Desde 2006 Piotr Cywiński (Varsovia, 1972) es director del Museo Estatal Auschwitz-Birkenau, donde este lunes se va a conmemorar el 80º aniversario de la liberación del campo de exterminio que se convirtió en un símbolo del Holocausto. A los actos asistirán los Reyes de España, como ya hicieron hace cinco años. Piotr Cywiński, historiador medievalista y activista social, vivió más de una década en el exilio en Suiza y Francia porque su padre era un opositor al régimen comunista. Cywiński reivindica el papel de la memoria para evitar que se repita otro Holocausto, "una memoria polifónica" que no dependa de las ideologías. "Solo la memoria puede evitar que se repita otro Holocausto", subraya.

"El Holocausto es un fenómeno único en el mundo porque hubo otros genocidios terribles en Camboya, Ruanda, el genocidio armenio, o el ucraniano, pero lo que hace a la Shoah diferente es que en este caso todos los avances tecnológicos, logísticos, se pusieron al servicio de un propósito: matar el número máximo de judíos. Y esto lo hizo un país avanzado, no solo desde el punto de vista científico sino también artístico y filosófico", explica el director del Museo Auschwitz-Birkenau con quien hablamos por zoom en francés días antes de la gran ceremonia del lunes.

Símbolo de la Shoah

Señala con precisión lo que hace que el campo de Auschwitz-Birkenau, emplazado a en la localidad de Oświęcim, a 70 kilómetros de Cracovia, se haya convertido en un símbolo de la Shoah. "Es el campo más grande en número de víctimas, y también de supervivientes. También es el mejor preservado de modo que podemos ver cómo fue esa infraestructura de la muerte", indica. En Auschwitz-Birkenau fueron asesinados entre 1,1 y 1,3 millones de prisioneros, el 90% de ellos eran judíos. Es también el mayor cementerio de polacos, entre ellos 150.000 no judíos.

El Parlamento polaco declaró en 1947 que lo que quedaba del campo debía ser "preservado para siempre como un memorial al martirio de la nación polaca y otros pueblos". Cinco años más tarde, un grupo de supervivientes y parientes de víctimas organizó el Comité Internacional de Auschwitz, que debía supervisar los proyectos.

Tengo miedo de que si no consideramos la memoria como un elemento central de nuestra reflexión se precisen menos de seis años para desarrollar una xenofobia generalizada"

"Todo esto pasó en Europa. Lo que es más peligroso es constatar cómo Hitler apenas necesitó seis años de propaganda, entre su llegada al poder y el desencadenamiento de la guerra. Y no había redes sociales. Hoy tengo miedo de que si no consideramos la memoria como un elemento central de nuestra reflexión se precisen menos de seis años para desarrollar una xenofobia generalizada. Estoy convencido de que es la memoria la que nos protege y nos da la llave para mañana porque ya hemos visto cómo se puede utilizar todo el progreso para fines genocidas. Solo la memoria haría que fuera imposible otro Holocausto", apunta Cywiński, quien ha contribuido a preservar esa memoria con su labor al frente del museo durante casi dos décadas y con su investigación, plasmada en diferentes libros.

Polifonía de voces

Para escribir su obra Monografía humana, Cywiński recopiló material y testimonios durante seis años. Es un intento de comprender las emociones humanas de los que sufrieron en el campo nazi de Auschwitz. "Espero que la experiencia humana, examinada en la polifonía de las voces de los recuerdos, sea más plenamente en el centro de atención de los investigadores del tema. No se lo debemos a ellos, sino a nosotros mismos. Y a las generaciones posteriores. Esta experiencia fue demasiado importante, grave y mortal para limitarla a números, fechas y hechos", escribe en las conclusiones.

Explica este investigador como es diferente el conocimiento histórico de la memoria. "Podemos enumerar lo que pasó. Eso no lo podemos cambiar. El pasado es el que es. La memoria, sin embargo, es algo vivo hoy, y que nos debe ayudar a tomar decisiones, es algo que constituye nuestra experiencia y nos da claves. Y esto concierne a Auschwitz y a la Shoah en general que es un acontecimiento fundamental para entender los peligros a los que nos exponemos hoy".

De este modo, Cywiński aboga por ir más allá del conocimiento histórico y "construir una cultura de la memoria, una cultura que tenga en cuenta las experiencias de Europa". Le parece al investigador muy importante hacerlo ahora, cuando vemos cómo "crecen los partidos de extrema derecha y cómo cada vez es más común el discurso de odio, de exclusión, la demagogia".

