Es una figura estrechamente vinculada a Pekín. Huiyao Wang ejerce como presidente del Centro para China y la Globalización (CCG), uno de los principales think tank del gigante asiático. Una brújula para conocer los entresijos de la economía que amenaza el poderío estadounidense y que celebra el regreso de Donald Trump en un momento de incertidumbres y competición como el que esta semana dibujó DeepSeek, el nuevo modelo de Inteligencia Artificial desarrollado en China que puso en jaque a la compañías como Microsoft, Meta, Alphabet o Nvidia.
“China no busca deliberadamente ser la primera economía del mundo pero podría llegar en 10 o 15 años de manera natural. Cuenta ya con la mejor infraestructura del mundo, el 70% del 5G de planeta y un porcentaje similar del sistema ferroviario de alta velocidad”, reconoce en conversación con El Independiente Wang, que -formado en Estados Unidos y Canadá- ha sido miembro del Consejo de Estado de China y ha ocupado diversas cargos de asesor en ministerios e instituciones chinas.
Pregunta.- ¿Cómo se ve el mundo desde China?
Respuesta.- El mundo está experimentando muchos cambios. Hay mucha agitación. El mundo está cada vez más polarizado. La dinámica geopolítica está empeorando. Creo que está prevaleciendo la premisa de la seguridad nacional sobre la seguridad humana y la globalización económica. Estamos casi al borde de una tercera guerra mundial. Deberíamos tener mucho cuidado con muchas cosas y trabajar juntos, especialmente la UE y China.
P.- La sensación es que Pekín está más implicado políticamente en el mundo que nunca antes…
R.- No quisiéramos pero nos sentimos obligados a hacerlo. Durante mucho tiempo China fue sólo un actor regional. Pero luego, a medida que creció su tamaño, se convirtió en la mayor segunda economía del mundo y el Sur global les exigió más, se nos ha forzado a ser más activos que antes. China es el principal socio comercial de 140 países, con América Latina, el Golfo, y los países en desarrollo. China se vio obligada a desempeñar cada vez más un papel de liderazgo en la economía, como en los BRICS, las cumbres regional que mantiene y la iniciativa "One Belt, One Road" [también conocida como la Nueva Ruta de la Seda]. China tiene un enfoque diferente al de los países occidentales, en particular, Estados Unidos.
P.- ¿Hasta qué punto es diferente el modelo de China?
R.- El modelo occidental se centra más en la seguridad, en los lazos de EE.UU. con la OTAN, Corea o Japón. China no está haciendo eso. Opera en el frente económico y en el comercio. EE.UU. tiene alrededor de 800 bases militares en todo el mundo. China, en cambio, solo una para salvaguardar el comercio y sus mercancías de la piratería somalí. China tiene la flota comercial más grande del mundo. Pekín tiene que sufrir, además, que el dólar estadounidense sea el sistema de pago global, lo que supone en la práctica que EE.UU. aplique una comisión en todas las transacciones. Y luego está el inglés como lingua franca.
Son elementos que explican que China no tenga apetito de hacerse con la posición de EE.UU. pero sí le gustaría ver que el sistema internacional refleja mejor la situación actual. Hace 45 años, cuando China empezó a abrirse, sólo tenía el 2% del PIB mundial. Ahora ostenta casi el 20%. La estructura global, el Banco Mundial o el FMI, no están reflejando la posición de China y muchas otras organizaciones internacionales. China quiere ampliar su posición pero no tomar el control. No tenemos ese apetito y no estamos capacitados para hacerlo desde el punto de vista lingüístico, jurídico o de talento. China nunca ha tenido a lo largo de su historia una cultura de colonizar lugares. Los comerciantes chinos descubrieron el continente americano antes que Colón pero nunca pensaron en colonizarla.
EE.UU. tiene alrededor de 800 bases militares en todo el mundo; China, en cambio, solo una para salvaguardar sus mercancías de la piratería somalí
P.- Insiste en que no es su objetivo ser la primera economía del mundo…
R.- No será algo deliberado. Dentro de 10 o 15 años podría producirse pero vendrá de manera natural. China tiene una clase media de gran tamaño y cuenta con la mejor infraestructura del mundo. Dispone del 70% del 5G de planeta y de un porcentaje similar en cuanto al sistema ferroviario de alta velocidad. China tiene 4,5 millones de estaciones de 5G, y Europa apenas 400.000. Cada año China produce 30 millones de graduados universitarios. La sinergia está ahí y es imparable. El costo de la comunicación es cero y tiene en su territorio siete de los 10 puertos más grandes del planeta. Y tiene el componente de la eficiencia y la estabilidad: no hay cada cinco años un cambio de gobierno. En su lugar, tenemos planes quinquenales que suponen un continuismo. Creemos en el trabajo duro. No tenemos meses de vacaciones como en Francia o España. Trabajamos todo el día, 24 horas y siete días a la semana.
P.- ¿Es esa una de las claves del éxito de China?
R.- Sí junto al respeto a nuestros mayores, a la autoridad y a la ética del trabajo duro. Todos esos son factores de éxito. Que se agregan a la infraestructura, el coste cero de las telecomunicaciones y el talento. ¿Dónde se puede encontrar con una clase media tan grande en el mundo?
