"Rudi sacó de su bolsillo dos anillos de oro, uno que me puso a mí y otro que se puso él. Entonces me eché en sus brazos. Después de que su padre y su hermano firmaron la partida, el funcionario dio por celebrada la boda. Al salir de la oficina, la banda volvió a tocar una marcha, y me pareció que los presos miraban con caras más amables, como los enemigos de sus enemigos hubieran logrado una victoria". El escritor austriaco Erich Hackl puso así voz a Margarita Ferrer, la española que fue protagonista de la única boda que se celebró en el campo de concentración de Auschwitz donde estaba preso el padre de su hijo Edouard, el austriaco Rudolph Friemel. Tuvo lugar el 18 de marzo de 1944. Pasaron la noche de bodas en el burdel del campo.
"Vivieron un gran amor. Se habían encontrado por primera vez en España en plena guerra civil. Rudolph quería que su hijo tuviera su apellido y que Margarita supiera que había sido la mujer de su vida. Sabía que no saldría vivo del campo. Margarita quería casarse por el niño y por formalizar la relación", explica Erich Hackl, autor de Boda en Auschwitz (ediciones Destino), en conversación telefónica con El Independiente.
Rudolph y Margarita, un gran amor
En el dorso de la fotografía del enlace, que realizó Wilhelm Brasse, polaco de origen austriaco, puede leerse en tinta azul: "A mi esposa fiel y valiente en su gran día. Su Rudi. Auschwitz, 18-III-44". Brasse confesó que aquella imagen era la única que pudo hacer en el campo de un acontecimiento "feliz".
Rudolph Adolf Friemel había nacido el 11 de mayo de 1907 en Viena. Mecánico de formación, de izquierdas como su padre, se alistó en las Brigadas Internacionales y en la guerra civil conoció a Margarita Ferrer Rey, nueve años menor, hija de una familia de izquierdas. Su abuelo materno había sido número dos de Pablo Iglesias. Su padre procedía de Menorca, de una familia judía. Rudolph y Margarita se enamoraron desde el primer momento, pero no pudieron casarse en Barcelona, donde vivía ella entonces, porque él aún no estaba divorciado de su primera esposa, austriaca, con quien tenía un hijo, Norbert.
De España cruzaron a Francia, por separado, donde Rudoph trabajó como minero y estuvo en los campos. En Albi nació el hijo de Rudolph y Margarita, Edouard. Quiso ser repatriado pero acabó en Auschwitz. Era un preso político, no era judío y realizaba trabajos de mecánico. Estaba en el Stammlager, en unas condiciones incomparables con los presos judíos. Por eso pudo solicitar que se formalizara su matrimonio.
"Lo que se descarta es lo que creía parte de la familia de Margarita, que el padre de Rudi tenía buenas relaciones con el régimen nazi. Pero no era así, fue comunista. Era como su hijo. Pudo influir que hubiera un niño y un padre que lo quisiera reconocer. También coincidió que el jefe del campo en aquel momento era menos inhumano. Y pensemos que no eran judíos, y él era ario. Le apreciaban como mecánico y a las administrativas se las había ganado con sus dotes seductoras. Hay que tener en cuenta que los nazis no actuaban de forma racional", señala Hackl, que descarta que fuera por fines propagandísticos ya que la boda no se dio a conocer.
La búsqueda de los Friemel y los Ferrer
De hecho, Hackl se entera de este extraordinario acontecimiento en Auschwitz cuando colaboraba en la revista Wiener Tagebuch en los años 70. En esta publicación colaboraban supervivientes de campos de concentración y antiguos combatientes de las Brigadas Internacionales. Uno de ellos le contó la historia de la boda en Auschwitz y pudo ver la copia del certificado de matrimonio.
A partir de ahí comenzó a investigar para reconstruir la historia. Así buscó a los Friemel en Viena, donde él vivía también, y a su vez a la familia de Margarita. No fue una tarea fácil, pero años después llegó a reunir a los dos hijos de Rudi, Norbert y Édouard.
Vivieron un gran amor. Rudolph quería que su hijo llevara su apellido y que Margarita supira que había sido el gran amor de su vida"
ERICH HACKL, AUTOR DE 'BODA EN AUSCHWITZ'
El nieto, Rodolphe Friemel
"La primera noticia que tuve de la boda en Auschwitz fue por mi padre, pero apenas me dijo que mis abuelos se habían casado en el campo y poco más", relata Rodolphe Friemel, de 51 años, nieto de Margarita Ferrer y Rudolph Friemel. Su padre era Édouard, el niño fruto de ese amor que nació el 26 de abril de 1941. En conversación telefónica con El Independiente, desde Marsella, donde vive, reconoce que gran parte de la historia de sus abuelos la conoció gracias a la investigación de Erich Hackl.
