"Temo que la historia se repita". Albrecht Weinberg, a punto de cumplir el siglo de vida, acaba de ser testigo en la misma semana de dos acontecimientos excepcionales. El lunes se cumplían los 80 años de la liberación del campo de Auschwitz-Birkenau, en la Polonia que fue ocupada por los nazis, donde estuvo preso. Dos días más tarde el partido de ultraderecha Alternativa para Alemania (AfD) lograba poner su sello en dos mociones sobre inmigración presentadas por los conservadores de la CDU y CSU. Para Weinbert es motivo suficiente para entregar su Orden al Mérito alemán.

"Es una nueva era", decía triunfante Bernad Baumann, diputado de AfD tras aprobarse esas dos simbólicas mociones, que no van a llegar a ningún lado, en el Bundestag. Supondrían el fin del derecho de asilo y de Schengen. La líder de AfD, Alice Weidel, recibió las felicitaciones de uno de sus referentes, Viktor Orbán, primer ministro de Hugría. "Bienvenidos al club", decía Orbán en sus redes sociales.

El líder de la CDU, Friedrich Merz, quiso lanzar la señal al electorado de que su posición sobre inmigración se distancia de lo que ha hecho hasta ahora el gobierno pero la jugada le salió mal. El Brandmauer (cortafuegos o cordón sanitario) cayó simbólicamente, aunque Merz no buscó el apoyo de AfD y se ganó una reprimenda de la ex canciller Angela Merkel.

Uno de cada cinco alemanes votará por Alternativa para Alemania (AfD) en las elecciones del próximo 23 de febrero. Será el segundo partido más votado, según los sondeos, por delante de los que forman la coalición tripartita que ha gobernado hasta que los liberales se desmarcaron al final de año. Socialdemócratas y Verdes rondan el 16% y el 14%, mientras los liberales pueden quedarse sin representación parlamentaria.

Bastiones en Alemania del Este

"Es cierto que AfD puede contar con más apoyo que nunca antes en las legislativas pero los partidos europeos semejantes cosechan más votos, como Hermanos de Italia o Agrupación Nacional. En el Este sí son similares los datos porque en muchos Länder ronda el 30% pero en el oeste de Alemania aún no llegan tan lejos. Pero es cierto que Alemania, por su historia, es un caso diferente", señalan fuentes del entorno del antiguo gobierno alemán.

En septiembre pasado, las elecciones en tres Länder de la antigua República Democrática Alemana se saldaron con un gran éxito de AfD en Turingia, donde fueron la fuerza más votada. Su líder, Björn Höcke, es uno de los dirigentes más radicales del partido. Fue la primera vez que AfD ganaba en un Land en Alemania y lo hacía en el que comenzó a tomar fuerza el nacionalsocialismo.

En Sajonia y Brandemburgo quedaron en segundo lugar. El cordón sanitario, es decir, el rechazo a pactar con AfD de todas las otras fuerzas políticas, les deja de momento fuera de los gobiernos, pero llegará un momento en que las mayorías alternativas no será suficientes.

Hay quienes creen que los errores en la reunificación explican el auge de AfD en el este de Alemania. "No se creó en Alemania del Este un sistema de partidos y tampoco se fortaleció la sociedad civil. Los servicios básicos se redujeron de forma sustancial y allí los ciudadanos tienen la sensación de abandono. Esto lo utilizó Die LInke y luego AfD. Están muy enraizados a nivel local", explica Mario Kölling, profesor de Ciencia Política en la UNED. Sin embargo, apunta que curiosamente los jóvenes, donde claramente AfD es el favorito, no conocieron la República Democrática Alemana. "Para ellos AfD forma parte de la normalidad política. Ha crecido con este partido".

Como el partido de Sahra Wagenknecht, AfD defiende que Alemania no debería inmiscuirse en la guerra en Ucrania y tendría que dejar de prestar ayuda a Kiev y lo argumenta "en nombre de la paz". Con pragmatismo, defiende que se levanten las sanciones contra Rusia y así se vuelva a abrir el Nord Stream II. Todo por el gas más barato, algo que aliviaría al contribuyente alemán, que ve cómo la economía del país va en declive. Defienden una Europa de Estados fuertes, es decir, la reforma de los Tratados en ese sentido, y no renuncian a un referéndum sobre la salida, el Dexit, si la evolución es otra.

De la ilegalización al cordón sanitario

Tras la Segunda Guerra Mundial y con la constitución de la República Federal, se trató de evitar que nada similar al nacionalsocialismo pudiera repetirse. Los mecanismos de control son estrictos. La Oficina de Protección de la Ley Fundamental (BfV) se encarga de investigar y así se han detectado agrupaciones neonazis, fascistas o racistas. Junge Alternative, las juventudes de AfD, han estado en el foco.

Esta semana también un centenar de diputados han planteado la ilegalización de AfD. Por esa razón el partido se ha apuntado un triunfo con esa votación simbólica en la que se han unido a los democristianos y socialcristianos. El viernes, sin embargo, la propuesta de ley para limitar la reagrupación familiar fue rechazada. Hubo diputados de la CDU y CSU que no la apoyaron para evitar que se apuntaran el tanto nuevamente en la AfD.

El líder de la CDU ha insistido en que sigue descartando cualquier coalición con AfD. La Unión ganará pero necesitará socios para gobernar y solo tendría como opción socialdemócratas o Verdes.

