El alto el fuego ha servido para certificar su retorno a escena. Desde el domingo las imágenes muestran a decenas de miembros de las Brigadas al Qasam patrullando las calles de la Franja de Gaza. La organización islamista palestina contra la que las tropas israelíes han batallado durante los últimos 15 meses exhibe músculo. La contienda que ha reducido a escombros la Franja y segado más de 47.000 vidas palestinas ha debilitado al grupo pero está lejos de haberlo noqueado, en un desafío al objetivo de Benjamin Netanyahu de destruirla por completo.

“Hamás salió de esta guerra manteniéndose firme, con los pies sobre el terreno, a pesar de los importantes retos a los que se enfrentaba. El movimiento sigue contando con una infraestructura sólida y un aparato eficaz que le permiten adaptarse e innovar en las circunstancias actuales”, reconoce a El Independiente Ibrahim al Madhoun, un analista palestino cercano a Hamás y afincado en Turquía.

La entrega de las tres primeras rehenes israelíes en la plaza Saraya de la ciudad de Gaza acabó convertida en una reafirmación del dominio de Hamás sobre el enclave palestino que gobierna ininterrumpidamente desde su victoria electoral en 2006 y la expulsión de su riva Fatah. “Las Brigadas al Qasam están desplegadas por toda la Franja de Gaza, ejecutando avanzadas estrategias de combate sobre el terreno. Las células de combate, que constituyen la columna vertebral de sus operaciones, siguen siendo muy eficientes, mientras que la estructura organizativa continúa gestionando las operaciones militares y coordinando entre facciones con eficacia. Hamás ha demostrado su capacidad para mantener el control sobre todas las zonas de la Franja de Gaza, con decenas de miles de combatientes de Al Qasam aún activos sobre el terreno”, se jacta Al Madhoun.

Hamás ha demostrado su capacidad para mantener el control sobre todas las zonas de la Franja de Gaza, con decenas de miles de combatientes de Al Qasam aún activos sobre el terreno

Fácil reemplazo de los militantes caídos

Su supervivencia y el fácil reemplazo de los miembros del brazo armado de Hamás caídos en combate fue uno de los argumentos esgrimidos por la administración Biden para tratar de presionar hacia el cese de las hostilidades, conscientes de que el conflicto era un acicate movilizador del grupo. “Hamás no puede ser derrotado sólo con una campaña militar, que sin una alternativa clara, un plan post-guerra y un futuro político creíble para los palestinos, Hamás o algo igual de aborrecible y peligroso volverá a crecer”, advirtió el ya ex secretario de Estado estadounidense Anthony Blinken hace una semana. “Eso es exactamente lo que ha ocurrido en el norte de Gaza desde el 7 de octubre. Cada vez que Israel completa sus operaciones militares y se retira, los militantes de Hamás se reagrupan y resurgen porque no hay nada más que llene el vacío”, subrayó. “De hecho, estimamos que Hamás ha reclutado casi tantos nuevos militantes como los que ha perdido. Esa es la receta para una insurgencia duradera y una guerra perpetua”.

Aunque las cifras resultan imprecisas y la falta de acceso a Gaza complica cualquier tarea de verificación, el número de miembros de Hamás asesinados desde el 7 de octubre de 2023 podría rondar los 20.000. Para Azzam Tamimi, experto en la organización palestina, las instantáneas de los miembros de la rama militar de Hamás patrullando por Gaza confirman que “el movimiento sigue tan vivo y coleando como siempre”. “Es una importante muestra de desafío. Creo que sigue siendo el único actor dentro de Gaza. Es muy poco probable que los israelíes lo vean sustituido”, esboza en pleno debate sobre el porvenir de la Franja de Gaza, uno de los interrogantes que debería comenzar a abordarse entre Israel y Hamás cuando la primera fase supere el día 16.

Militantes del ala militar de Hamás, por las calles de la Franja de Gaza

Hamás no puede ser derrotado sólo con una campaña militar, sin una alternativa clara, un plan post-guerra y un futuro político creíble para los palestinos

Más allá de la propaganda que ha difundido la organización, las dificultades para el inicio de la tregua -con tres horas de retraso sobre lo pactado- también arrojan luz sobre los retos que asume la estructura tras una guerra que ha golpeado a su dirección con la muerte de su líder interno Yehia Sinwar y complicado las comunicaciones con la oficina política del movimiento en Qatar, hasta ahora refugiado en la vasta red de túneles horadada durante años.

