia personal forman parte de nuestra imaginación”, precisa uno de sus creadores, que reconoce no haber obtenido la autorización de las Fuerzas de Defensa de Israel. “En plena guerra no hemos tenido tiempo”, se excusa. Las figuras se venden tanto en la página web de los inventores como en puntos de Israel, incluido el aeropuerto internacional Ben Gurion de Tel Aviv.

Una niña con uno de los modelos

Aunque su intención es “sensibilizar” a los menores de edad con la guerra, el público que ha recibido con más entusiasmo los primeros modelos es el adulto. “El 20% está destinado a niños pero el resto son adultos. Hay mucho coleccionista porque cada modelo cuenta con una edición limitada”, admite. Sus clientes radican en Israel y Estados Unidos. “Los comentarios en Israel son fantásticos. Todos celebran el objetivo de unirnos”, desliza. También han recibido mensajes de rechazo. “Nos ha llegado algún que otro vídeo quemando nuestros muñecos. Sabíamos que podía pasar”.

De su éxito, al mismo tiempo que Israel vive sumido en una guerra sin fin cierto con infructuosas negociaciones para un alto el fuego en Gaza y su sociedad vive de espaldas al desastre humanitario que padece la población de la Franja, han surgido otros proyectos. “Vamos a colaborar con la policía israelí para crear otras figuras del cuerpo. También ellos han estado en primera línea. Y otra de las iniciativas es proporcionar a las familias de los rehenes fallecidos figuras a imagen y semejanza de sus seres queridos”.

Tras casi 70 años de conflicto bélico, durante los que han estallado 13 guerras e intifadas, la estructura mental israelí quedó trabada en su fase bélica e incapacitada para concebir al­guna otra alternativa que no sea la militar

En el laberinto del militarismo

Para sus detractores en Israel, el juguete es una muestra descarnada de una de lo que el intelectual izquierdista israelí Meir Margalit considera “los tres vectores centrales que atraviesan la idiosincrasia israelí” en lo que ha bautizado como “el paradigma de las tres M: miedo, mesianismo, militarismo”. “Esta primacía de la lógica armamentista ha penetrado en las venas de la sociedad israelí y ha producido consecuencias nocivas sobre el tejido social. Tras tantos años de socialización masiva el militarismo se ha impregnado en su piel, pasó a ser parte integral y orgánica de su estructura mental, a tal punto  que ya no se reconoce fuera del contexto militarista. La lógi­ca militarista es parte de su identidad nacional y es percibida como un estado natural, un reflejo condicionado, que es inca­paz de afrontar un conflicto independientemente del uso de la fuerza. Tras casi 70 años de conflicto bélico, durante los cuales han estallado 13 guerras e intifadas, la estructura mental israelí quedó trabada en su fase bélica e incapacitada para concebir al­guna otra alternativa que no sea la militar”, arguye Margalit con un tono evidente de amargura ante el curso de los acontecimientos.

Enredada en un laberinto sin salida, la sociedad israelí ha convertido a los modelos de Giborey -los que están ya en el mercado y los que están por llegar- en un amuleto en medio de una región que considera hostil. Uno de los creadores del invento de plástico y ardor guerrero reconoce que “las cosas no van bien”. “La situación en Israel no es nada buena. Esta guerra está tomando demasiado tiempo. Los rehenes no están aquí. Cada día nos despertamos y vemos que algunos soldados más han muerto. Así que es una atmósfera un poco desordenada, pero creemos en lo que hacemos y continuamos haciéndolo”, esboza, más convencido de los líderes castrenses que de los políticos.

“La mayoría de los ciudadanos de Israel no cree que ningún político en Israel merece ni un muñeco ni una pegatina. Cuando acabe la guerra será el momento de pedir cuentas”, señala. En cualquiera de los escenarios, la paz -opina- no es un horizonte cercano. “Pasará mucho tiempo hasta que la gente vuelva a utilizar la palabra paz. Incluso si es la única solución que hay, va a pasar mucho tiempo hasta que vuelva a estar sobre la mesa”.