China ve con buenos ojos a Trump y Musk; son hombres de negocios
P.- ¿No llegará un momento en el que esa clase media aspire a una mejor calidad de vida, a una nueva cultura del trabajo más conciliadora?
R.- Eso ya lo ha contemplado el gobierno con el diseño de la llamada “Semana dorada”. Pero no son vacaciones largas. La segunda explicación es que China no tiene una religión. Creen en el gobierno, que cuida de ellos. No hay manifestaciones como en otros países. China ha construido el mayor sistema de bienestar social, con 1.100 millones de personas bajo la Seguridad Social, y una educación obligatoria. Son felices. Mientras China mantenga el crecimiento económico es la mejor terapia para que el gobierno mantenga la legitimidad. [¿Es el crecimiento económico la religión de China?] Se podría decir sí.
China puede ayudar a poner fin a la guerra en Ucrania y Gaza. China es un gran socio comercial con todos ellos, incluido Rusia, Ucrania y los países de Oriente Medio
P.- ¿La receta de capitalismo y comunismo no tiene contradicciones?
R.- No porque China ha instaurado un sistema milenario basado en la meritocracia. China no lo ha explicado bien. Su economía de mercado es, en realidad, una democracia. Todo el mundo está utilizando su cartera como un ejercicio de votación. Con sus compras toman decisiones a diario. Es una economía de mercado combinada con la meritocracia de Confucio,.
P.- ¿La presidencia de Trump es una buena noticia para los intereses de China?
R.- China ve a Trump más positivamente porque tiene una formación empresarial. Es un hombre de negocios. Ha nombrado a Elon Musk, por ejemplo, y como embajador en China al ex CEO de la Rebook, con conocimiento en Hong Kong, Singapur y el resto de Asia. Sabe de negocios. Si Trump quiere hacer negocios, ¿a quién más puede tener a su lado que la segunda economía más grande del mundo? A China no le importa hacer tratos con Trump.
P.- ¿Será más fácil hacer tratos con Trump que con Biden?
R.- Hay muchas cosas en las que podemos trabajar juntos. China puede ayudar a poner fin a la guerra en Ucrania y Gaza. China es un gran socio comercial con todos ellos, incluido Rusia, Ucrania y los países de Oriente Medio. Pekín patrocinó recientemente la reunión de las facciones palestinas. China cree en el poder blando. También incluso en el asunto de Corea del Norte. China ya ayudó a Trump en el primer mandato para su histórico encuentro con Kim Jong Un y Trump.
P.- En el caso de la UE, hay una guerra comercial abierta…
R.- Con la llegada de Trump, tenemos una mejor oportunidad para lograr un entendimiento a tres bandas. China y la UE comparten muchas similitudes. Ambos quieren luchar contra el cambio climático y apoyar a la Organización Mundial del Comercio. Trump quiere imponer aranceles a todos los países. Eso hará que la UE y China se acerquen más. China está resolviendo los problemas de los vehículos eléctricos con la UE y que lleve a un acuerdo comercial global. China puede invertir más en países europeos como Francia o España y desde ahí ir juntos a terceros países de África u Oriente Medio donde China lleva años haciendo negocios.
Desde China se ve a la UE atrapada entre Rusia y EE.UU. con una dependencia cada vez mayor de la OTAN
P.- ¿Cómo se observa la UE desde Pekín?
R.- Como el mayor proyecto de paz desde la Segunda Guerra Mundial. Al mismo tiempo, está quedando atrapada entre Rusia y EE.UU. con una dependencia cada vez mayor de la OTAN y con una economía que está sufriendo por ese vínculo. China es su mejor remedio para servir de puente entre Pekín y Washington y para tener acceso a lo mejor de esos dos mundos.
P.- ¿Qué puede aprender la Unión Europea de China?
R.- Que se necesita una estabilidad en la planificación. Lo que percibimos es que la UE se mueve en el corto plazo, con cambios de gobierno. Y que necesita trabajar junto a Pekín en África. Creo que la UE debería revitalizar su liderazgo moral y su poder cultural. España, Francia o Italia representan una civilización. Hay que impulsar el intercambio cultural.
P.- ¿Existe incomprensión entre la UE y China?
R.- Ciertamente. Se nos sitúa junto a Rusia y no es así. China tiene problemas históricos con Rusia. No somos lo mismo. Hay un enorme margen para cooperar entre Pekín y Bruselas y para mejorar el intercambio cultural.
P.- Usted está vinculado a la élite política china. ¿Cree en la democracia?
R.- No. La democracia es un gran concepto y una gran práctica. Pero la democracia necesita evolucionar, necesita desarrollarse, innovar. No podemos limitarnos a decir que la democracia es un hombre, un voto. Hay que innovar. Existe tecnología, big data y una democracia de mercado basada en la meritocracia.
P.- ¿No teme que en el futuro los chinos exijan más democracia?
R.- No. La cultura china está basada en la necesidad de autoridad. Necesitamos un padre. El gobierno es el padre. Es lo que funciona aquí.
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