Donald Trump ha jurado como 47º presidente de Estados Unidos junto a su esposa Melania, y su hijo menor, Barron. Les rodeaban los otros hijos de Trump, Donald Jr, de quien se dice que aspira a suceder a su padre (si Barron y Melania le dejan), Ivanka, Tiffany y Eric. En primera fila han sido testigos del momento histórico los telegarcas, desde Elon Musk, hasta Mark Zuckerberg (Meta) o Tim Cook (Google). Y como estrellas internacionales han contado con un lugar excepcional la italiana Giorgia Meloni y el argentino Javier Milei. Invitado estaba Xi Jinping y ha asistido en su lugar el vicepresidente Han Zheng. En China las visitas del presidente no se improvisan; exigen meses de preparación.

El presidente de EEUU ha dejado claro en su primer discurso que solo Dios puede ponerle límites. Como le ocurrió a Jair Bolsonaro cuando sobrevivió al atentado, Trump cree que tiene una misión encomendada por Dios y solo responde ante Él. Así se entiende que vaya a enfrentarse desde el primer minuto al vecino del Sur, México, al declarar la emergencia migratoria en la frontera, y a Panamá, al que acusa de entregar el control del canal, que EEUU les cedió hace más de cuarto de siglo.

Así ha empezado Donald Trump a mover las fichas en el tablero internacional. Su obsesión es que EEUU recupere terreno como socio comercial en el mundo a costa de lo que sea. Y en esa guerra tiene en su objetivo a China y a la Unión Europea.

Mano de hierro en guante de seda con China

¿Cuáles son las intenciones de Trump en su segundo mandato? Por un lado, en campaña hablaba de imponer aranceles de hasta el 60% a los productos chinos, dado el desequilibrio de la balanza comercial, pero a la vez habló el viernes con Xi Jinping, uno de los pocos líderes mundiales a quienes ha invitado. Aunque no ha asistido, la representación es de alto rango. El vicepresidente Han Zheng se ha visto con Elon Musk, que tiene su mayor fábrica de Tesla fuera de EEUU en Shanghai, y con el vicepresidente, JD Vance.

MAGA solo puede ser MAGA si China pierde impulso en la carrera y eso exige que EEUU aplique políticas hostiles en temas clave"

Xulio Ríos, asesor emérito en el Observatorio de Política China

"Hay una expresión de buenos deseos por las dos partes. Pero las realidades son complicadas. No creo que todo se pueda gestionar cordialmente con un equipo tan antichino como ha formado Trump, encabezado con el secretario de Estado, Marco Rubio. Tampoco va a cambiar las sanciones de Biden. Sobre Taiwán la clave es si van a vender más armas a Taiwán y eso afectará al resto del diálogo", explica Xulio Ríos, asesor emérito en el Observatorio de Política China.

"Cuando empezó Trump en 2017 también hubo buenos deseos al principio y los pocos meses ya estaba con la guerra comercial. Los intereses son muy contrapuestos. MAGA solo puede ser MAGA si China pierde impulso en la carrera y eso exige que EEUU aplique políticas hostiles en temas clave. La realidad se puede acabar imponiendo a los buenos deseos", añade Xulio Ríos.

La subida de los aranceles a los productos chinos dañaría a la economía del gigante asiático en un momento delicado. La economía china crecerá un 4,5% en 2025, según el Fondo Monetario Internacional. El consumo no crece como desearía Xi Jinping por lo que las exportaciones son cruciales. El año pasado China generó un superávit récord de casi un billón de dólares. La economía china sufriría mucho en caso de sanciones de EEUU, y la legitimidad de Xi se podría ver en cuestión.

Cambio de estrategia

En estas circunstancias, Xi puede estar dispuesto a buscar acuerdos y Trump por ello pasa a la defensiva. Siempre quiere llegar en posición de fuerza a cualquier intento de acuerdo. Primero anunció la semana pasada que iba a suspender el bloqueo de TikTok en EEUU por 90 días. Reconoció que gracias a TikTok había recibido muchos votos de jóvenes. También ofreció quedarse con TikTok si le cedían la mitad de sus acciones (valoradas en 230.000 millones de dólares) a cambio de su buena voluntad... Shou Chew, CEO de TikToK, estaba en la ceremonia en Washington.