Dado que a corto y medio plazo no van a gobernar, en el establishment político alemán aconsejan que no se dramatice en exceso lo que ha pasado esta semana en el Bundestag. "Ha quedado claro que la inmigración es una cuestión muy relevante y más aún con los ataques sufridos recientemente, de modo que hay que buscar soluciones pero dentro de la legislación europea", apunta.

Si hay que llamarlo remigración, lo llamaremos remigración. Re-mi-gra-ción"

ALICE WEIDEL, CANDIDATA A LA CANCILLERÍA DE AFD

La 'remigración' deja de ser un tabú

Da la impresión de que Merz se ha adentrado en aguas turbulentas. Los partidos nacionalpopulistas como AfD dominan el discurso cuando se trata de la cuestión migratoria. "Tanto AfD como otros partidos europeos de esta ideología ofrecen propuestas de corte xenófobo y dominan cuando la población pide respuestas simples. Si hay un atentado, el tema vuelve a estar arriba y la solución de mano dura resurge. Se relaciona al criminal terrorista con su condición de refugiado. AfD lo ha sabido aprovechar desde la crisis de 2015", explicaba Franco delle Donne, autor de El factor AfD. El retorno de la ultraderecha a Alemania.

En 2015 la canciller Merkel promovió la política de puertas abiertas a los refugiados procedentes de Siria y Afganistán. Alternativa para Alemania, que había nacido como un partido de académicos euroescépticos, aprovechó el momento para levantar la bandera anti inmigración y anti islam. Y le salió rentable porque a partir de entonces empezó a crecer. En 2017 entró por primera vez en el Bundestag con un 12,6% de los votos y 94 diputados.

Desde que se anunciaron las elecciones en diciembre pasado los alemanes han sido testigos de dos ataques en Magdeburgo antes de finalizar el año y en Asschafenburg, la semana pasada. Los autores eran refugiados, lo que ha alentado el discurso anti inmigración de AfD. Pero el propio canciller Olaf Scholz reconoció este miércoles en el Bundestag que entendía la indignación de los ciudadanos y que había que actuar para que quienes están pendientes de deportación dejen el país. El 70% de las deportaciones no se llegan a ejecutar.

En el reciente congreso del AfD en Riesa, en Sajonia, Alice Weidel, defendió el término "remigración" para referirse a las deportaciones. En su discurso, Weidel se refirió a la devolución masiva de solicitantes de asilo. "Si eso ha de llamarse remigración, entonces se llamará remigración. Re-mi-gra-ción". Y fue aclamada a voz en grito por los asistentes. "Alice für Deutschland!", que evoca el "alles für Deutschland" del régimen nazi y a la vez retrata a Weidel como Alicia en el país de las maravillas que sería Alemania bajo su gobierno.

El uso del término "remigración" por Alice Weidel, que en teoría representa el ala más presentable en sociedad del partido, habla de cómo AfD no se ha "desdiabolizado" como Agrupación Nacional en Francia, por ejemplo. Al contrario, líderes como Björn Höcke, que flirtean con el neonazismo, están bien considerados. Weidel se distanció a principios de 2024 del término "remigración", pero ahora lo abraza como si fuera suyo.

Según desveló la revista de investigación Correctiv, varios miembros de AfD habían asistido a una reunión secreta en Potsdam en la que Martin Sellner, líder del Movimiento Identitario de Austria, presentó un plan extremo de remigración. El plan proponía deportaciones masivas a un Estado del norte de África. Cuando salió a la luz el plan, hubo manifestaciones con decenas de miles de personas en toda Alemania y la AfD se distanció y dijo que los dirigentes asistieron a título personal. Ahora ya hablan de remigración sin remilgos. Es el peligro de AfD: están perdiendo el miedo a mostrar su verdadero rostro.

El amigo Elon Musk

Para sus votantes la propuesta ya no descabellada ni le evoca el pasado nazi. Su relación con Hitler y el nazismo también quedó retratada en la entrevista que mantuvo Alice Weidel con Elon Musk, el propietario de X que apadrina a la líder de AfD. En esa conversación, Weidel dijo que Hitler no tenía nada que ver con AfD porque él era "socialista y antisemita". Weidel, lesbiana y con residencia temporal en Suiza, es nieta de un juez cuyo nombramiento firmó el propio Hitler pero ella asegura que nunca supo nada de aquello.

Unos días más tarde, Musk intervino en un mitin de AfD para declarar que ya estaba bien de que Alemania se enfocara "en la culpa del pasado". Los ultraderechistas alemanas quieren estar orgullosos de Alemania y tratan de quitar importancia a esos años en los que el régimen nazi mató a seis millones de personas, la mayoría judías, y llevó a cabo deportaciones masivas. El presidente de honor del partido, Alexander Gauland, mantiene que, en comparación con el glorioso milenio alemán, los 12 años de nazismo eran "excrementos de pájaro". El discurso generalizado es que los combatientes alemanes de la Wehrmacht y SS fueron en su mayoría honorables y lucharon contra el bolchevismo.

La relación entre Musk y AfD no deja de ser curiosa. El partido ultranacionalista alemán es muy crítico con la política ecologista del gobierno actual, defiende la vuelta a la energía nuclear, y se opuso a la construcción de la fábrica de Tesla en Brandemburgo. Defienden el automóvil made in Deutschland. "Musk es un ultraliberal, mientras que el votante de AfD demanda un Estado fuerte. Ahí tiene sus contradicciones AfD. Quiere ser un partido liberal, reducir subvenciones, pero sus votantes son trabajadores y se benefician del estado del bienestar", señala Kölling.

A Weidel y Musk les une su rechazo a la cultura woke y a AfD le viene bien sumarse a la ola ganadora de Trump.