Bienvenidos al nuevo Orden Mundial de Donald Trump. Adiós a las certezas, los valores y las normas. Una vez que jure como 47º presidente de Estados Unidos este lunes 20 de enero en Occidente viviremos en una montaña rusa. Arranca su mandato con una fuerza excepcional: el trumpismo no tendrá contrapesos al menos hasta las elecciones legislativas de noviembre de 2027. El rodillo MAGA (Make America Great Again) va a transformar Estados Unidos y tendrá su impacto en todo el mundo.
Es probable que el orden internacional liberal dé sus últimos estertores. Ya solo Europa lo defiende. Y no toda Europa. Coincide la vuelta de Trump a la Casa Blanca con una Europa debilitada: no hay liderazgos claros con un Macron cada vez con menos control por la pujanza de los extremos, una Alemania en víspera de las elecciones y Alternativa para Alemania al alza, y el empuje electoral de los nacionalpopulistas que ya gobiernan en Italia, Hungría, Austria, y crecen en Rumanía. En las presidenciales polacas los liberales se la juegan frente a Ley y Justicia, que quedó desbancado en octubre de 2023, pero aún conserva fuerza.
"La llegada al poder de Donald Trump en 2017 supuso una gran sacudida para el orden internacional. Sin embargo, la situación actual es única. No solo hay de nuevo una revuelta dentro de EEUU contra el orden mundial que EEUU ayudó a levantar, sino que este orden ha dejado de ser creíble en todas partes, salvo en Europa. Es la única que sigue apegada a él", sostiene Mark Leonard, director del European Council on Foreign Relations (ECFR), en una entrevista en el diario polaco Rceczpospolita. Es el fin de Occidente tal y como lo conocíamos.
No es de extrañar que en la encuesta global que ha realizado el ECFR sobre las expectativas que despierta Trump sea en Europa, y en Corea del Sur, donde la población es más escéptica. Sin embargo, en el resto del mundo, y pensemos que es la mayoría está esperanzada, especialmente en países como la India, el país más poblado, que presume de ser la mayor democracia del planeta.
Al ataque desde antes del 20E
Antes incluso de tomar posesión ha empezado a dar señales de cuál va a ser su forma de actuar. Y ha confirmado que lo único previsible es que es imprevisible.
En algunos casos es una evolución de lo que ya hizo en su primer mandato (2017-2020). Entonces quiso comprar Groenlandia y ahora lo ha reiterado e incluso a llegado a amenazar con invadirla. Aunque la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, había nombrado un equipo de expertos para responder a Trump y prever sus movimientos, nadie aventuró que pondría su objetivo en la isla de 56.000 habitantes cuyos ciudadanos son comunitarios por ser parte de Dinamarca.
Trump es un hombre de negocios y ejecuta como tal. Lanza órdagos y tantea las debilidades de sus contendientes. El objetivo con Groenlandia es aumentar el trozo de pastel del Ártico. Sabe del movimiento independentista en Groenlandia, y de la fragilidad de Dinamarca, temerosa de perder su territorio autónomo, y por ende de la Unión Europea.
De igual forma ya ha dicho que los socios de la OTAN han de pensar en dedicar un 5% del PIB a defensa si quieren contar con EEUU. Solo 23 de los 32 ha cumplido el objetivo fijado hace más de una década del 2%, y España apenas llega al 1,3%. No es de extrañar que el primer ministro polaco, Donald Tusk, dijera esta semana en Varsovia que si los europeos quieren tratar como socios con Trump no le pueden dar motivos para que les reproche su falta de seriedad con los compromisos adquiridos. Si no, Trump los ninguneará a todos.
También ha mostrado los dientes a Canadá, que a su juicio tendría que convertirse en el estado 51, dada su dependencia comercial de EEUU. Quiere gravar las importaciones desde Canadá con un 25%. El impacto sería devastador: el 75% de todas las exportaciones de bienes y servicios tienen como destino Estados Unidos.
A México le ha advertido que está dispuesto a cumplir con su promesa de deportaciones desde el primer día y la gran mayoría son latinos y muchos de ellos mexicanos. Y ha reiterado su intención de establecer aranceles del 25% sobre los productos importados del vecino del sur.
La presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, no se ha achantado y asegura que hará lo mismo con lo que llegue a su país desde el norte. Incluso dijo el martes que iba a cambiar el nombre de "golfo de México" por "Golfo de América". Sheinbaum, al día siguiente, mostró un mapa de 1607 que incluía el golfo de México. Y añadió: "¿Por qué no le llamamos América Mexicana? Se oye bonito, ¿no?". Hasta ahora la presidenta mexicana, populista como su predecesor, AMLO, es la líder que no teme en dar la réplica a Trump.
¿Por qué no le llamamos la América Mexicana? Se oye bonito, ¿no?"
CLAUDIA SHEINBAUM, PRESIDENTA DE MÉXICO A DONALD TRUMP
Trump ha apuntado asimismo a Panamá por las tarifas abusivas a los cargueros estadounidenses por el canal, que Trump lo reclamaría de vuelta si no cambian esta política. En una entrevista reciente en ABC News, le preguntaron a Mike Waltz, quien será su asesor de seguridad nacional, si Trump iba en serio con estas bravatas. "Lo que son serias son la amenazas a las que nos enfrentamos". Sobre la influencia de las compañías de China en el Canal de Panamá y el ejercicio de poder de Rusia en el Ártico, Waltz añadió: "Trump siempre va a poner todas las opciones sobre la mesa de una manera muy diferente a su predecesor".
Hay que tener en cuenta que el líder del movimiento MAGA sabe que la confrontación en su nivel máximo no es rentable. Salta al campo con una posición de fuerza para lograr lo más posible.
En resumen, para Donald Trump no hay aliados cuando se trata de defender el interés nacional de Estados Unidos. Ni siquiera tendrían que fiarse mucho los dirigentes invitados a la ceremonia de inauguración de su mandato, donde estarán la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, y el presidente argentino, Javier Milei, sus favoritos.
La diplomacia transaccional
"La política exterior de Trump se alinea sobre lo que se denomina la diplomacia transaccional. Consiste en buscar relaciones puntuales, pero no es una política basada en valores. EEUU va a defender sus intereses con el objetivo del America First y con cierta continuidad con el pasado", explica Juan Luis Manfredi, catedrático de Periodismo y Estudios Internacionales en la UCLM y titular de la Cátedra Príncipe de Asturias en la Georgetown University (2021-2024).
"La idea fuerza del trumpismo se asienta sobre la necesidad de defender sus intereses más allá de las fronteras, el desinterés e el liderazgo global y en la obsesión con China, que se presenta como un rival estratégico. China es el rival en defensa, comercio y narrativas. Vamos a ver ahora una enorme agresividad en los aranceles, empezando en la primera semana con subidas del 20 o el 30%", añade Manfredi.
Los antecesores de Donald Trump, tanto republicanos como demócratas, partían de un postulado común: Estados Unidos es una potencia responsable y defensora de la democracia liberal, un sistema político anclado en el estado de Derecho y en el respeto a los acuerdos internacionales. Con Trump, este sistema salta por los aires.
Según señala The Economist en su último número, "Trump va a poner patas arriba 80 años de política exterior de EEUU. Trump abandonará los valores y se centrará en acumular y explotar el poder. Su enfoque se pondrá a prueba y se definirá en tres conflictos: Oriente Próximo, Ucrania y la guerra fría con China".
La pax de Trump
En el caso de las guerras, Trump tiende a sobrevalorar su poder. Está convencido de que Estados Unidos como superpotencia global puede forzar la paz. Sobre Oriente Próximo, está fuera de duda que Trump es un firme defensor del gobierno de Israel.
Kawa Hassan, experto en Oriente Próximo y norte de África del centro de análisis Stimson, decía a Francisco Carrión en El Independiente: "El liderazgo decisivo de Donald Trump es realmente clave. Es el único con poder e influencia sobre Netanyahu para presionarle continuamente para que cumpla el acuerdo".
Así forzó el recién firmado alto el fuego en Gaza, en el que llevan trabajando meses la Administración de Biden, Qatar y Egipto, con declaraciones como que quienes rompan la baraja "sabrán lo que es el infierno". Es probable que bajo cuerda Trump haya prometido a los más radicales que mirará a otro lado si quieren avanzar aún más en Cisjordania. Su embajador designado en Israel, Mike Huckabee, sionista declarado, no es un defensor de la política de los dos Estados.
