Hace justo un año José Manuel Albares suspendió “in extremis” un viaje a Argelia que debía escenificar el primer acto de reconciliación con el país tras el giro copernicano en el conflicto del Sáhara Occidental alineándose con Marruecos. Doce meses después, el viaje cuya cancelación Albares vendió como un aplazamiento no está en la agenda, según podido saber El Independiente. El ministro sigue sin ser bienvenido en Argel.

En este lapso de tiempo Argelia ha restablecido el comercio con España pero no ha saldado las cuentas con quien considera uno de los artífices del cambio de posición. En los pasillos argelinos Albares sigue ostentando el rótulo de “persona non grata” tras intentar imponer la agenda de su fallida visita a Argel, evitando cualquier mención al Sáhara. Los lazos con el ministro no se han restablecido. En el país se sigue sosteniendo que la diplomacia española adolece de autonomía frente a la monarquía alauí y que, por razones desconocidas, Madrid rinde un vasallaje a Rabat que aleja cualquier reconciliación con Albares.

Se le multiplican los frentes

Un año después, la posición del ministro no sólo sigue siendo precaria en el norte de África. A ese contencioso Albares ha unido otros frentes: el interno, con la carrera diplomática cada vez más incómoda con su sucesión repentina de ceses de embajadores, o la colisión ahora con la diplomacia europea. Albares maniobró para tratar de parar la designación de la española Belén Martínez Carbonell como Secretaria General del Servicio Europeo de Acción Exterior, la número dos de la alta representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, la estonia Kaja Kallas.

Su enfrentamiento con Bruselas a propósito de este nombramiento abona el historial de disputas que caracteriza la singladura de Albares, al que los diplomáticos españoles describen como “pendenciero y conflictivo”. “El caso del nombramiento de Belén Martinez, a la que Albares ha intentando boicotear por todos los medios, para colocar a su amigo Marcos Alonso, actualmente al frente de la Representación Permanente de España en la Unión Europea, es un ejemplo que no puede pasar por alto el presidente del Gobierno”, desliza una fuenta diplomática en conversación con El Independiente.

Albares ha creado ya una situación insostenible con la nueva jefa de la diplomacia europea

Las tentativas de Albares, que Kallas ignoró, son -a juicio de este interlocutor- “una burla a la llamada política feminista, pero es también un atentado a nuestro compromiso europeísta como país, y una torpeza mayúscula en el inicio de la nueva Comisión, cuya vicepresidenta y alta representante está llamada a representar a los veintisiete estados de la UE en los próximos cinco años, y con la que ha creado ya una situación insostenible”. Ese choque recuerda al que Albares mantiene públicamente con la Casa Real a propósito de su jefe Camilo Villarino, a quien el ministro vetó como embajador español en Moscú y Josep Borrell repescó para acompañarle en Bruselas.

La mutiplicación de los casus belli que Albares ha activado desde que fue nombrado ministro dibujan lo que muchos en la carrera diplomática tildan de una deriva que pone en peligro ya la propia dirección de la política exterior española y la necesaria interlocución con socios e instituciones como la Comisión Europea o Zarzuela. A esa fama de “camorrista” le acompaña un gabinete de comunicación que, a las órdenes de Antonio Asencio, ha hecho saltar todos los puentes con aquellos periodistas que no considera de su cuerda y que evita responder a cualquier mínima pregunta que detecta como incómoda.

"Decisiones injustificadas y caprichosas"

A pesar del control que desde Comunicación de Exteriores se trata de hacer sobre los medios, Albares ha dejado de ser noticia por sus declaraciones -casi siempre repetitivas y carentes de titulares- para dejar paso a los conflictos que desata. “La secuencia de noticias de estos días contienen, todas, informaciones objetivas de decisiones arbitrarias -y lo que es más importante, injustificadas y caprichosas- con efectos perniciosos para nuestra política exterior”, admite un diplomático español que exige anonimato por miedo a las represalias del ministro.

