La administración Trump aspira a convertir en socio de referencia a Marruecos. Y la adquisición de 32 aviones de combate furtivos F-35 Lightning II, que Rabat lleva años negociando con Washington, podría sellar públicamente una alianza que el presidente estadounidense diseña junto a Emiratos Árabes Unidos e Israel a costa de España y el papel que hasta ahora había desempeñado en el mediterráneo, advierten a El Independiente fuentes cercanas a los republicanos.
Rabat cuenta en su compra, pendiente de la luz verde definitiva, con el aval de Tel Aviv y Abu Dabi. Los israelíes llevan tiempo tratando de convencer a la Casa Blanca para que acepte la transacción mientras que la corte de Mohamed bin Zayed, el emir de Abu Dabi y presidente de Emiratos Árabes Unidos, se ha ofrecido a sufragar el gasto de la compra, valorado en 17.000 millones de dólares, un montante que incluye tanto la adquisición como el mantenimiento durante 45 años.
Si Trump concede su plácet, Marruecos sería el primer país árabe y africano en obtener los cazas F-35, fabricados por la estadounidense Lockheed Martin, y sumarlos a una flota compuesta hasta ahora de aviones F-16 de cuarta generación. Su llegada podría mejorar las capacidades de la aviación marroquí frente a la argelina, que acaba de comprar los aviones de combate Su-57 Felon de fabricación rusa. Argel ha adquirido 14 aparatos de estos cazas furtivos de quinta generación en un acuerdo militar más amplio con Moscú que incluye aviones Su-34 y Su-35.
Trump modifica su relación con España
La firma definitiva del acuerdo podría escenificar, además, la estrecha colaboración de Rabat con la nueva administración estadounidense. Una alianza que se construye en detrimento de la actual relación de seguridad entre Madrid y Washington, advierten fuentes conocedoras de estos lazos a El Independiente. “La administración Trump ya no cree que España tenga un papel que desempeñar en el norte de África y el Sahel para la seguridad nacional y los intereses de política exterior de Estados Unidos”, arguyen las citadas fuentes.
De esa pérdida de protagonismo de España -que alberga las dos bases militares estadounidenses de Rota (Cádiz) y Morón (Sevilla)- se beneficia directamente Marruecos. “A corto plazo, definitivamente será Marruecos en África Occidental. No solo están dispuestos a asociarse con Estados Unidos en casi cualquier cosa. Tienen fuertes lazos con los emiratíes e israelíes, quienes (junto con los saudíes y los turcos) están desempeñando un papel más importante en el norte de África, el Sahel y el Cuerno de África para mitigar las amenazas a su propia seguridad nacional y cadenas de suministro (por ejemplo, los hutíes)”, deslizan observadores estadounidenses.
La administración Trump ya no cree que España tenga un papel que desempeñar en el norte de África y el Sahel
En ese cambio de paradigma, también juega su función uno de los reproches de Trump a sus socios de la OTAN y la Unión Europa: la falta de gasto militar y el largamente aplazado compromiso de aumentarlo significativamente. Según los datos de la OTAN. el gasto de defensa de España ha pasado del 0,9% del PIB en 2019 hasta el 1,3% en 2023. El año pasado la cifra se situó en el 1,28 % de su PIB, lo que le convierte en el país de la OTAN que menos proporción de su PIB dedica a defensa. El compromiso de alcanzar el 2% está situado en 2029 cuando en 2024 lo cumplieron otros 23 aliados.
A juicio de las fuentes estadounidenses, la alianza Marruecos, Israel y Emiratos -además de turcos y saudíes- “pagan por la defensa, que es el gran punto de fricción para la nueva administración”. “En este momento, no es solo el 2 % acordado lo que está en juego. Es la penalización por no cumplirlo en el pasado (cantidad perdida más intereses más penalización). Así que cada mes que España no cumpla el porcentaje significa que la administración exigirá más a España (por ejemplo, el 5 % que se está barajando) para compensar el incumplimiento de su palabra, lo que hará aún más difícil encontrar un compromiso”, alegan.
En esa ecuación, Marruecos juega sus bazas. El gasto militar del país vecino fue de 5.400 millones de dólares (4,2% de su PIB) en 2022 y 5,2% en 2023. Su incremento de las compras de arsenal y equipamiento se produce en plena carrera armamentística con Argelia, con el que se disputa la hegemonía en el magreb y con que el que las relaciones diplomáticas se hallan en el nivel más bajo en décadas.
Una inversión que contrasta con los enormes abismos sociales de Marruecos, con los índices de pobreza y las reclamaciones laborales que han llevado a la Unión Marroquí de Trabajadores (UMT) a convocar una huelga nacional, tanto en el sector público como en el privado, para este miércoles y jueves. “A ojos de Trump, Marruecos tiene definitivamente algunas ventajas. Sus conexiones con los Emiratos e Israel son elementos significativos”, admite a El Independiente el economista Fouad Abdelmoumni.