The Economist apunta que Donald Trump podría usar el acuerdo sobre los rehenes para conseguir ampliar los Acuerdos de Abraham para incluir a Arabia Saudí, "lo que ve como un camino a la prosperidad y al Nobel de la Paz". Llega Trump en un momento propicio también para tender lazos al Líbano y a Siria, una vez que los aliados de Irán han resultado vapuleados en la región.
Rusia y China
En la campaña electoral Trump aseguró que él podría conseguir la paz en Ucrania "en 24 horas" tras asumir la Presidencia. Aquello sonaba a que dejaría de ayudar a Kiev y haría concesiones al presidente ruso, Vladimir Putin, con quien está dispuesto a verse e las próximas semanas. Sin embargo, ha designado como enviado especial para Ucrania al general retirado Keith Kellogg, con una visión bastante sensata sobre Rusia. Kellogg ya ha dicho que antes de los primeros 100 días después de que Trump asuma el poder no hay que esperar cambios en la guerra en Ucrania.
Kellogg considera que para que las dos partes se sienten a negociar hay que ejercer mucha presión: a Putin hay que transmitirle la idea de que los ucranianos recibirán mucha más ayuda occidental si sigue con su ofensiva, y a Kiev le forzaría a negociar con la amenaza de suspender la asistencia de EEUU en caso de que no mostrara voluntad para sentarse en la mesa.
Para Ucrania, lo fundamental son las garantías de seguridad en caso de que haya un alto el fuego. Lo ideal sería el ingreso en la OTAN, pero incluso hay división entre los europeos sobre la cuestión. Algunos líderes europeos, entre ellos el británico Keir Starmer, el francés, Emmanuel Macron, y el polaco, Donald Tusk, están dispuestos a que tropas europeas defiendan las fronteras de Ucrania. Sin embargo, sería imprescindible la participación de EEUU, que fueran "garantías de la OTAN", en palabras de Donald Tusk.
"Si alguien cree que Europa puede organizarse sin EEUU, se engaña a sí mismo. Hemos de ofrecer argumentos a los americanos sobre cómo se benefician también ellos de la relación transatlántica porque EEUU no es la superpotencia que era. Les favorece tener aliados", explicaba a este digital Robert Pszczel, investigador en el Centre for Eastern Studies (OSW) de Varsovia. Y lo que pueden ofrecer los europeos es un firme compromiso con la defensa: aumentar el gasto en defensa.
El Kremlin cree que el tiempo juega a su favor y va a plantear exigencias maximalistas. Incluso para Trump serán excesivas y eso haría que se rompiera la baraja. Es lo que sostienen fuentes diplomáticas occidentales.
Hay otra cuestión relevante que puede pesar a la hora de que Trump decida seguir apoyando a Ucrania. China es indudablemente el rival de Estados Unidos y así lo percibe Donald Trump. Y es cada vez más evidente que China está permitiendo que Rusia no resulte tan afectada por las sanciones, o mira otro lado cuando los norcoreanos se unen a los soldados rusos para combatir a los ucranianos.
China puede interpretar el abandono de Ucrania como una señal de debilidad de EEUU y lo aprovecharía para actuar en Taiwán. "El campo de Trump argumenta que lo importante es la fortaleza de América. Sostienen que hay que evitar una tercera guerra mundial, ya que Xi Jinping puede pensar en tomar Taiwán por la fuerza en 2027. China cuenta cada vez con más tecnología aplicada a la defensa y avanza en su armamento nuclear. América necesita recurrir a la disuasión y combinar la diplomacia del 'loco' con el pragmatismo y la acumulación de poder económico y militar", señala The Economist.
Sin embargo, según Manfredi, vamos a un mundo imprevisible y no será bipolar. "Trump sabe que su principal activo es que cambia de criterio con frecuencia y no es fácil seguirle. No hay ideología sino alianzas basados en intereses mutuos, no en valores, y abuso de la seguridad en todos los ámbitos. Tenemos una perspectiva d seguridad económica, diplomacia transaccional y disfunción de los organismos multilaterales. Habrá muchos problemas. El nuevo orden será cualquier cosa menos bipolar. No vamos a un escenario EEUU porque otros actores como China, Rusia, India, Arabia Saudí o Turquía son muy relevantes en este proceso revisionista del orden liberal internacional".
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El wokismo ATPC.