Homenaje a los supervivientes

Los testimonios de los supervivientes nos ayudan a que siga viva esa memoria. Aún quedan unos 50 supervivientes y serán ellos los protagonistas de la jornada del 80 aniversario. Cuando los soldados del Ejército soviético (rusos y ucranianos) liberaron el campo de concentración situado en la Polonia ocupada por los nazis, el 27 de enero de 1945, quedaban unos 7.000 en Auschwitz y Birkenau, pero otros miles habían sido trasladados a otros centros en jornadas previas. No podrán acudir todos por razones de salud. Y quizá sea el último aniversario redondo en el que aún hay supervivientes.

"Por el momento ellos siguen ahí. No pienso qué pasará en el futuro. Ellos estarán en el centro en la conmemoración. Son los que tomarán la palabra, no los políticos, aunque hemos invitado a representantes políticos. Pero ese día no es para los discursos políticos sino para los testimonios de los supervivientes", señala.

La política fuera de Auschwitz

El 27 de enero, a primera hora, el presidente polaco, Andrzej Duda, hará una declaración ante el bloque 11, donde se realizaban torturas y junto al Muro de la Muerte, donde se ejecutaba a los presos. A primera hora de la tarde, es cuando los invitados escucharán a los supervivientes. Además de los Reyes de España, acompañados del ministro de Política Territorial y Memoria Histórica, Ángel Víctor Torres, estarán en la audiencia el presidente francés, Emmanuel Macron, el alemán Frank-Walter Steinmeier y el rey de Inglaterra, Carlos III. Israel ha enviado al ministro de Educación, Yoav Kisch.

"Celebramos una liberación de modo que Rusia, un país que no respeta la idea de libertad, no puede participar con los otros"

En Polonia se desató una polémica en diciembre pasado por la posibilidad de que asistiera el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu. El diario polaco Rzeczpospolita reveló que Netanyahu sería arrestado por la orden de detención que pesa sobre él, emitida en noviembre pasado por la Corte Penal Internacional. "Estamos obligados a respetar las disposiciones de la Corte Penal Internacional (CPI) de La Haya", dijo a este medio polaco el viceministro de Asuntos Exteriores Władysław Bartoszewski, responsable de la coordinación de la ceremonia del 27 de enero, que hacía alusión a que no podían hacer caso del CPI para Putin y no para Netanyahu. Sin embargo, a principios de este año el gobierno de Donald Tusk anunció que facilitaría el acceso al primer ministro de Israel en caso de que quisiera asistir a los actos.

"No quiero entrar en las decisiones de la Corte de La Haya, ni en política. Si la política no entra en Auschwitz, tampoco Auschwitz entra en política. Debe haber una separación clara entre el mundo de la política y el mundo de la memoria", remarca el director del Museo de Auschwitz-Birkenau.

Sin embargo, Piotr Cywiński tiene claro que no puede estar presente ninguna autoridad de la Rusia actual. "En primer lugar, los batallones que liberaron Auschwitz estaban formados por casi en partes iguales rusos y ucranianos. Celebramos una liberación de modo que un país que no respeta la idea de libertad no puede participar con los otros. Es imposible".

Un llamamiento a la acción

Reconoce que el interés por Auschwitz-Birkenau es alentador. Hubo un parón en la pandemia, pero se registran unos dos millones de visitas al año. Es un lugar muy especial para los polacos, pero también hay muchos turistas de Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Alemania, Israel, España o Italia. El director del Museo tiene en mente tratar de que sea más frecuentado por los que aún no lo visitan como los nacionales del Magreb o el sureste asiático, o América del Sur.

Hubo cierta moda de hacerse selfies con el campo de fondo, en una actitud que podría interpretarse como frívola. Pero Piotr Cywiński no ve el problema. "Es una forma de expresión natural entre los jóvenes. Ahora creo que ya no están tan de moda. Pero si un dirigente político viene también se hace fotos. Los jóvenes tienen otra forma de mirar. Pero creo que la mayor parte de los que vienen, incluso los que se hacen selfis, se quedan impactados. Salen muy pensativos, en silencio, les hace reflexionar sobre lo que ocurrió".

Y también ese viaje nos lleva al momento actual. "Es un llamamiento que nos concierne a todos. El honor de la humanidad no lo salvaron los gobiernos en tiempos del Holocausto. Fueron los justos entre las naciones. Todos aquellos que podían hacer algo y lo hicieron. Unos salvaron a una persona, otros a dos. Los ayudaron, los escondieron. Actuaron. Si confiamos en que serán los gobiernos los que actúen no habremos aprendido nada".