“Pero debemos recordar que, por ahora y probablemente durante bastante tiempo, Marruecos actúa y es percibido como un seguidor y no un líder, un tomador y no un dador, un pobre y no un rico”, arguye Abdelmoumni. “Cualquier poder se alegra de tener más aliados y se siente obligado a aumentar su número, pero Trump no esperaría que Marruecos marcara una diferencia cualitativa, específica y revolucionaria en los principales desafíos a los que se enfrentará su administración”, agrega.
Trump no esperaría que Marruecos marcara una diferencia cualitativa, específica y revolucionaria en los principales desafíos a los que se enfrentará su administración
La Casa Blanca ya ha proporcionado señales de esta relevancia que otorgar al régimen alauí. El 27 de enero el secretario de Estado, Marco Rubio, telefoneó al ministro de Asuntos Exteriores de Marruecos, Nasser Bourita. Fue uno de los primeros homólogos con los que departió tras tomar posesión. En un comunicado, la diplomacia estadounidense subrayó “la sólida asociación entre Estados Unidos y Marruecos para promover la paz y la seguridad regionales y mundiales, bajo el liderazgo del rey Mohamed VI”. “Se comprometieron a cooperar intensamente para promover los intereses comunes en la región y poner fin a los conflictos, aprovechando, entre otras cosas, los Acuerdos de Abraham. El secretario y el ministro de Asuntos Exteriores afirmaron la importancia de ampliar el comercio, la inversión y la cooperación comercial en beneficio de estadounidenses y marroquíes”, deslizó la nota.
Según Rama Yade, directora principal del Centro Africano del Atlantic Council y ex política francesa, “sea cual sea la estrategia de Trump en Oriente Medio, Marruecos tendrá un papel central”. “Estados Unidos y Marruecos pueden colaborar, como la lucha contra el tráfico de drogas que se extiende desde Sudamérica y atraviesa el Sahel, y que está cada vez más conectado con los movimientos terroristas que llevan veinte años sembrando el caos en el Sahel. La forma en que la administración Trump aborde estos proyectos atlánticos determinará la dirección de la relación de Estados Unidos con Marruecos, debido al papel central de Rabat en estas iniciativas”, comenta.
Otras posibilidades sobre la mesa
Hugh Lovatt, investigador principal de política del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, opina que “resulta imposible predecir con exactitud cómo se posicionará Trump en política exterior”. “Está claro que ha demostrado su apoyo a Marruecos desde su primer mandato, y puede que lo reitere en apoyo de las reclamaciones marroquíes sobre el Sáhara Occidental. Pero también le gusta hacer tratos”, esboza. Y apunta: “Trump ya ha llegado a un acuerdo con Marruecos y ha conseguido lo que necesitaba de Rabat, que fue la decisión de Marruecos de normalizar las relaciones con Israel. Así que uno podría preguntarse, ¿qué más se puede ganar de Marruecos?”.
“Alternativamente, Trump podría verse tentado por la perspectiva de un acuerdo histórico entre Estados Unidos y Argelia, para alejar a Argelia de la órbita de Rusia, apoyar los intereses comerciales y empresariales de Estados Unidos y fomentar la distensión entre Argel y Rabat. Esto podría encajar con el autoproclamado deseo de Trump de ser un pacificador que ponga fin a las guerras y gane un premio Nobel de la Paz”, asevera Lovatt. “Pero el precio que exigirían los argelinos en un acuerdo de este tipo sería un progreso diplomático creíble hacia la autodeterminación saharaui en el Sáhara Occidental, incluida la presión diplomática de Estados Unidos sobre Rabat a este respecto”.
Trump podría verse tentado por la perspectiva de un acuerdo histórico entre Estados Unidos y Argelia, para alejar a Argelia de la órbita de Rusia
Para Haizam Amirah-Fernández, analista experto en la región, "si Trump busca hacer transacciones y hay otros postores, puede que Marruecos se vea obligado a aceptar cosas que no querría". "Lo han apostado todo al 'winner takes all', y eso a veces provoca frustración de expectativas", añade.
En caso de decantarse por un apoyo cerrado a Marruecos, Lovatt pronostica que el paso de Trump “envalentonaría aún más a Marruecos no solo hacia el Sáhara Occidental, sino también hacia España, en particular en lo que respecta a las ciudades españolas de Ceuta y Melilla, que Marruecos reclama”. “En tal escenario, una postura marroquí más agresiva exigiendo concesiones territoriales españolas podría ir de la mano con la falta de respeto de Trump por la soberanía de otras naciones y su aparente desdén por muchos países europeos”, concluye.
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