Pero lo que está claro es que Trump va a cambiar de estrategia con China. Durante el mandato de Biden las espadas han estado en alto. Ha mantenido los aranceles del 25% que en su primer mandato impuso Trump al 85% de las importaciones chinas. También ha impuesto restricciones a la importación de tecnología. Pero sobre todo ha desarrollado alianzas con Japón, Filipinas y Corea del Sur, para contrarrestar a China.

Trump prefiere hablar directamente con Xi, al que respeta. A Trump le gusta los "hombres fuertes". Si tensa demasiado la cuerda, EEUU puede resultar perjudicado. Los consumidores estadounidenses se quedarán con los productos a buen precio que ofrecen los chinos. Y su socio Elon Musk puede sufrir los efectos de las contramedidas a través de su fábrica en Shanghai.

Puede servir de aviso al nuevo presidente las investigaciones abiertas en China contra empresas tecnológicas estadounidenses clave como Nvidia, Intel y Micron. También afectan a marcas de ropa y moda como Calvin Klein y Tommy Hilfiger. China puede responder de forma contundente si se le aplican aranceles desorbitados.

Meloni, interlocutora europea

Con la Unión Europea también tiene Donald Trump la espina clavada del desequilibrio comercial. Pero no es su prioridad. En su primer discurso como presidente ni siquiera ha hablado de Ucrania, cuando en campaña prometió que acabaría con la guerra "en 24 horas". A pocos dirigentes europeos respeta Donald Trump. La única que ocupaba un puesto privilegiado en la toma de posesión es Giorgia Meloni, que también tiene una magnífica relación con Elon Musk.

"El objetivo de Meloni es actuar como un puente entre EEUU y la UE. Quiere reforzar las relaciones transatlánticas en un sentido conservador favoreciendo e impulsando la llegada al poder de líderes como ella en Europa, o consolidando a los que están en el poder. Es una ocasión para aumentar su credibilidad y su visibilidad y afianzarse como una de las líderes clave de la UE y del mundo occidental", indica Andrea Betti, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Pontificia Comillas.

"Meloni lo puede hacer en parte debido a la crisis política de Francia y Alemania. Cuando pasa esto la integración europea avanza más despacio y otros países intentan adquirir protagonismo. Es el caso de Polonia, por su concepción de la defensa y la seguridad, así como los Bálticos, nórdicos y otros países del Este. Otra mujer, la estonia Kaja Kallas, encarna esta Europa preocupada por la defensa y buena conocedora de la amenaza rusa", añade Betti.

A la Comisión Europea le puede ir muy bien contar con una líder europea capaz de hablar la lengua de Trump"

Andrea Betti, profesor de RRII en la Universidad Pontificia Comillas

No cree Betti que Meloni tenga una agenda contraria a la UE. "A Meloni no le interesa que Trump dañe a la UE. Italia es un país de la UE y si la UE no va bien a Italia no le pude ir bien. Italia ha sido un país muy comprometido con la UE. Creo que Meloni buscará acercar posiciones. Von der Leyen está de acuerdo con que Meloni desempeñe este papel. A la Comisión Europea le puede ir muy bien contar con una líder europea que es capaz de hablar la lengua de Trump", señala Betti.

La primera ministra italiana coincide con Trump en la cuestión identitaria, migratoria y en su rechazo a la ideología woke. En política exterior ha demostrado claramente su compromiso con Ucrania y también puede ser fundamental su papel a la hora de explicar al presidente de EEUU los riesgos que plantea Putin.

"La esperanza es que Meloni ayude a acercar posiciones entre Europa y EEUU sobre Ucrania. Es complicado. Puede ser una oportunidad para que Trump no deje de lado a Ucrania, ni a Europa, frente a la amenaza de Rusia", concluye Betti. "Meloni puede ser muy útil".

Trump cree en la empatía entre líderes a la hora de llegar a acuerdos o trazar políticas. Y la baza de Meloni tendría que jugarla la UE.