"Mucha gente en Canadá DESEARÍA ser el estado número 51", publicó el presidente electo estadounidense, Donald Trump, este lunes al poco de conocerse la dimisión del primer ministro canadiense, Justin Trudeau. "Estados Unidos no puede sufrir más el déficit comercial y las ayudas que Canadá necesita para seguir a flote. Justin Trudeau lo sabía, y dimite. Si Canadá se uniera a Estados Unidos, no habría aranceles, los impuestos bajarían considerablemente y estarían TOTALMENTE SEGUROS ante la amenaza de los barcos rusos y chinos que los rodean constantemente. ¡Juntos, qué gran nación seríamos!".

Lo que empezó como una broma en la mansión del que en unos días volverá a la Casa Blanca ya se ha convertido en una sugerencia recurrente que ha repetido con la dimisión del primer ministro canadiense, aún pendiente de materializarse. Trump insiste en prometer a los canadienses cero aranceles "si se fusionan con EEUU", de lo contrario, deberá frenar el flujo de inmigrantes y de drogas que, en su opinión, pasan a diario de un país a otro si quieren evitar que aplique esas medidas.

El anuncio de Trudeau se produce en un contexto de fuerte descontento nacional hacia él, pero a nivel internacional tendrá enormes implicaciones, especialmente en la relación con su vecino EEUU. Con la decisión, el saliente Joe Biden -y en general, el Partido Demócrata estadounidense- pierde a un aliado clave que se ha enfrentado abiertamente a las políticas de Trump, pero también la propia Canadá queda debilitada a las puertas del segundo mandato del hombre que ha amenazado con imponerle unos aranceles que serían mortales para su economía.

Según cálculos llevados a cabo por los expertos de Oxford Economics, los planes de Trump llevarían al PIB de Canadá a caer en una recesión en 2025, que subiría el paro y dispararía la inflación. En concreto, esperan una caída de la economía del 2,5% interanual si el presidente cumple su amenaza de establecer aranceles del 25% a todos los productos importados de México y Canadá en su primer día en el cargo. Entre enero y octubre de 2024, EEUU importó de Canadá bienes por valor de 344.000 millones de dólares, mientras que exportó 293.000 millones, según el US Census Bureau.

Los sectores más afectados serían el del automóvil, la energía y otros sectores industriales, los que más dependen de las exportaciones a EEUU. Con todo, los economistas consideran que es improbable que se aprueben aranceles "de tal magnitud" porque también llevarían a EEUU a una recesión, además de romper las relaciones entre ambos países y repercutir negativamente en la economía de toda América del Norte. "Todavía creemos que es más probable que Trump use las amenazas de los aranceles como una manera de negociar concesiones por parte de Canadá en materia comercial, de inmigración y otras políticas. Por eso, nuestro escenario base todavía asume que Trump introducirá poco a poco aranceles entre 2026 y 2027", reza su último informe al respecto.

Opinan en la misma línea los expertos del centro de estudios Brookings, con sede en Washington. "Casi todo el superávit comercial de Canadá con los EEUU viene de las exportaciones de petróleo. Algunas refinerías americanas están específicamente configuradas para procesar el crudo canadiense, y al contrario que muchos bienes manufacturados, el petróleo no puede redirigirse fácilmente, porque las tuberías de Canadá son una infraestructura inamovible. Esta dependencia crea un monopolio bilateral y limita la flexibilidad de ambos lados. Canadá tiene pocas alternativas viables para exportar su petróleo y algunas refinerías americanas tienen igualmente pocas alternativas para buscar otra fuente de petróleo que procesar. Es un caso en el que ambos lados sufrirán", ha escrito Douglas A. Rediker en su informe.

Una negociación sujeta a lo que pase en Canadá

Si esta amenaza arancelaria ha tenido algo que ver con la decisión de Trudeau es todavía una incógnita. El primer ministro ha suspendido el Parlamento hasta el 24 de marzo para permitir a su partido dedicar tiempo a la campaña, proceso al que sucederían unas elecciones generales. Dejará el cargo tras nueve años en el poder, apartándose también del liderazgo del Partido Liberal. Solo hace unas semanas había anunciado más fondos para los migrantes.

Con todo, el movimiento difícilmente contribuirá a que el presidente electo Donald Trump -que asumirá el cargo el próximo día 20- no apruebe los aranceles prometidos. Los expertos creen que en los días que le quedan Trudeau continuará haciendo esfuerzos para convencer al empresario neoyorkino de no imponer los aranceles o de reducirlos todo lo posible, pero constatan que su posición de negociación queda dañada y por tanto complicará que Trump cambie su decisión, al menos hasta que se imponga un nuevo líder.

A Trudeau lo podrían sustituir varios políticos. Por un lado está la ex viceprimera ministra y exministra de finanzas Chrystia Freeland, que dimitió hace unas semanas poco después de conocerse que el primer ministro iba a quitarle el puesto para llevarla a otro ministerio de menor importancia, o su sustituto Dominic LeBlanc, un viejo amigo de Trudeau. Por otro, el exgobernador del Banco de Canadá e Inglaterra Mark Carney y el exministro de Exteriores Mark Garneau parecen los mejores situados en una carrera todavía incierta.

Quede quien quede a cargo del Partido Liberal, los conservadores podrían ganar las próximas elecciones en Canadá y mejorar lo presente, si hay buena relación entre el nuevo o la nueva primera ministra y Trump. Es lo que busca la oposición y el posible líder de un nuevo gobierno, Pierre Poilievre, que lidera las encuestas por 25 puntos tras la caída en desgracia del Partido Liberal.