“La situación actual de Hamás en la Franja de Gaza revela tanto su capacidad de resistencia como importantes vulnerabilidades en sus alas política y militar”, asevera en conversación con  este diario Yusuf Can, coordinador del programa de Oriente Medio del think tank Wilson Center. “A pesar de los grandes daños infligidos durante la guerra, incluida la destrucción de infraestructuras civiles y el desplazamiento de más de 1,8 millones de personas, las capacidades militares de Hamás han demostrado resistencia. Aún no está claro hasta qué punto existe esa resistencia”, agrega el experto.

“Las Brigadas al Qassam, su ala militar, pudieron reagruparse e incluso organizar desfiles militares en el sur de Gaza, lo que demuestra su capacidad operativa. Es cierto que hasta cierto punto podría tratarse de un truco de relaciones públicas, pero también subraya que los esfuerzos por desmantelar la infraestructura militar de Hamás no han alcanzado los objetivos previstos, lo que plantea dudas sobre la eficacia a largo plazo de la estrategia del gobierno de Netanyahu”, apunta Can en línea con el análisis que firman otros conocedores de la organización islamista.

A juicio de Tamer Qarmout, profesor del Doha Institute for Graduate Studies, “Hamás sigue teniendo el control gubernamental de Gaza”. “Lleva en el poder más de 16 años y ha establecido instituciones de gobierno, ya sean civiles o de cualquier otro tipo. No hay alternativa a Hamás”, recalca. “Hamás representa no sólo el ala militar sino que también dispone de una fuerza de policía civil y dirige escuelas o hospitales. Son civiles que trabajan para un gobierno dirigido por Hamás. No todos en Gaza pertenecen a Hamás, como intentan etiquetar los israelíes”.

"No hay vacío administrativo"

El cese de hostilidades, en vigor desde el pasado domingo, ha abierto también la puerta a la entrada diaria de cientos de camiones cargados de ayuda humanitaria. Y en su distribución entre los dos millones de gazatíes resulta clave la estructura gubernamental que ha quedado en pie. “Tras la guerra, la Franja de Gaza no experimentó ningún vacío administrativo. Las instituciones de gobierno afiliadas a Hamás, incluidos los municipios locales, el Ministerio del Interior y las fuerzas de seguridad, siguieron desempeñando sus funciones con gran eficacia”, indica Al Madhoun, que vincula esa resiliencia al “apoyo popular”.

“Lo que distingue a Hamás es su profunda conexión con la población palestina de Gaza. Sus combatientes, empleados y miembros son todos palestinos, parte de la misma comunidad de base. Este fuerte vínculo permite a Hamás mantener la cohesión interna y garantizar la continuidad en el liderazgo y la gobernanza. Esta estrecha relación entre el movimiento y el pueblo ha permitido a Hamás no sólo resistir los desafíos, sino también aprovecharlos para mejorar su capacidad de gobierno y control”, arguye.

Militantes del ala militar de Hamás en la entrega de las primeras tres rehenes liberadas

La pervivencia del conflicto, el caldo de cultivo de Hamás

Hamás nació a finales de la década de 1980 como resultado del enquistamiento del conflicto palestino-israelí, unas raíces que los expertos aluden ahora para subrayar su capacidad de sobrevivir a meses de bombardeos israelíes. “Hamás es un movimiento político. Es un partido político dominante en Palestina. Su existencia se debe a la ocupación israelí. Así que para que Israel logre destruir militarmente a Hamás, la única manera de hacerlo es ocupar completamente Gaza y permanecer allí durante un largo tiempo. Y los israelíes no pueden hacerlo y no tienen ganas de hacerlo. Así que estos objetivos que Netanyahu enumeró al principio de esta guerra, que eran disminuir a Hamás o erradicar a Hamás, no resultan realistas. ¿Cómo va Israel a erradicar una ideología  cuando la raíz de esta ideología persiste, que es la ocupación israelí?”, se interroga Qarmout.

En mitad de las dudas que suscita el final de la primera fase del alto el fuego, programado para principios de marzo, Can subraya que la ausencia de un día después alimenta la permanencia de Hamás. “La ausencia de un plan sostenible y realista para la gobernanza y la reconstrucción tras el conflicto ha agravado aún más la crisis y es probable que siga haciéndolo. Sin dicho plan, existe un riesgo significativo de que Gaza siga siendo un caldo de cultivo para el extremismo y las milicias, perpetuando los ciclos de violencia e inestabilidad. Para un joven gazatí, las opciones son extremadamente limitadas”,  concluye.