"Conocía a mi abuela Margarita. Ella vivió hasta que yo tuve 12 años. Era una mujer muy dulce, cariñosa, llena de amor. Ella nunca me contó su historia. Quizá pensaba que era demasiado joven, o lo hizo por respeto a su segundo marido, Paco, que para mí era mi abuelo", relata Rodolphe, que se llama como su abuelo austriaco, pero con la grafía francesa. Paco era un superviviente del campo de Mauthausen. Gracias a Paco y a sus excursiones veraniegas a Menorca, Rodolphe se defiende bien en español.
"Al conocer los detalles me invadió la tristeza. Me pareció increíble cómo una mujer podía ir tan lejos, a un lugar tan hostil, para buscar un hilo de vida, porque ese amor era su vida. Se vio perdida en Francia, luego en Austria. Muy triste", apunta.
Rodolphe cree que su abuelo ya sabía que el riesgo de que no saliera de Auschwitz era grande. Formaba parte de la resistencia junto a un grupo de presos austriacos y polacos, en su mayor parte. "Me imagino que no quería limitarse a esperar a ver qué pasaba. No estaba allí para esperar la salvación. Creo que se casó como un paso necesario antes de su muerte. Así Margarita tendría otro estatus social y su hijo también", apunta Rodolphe, quien confiesa que nunca ha estado en Auschwitz. Estuvo a punto de ir a un acto organizado por unos historiadores austriacos pero finalmente se suspendió por la pandemia.
Las cartas de Rudolph
El nieto de Margarita Ferrer y Rudolph Friemel cedió todo el material gráfico y documental que tenía en su poder a la Biblioteca Municipal de Viena, que realizó una exposición en el verano de 2022. Entre los textos se recogen las cartas que escribió en español Rudolph a su amada Margarita. También transcribe algunas de ellas Hackl en su obra.
"Tomé a las mujeres como llegaron y no las aprecié mucho. Nunca hubo una tragedia, pero tampoco sentí nunca lo que se dice amor verdadero. Así fue durante años. Más tarde, estando ya en prisión, decidí acabar con las relaciones fugaces y entregarme de cuerpo y alma a mi trabajo y a la lucha política. Y no me resultó difícil poner en práctica mi decisión. Hasta que llegaste tú. En ti vi a la mujer a la que podía entregar mi corazón, y por primera vez sentí lo que es el amor, no sólo el deseo sexual. Pero nunca pudimos vivir una vida normal", confesaba Rudolph a Margarita.
A su hijo Édouard le escribió también unas líneas que marcarían su vida, a juicio de Rodolphe. El 4 de diciembre de 1944 está fechada una nota que dice: "Palabras a mi hijo, tal vez las últimas". Rudolph llama a su hijo "Eduardo", en español, y tras pedirle que nunca haga sufrir a su madre, "una mujer incomparable, valiente e infortuna", le demanda que siga "el camino de tu padre". Y concreta: "Lucha, como luchaba tu padre, para nuestra idea y el progreso de la humanidad. Es duro este camino, pero el objeto vale el impuesto. Para un hombre que debes ser (sic)".
Confiesa Rodolphe que esas palabras marcaron a su padre. Edouard fue militante del Partido Comunista de Francia. "Recogió ese legado de su padre sin conocerlo. Y por ejemplo nunca llegó a criticar el comunismo soviético, aunque era inteligente y podía darse cuenta de los errores cometidos", añade el nieto de Margarita Ferrer.
Un mundo de posverdad y odio
Rodolphe no ve a su abuelo como un héroe porque desaprueba la violencia. "Me imagino que él no vio otra forma de luchar pero no creo que la violencia lleve a nada bueno", señala Rodolphe, que se reconoce de izquierdas. Ahora lo que le da más miedo no es la fuerza de Agrupación Nacional, sino como cada vez son más "los que carecen de herramientas intelectuales para evitar las trampas de los políticos". Y por ello cree que triunfa Trump y su posverdad: "Solo es posible con una población que no puede pensar. Veo nacer un país con odio y violencia".
De sus abuelos, como él dice, queda esa sombra de amor que por un día dio luz a un escenario de muerte y desolación. El azar quiso que Rudolph Friemel fuera ejecutado 28 días antes de la liberación del campo, el 30 de diciembre de 1944. Este lunes se conmemoran los 80 años desde que entraron allí las tropas del Ejército soviético.
Margarita está enterrada en Créteil. Falleció en 1987 a los 71 años. En un libro abierto tallado en piedra en una placa de mármol sobre la tumba está esculpida una rosa. Ahí puede leerse su nombre abreviado, Marga. "Jamás te olvidaré. Paco". Fue el republicano español con quien se casó al morir Rudolph quien fue testigo de su entierro.
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hace 1 hora
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