“Son muchos los ejemplos (con nombres y apellidos) que han sido publicados, en países como Bélgica, Croacia o Corea, en todos ellos, ceses justificados por razones de inamistad personal del propio Albares o cuitas, también personales, que ha ido acumulando en su tiempo como ministro, y que alcanza a la mayoría de diplomáticos, con independencia de su adscripción política”, agrega.  “Lo que se vive en el ministerio de exteriores es una guerra sin cuartel. Por eso, no hay nadie entre ellos, de izquierdas o de derechas, que durante estos días de lluvia de críticas, haya salido a defender al ministro, ni pública ni privadamente”, apostilla.

Una soledad que Albares trata de mitigar con su círculo de secretarios de Estado, sus tuits y sus entrevistas con medios extranjeros y alguno nacional en las que se evitan preguntas que le comprometan. “Parece ser que el único que le apoya es el presidente del Gobierno, que en definitiva es a quien le corresponde la decisión de mantenerlo como ministro”, deslizan fuentes diplomáticas. Desde hace semanas la concatenación de incidentes provocados por Albares ha redoblado la misma pregunta entre embajadores y diplomáticos españoles: ¿Debe Sánchez seguir apoyándole a partir de ahora?.

Algunos de los miembros de la carrera diplomática consultados por este diario deslizan que existe “una mezcla de razones que han atrapado a Sánchez en la trampa de Albares”. Viejas y nuevas deudas como “la contratación de la cuñada japonesa de Sánchez, de manera irregular, pagada por el ministerio de Exteriores, en una agencia de la ONU o la defensa a ultranza contra las acusaciones que hizo Milei a la mujer de Sánchez, lanzando un órdago tan absurdo como la retirada de nuestra embajadora en Buenos Aires”.

No hay nadie entre ellos, de izquierdas o de derechas, que durante estos días de lluvia de críticas, haya salido a defender al ministro

"Una mala gestión"

“Albares le ha sido útil a Sánchez hasta ahora, porque ha cambiado el foco de los problemas del gobierno, que cuando él llegó estaba muy fijado en la crisis que se había abierto con Marruecos. Pero no hay más verdades; todo lo demás es artificio, ni han mejorado con él esas relaciones con Marruecos, ni se ha resuelto el enorme problema que tiene España con Argelia (clave en el suministro de energía), ni ha conseguido los apoyos en la UE para relanzar la Unión Por el Mediterráneo o para avanzar en la paz en Gaza, ni ha mejorado las relaciones con América Latina, sino que al contrario ha empeorado los problemas con Argentina y México, ni ha reforzado la Conferencia Iberoamericana”, esboza observadores privilegiados de su pobre legado.

De hecho, hay quienes subrayan que de “su mala gestión” solo han salvado aquellos asuntos que ha administrado directamente Moncloa, a través de su secretaría general de Exteriores. “Es la que avanza en los pocos frentes en los que España consigue resultados, exponiendo al presidente Sánchez en encuentros internacionales en los que, él sí, es respetado”.

Una realidad que los críticos con Albares mencionan para defender la necesidad cada vez más urgente de prescindir de los servicios del ministro. “El hilo de denuncias por su abuso de poder en el ministerio debería hacer pensar al presidente Sánchez. Albares ya no es el ministro que le aparta el foco de los problema; él mismo es el problema, y ese problema afecta a todo el gobierno y daña su credibilidad”, alegan. “¿Es, por ejemplo, creíble que Albares defienda una política exterior feminista? Si tenemos en cuenta su manera general de comportarse, como un monarca medieval, sin sensibilidad a quienes discuten y sin capacidad alguna de empatizar, la respuesta es no”, replican.

El último sainete de Albares tratando de vetar a Martínez como número dos de la diplomacia comunitaria abre en canal sus tesis de haber liderado “la revolución feminista” en el Palacio de Viana. “Su comportamiento personal responde a los parámetros machistas clásicos. Pero, aún peor, sin analizamos con detalle su comportamiento como ministro, más allá de la propaganda, concluiremos que sus hechos le delatan como una persona con total ausencia de ese compromiso feminista”, indican quienes le conocen. “Muchas razones justificarían el relevo de Albares, desde hace ya tiempo. Pero su falta de credibilidad hoy hace que ese relevo sea inaplazable”, concluyen.