En los despachos de Amán, la capital de Jordania, el plan de Trump para “vaciar” la Franja de Gaza y condenar al desplazamiento forzoso a los gazatíes ha hecho sonar todas las alarmas. Con un nivel pocas veces recordado en una región acostumbrada a las turbulencias. Las incendiarias declaraciones del republicano, amenazando con cerrar el grifo de la multimillonaria ayuda anual y tratando de imponer al reino hachemita la acogida de cientos de miles de palestinos, también ha sembrado el pánico en otros países árabes. A contrarreloj, el eje que forman Egipto, Jordania y Arabia Saudí trata de pergeñar un plan alternativo que pueda persuadir a Trump.

“Una reconstrucción de Gaza sin necesidad del desplazamiento de los gazatíes”, resume el rey de Jordania Abdalá II, que en su reciente visita a la Casa Blanca esquivó el escenario que ha planteado esta semana Volodimir Zelenski y evitó confrontar directamente y en público a Trump durante una rueda de prensa a la que asistió visiblemente incómodo. “Jordania, Egipto y Arabia Saudí está liderando la respuesta concertada de los árabes a Trump”, admite en conversación con El Independiente Mohamed Halaiqah, ex vice primer ministro de Jordania y una figura influyente y respetada el reino hachemita.

Parar "la limpieza étnica"

Los principales líderes árabes -incluido también Emiratos Árabes Unidos- se reúnen este viernes en Riad, la capital de Arabia Saudí, para elaborar un plan que pueda seducir a Trump y le haga olvidar su propuesta de convertir la Franja de Gaza en una Riviera de Oriente Próximo, un plan celebrado efusivamente por la extrema derecha sionista y tildado de “limpieza étnica” en el mundo árabe. Los detalles de la oferta árabe no se han publicado oficialmente pero incluiría hasta 20.000 millones de dólares en contribuciones regionales para la reconstrucción de la Franja.

A la reunión de este viernes le sucederá una cumbre de emergencia que albergará Egipto y que, programada inicialmente para el 27 de febrero, ha sido aplazada al 4 de marzo. Será entonces cuando El Cairo desvela el plan diseñado para sepultar cualquier intento de Trump de provocar un nuevo destierro de los dos millones de gazatíes que habitan hoy un enclave reducido a escombros tras 15 meses de indiscriminados ataques aéreos israelíes.

Me temo que el plan diseñado será duro de digerir para Hamás

“Me temo que el plan diseñado será duro de digerir para Hamás y la resistencia palestina en Gaza. Posiblemente incluya el desarme del grupo y la obligación de sus dirigentes de abandonar la Franja”, desliza Halaiqah. “Pero, a cambio, se evitará la expulsión de los gazatíes y se iniciará la reconstrucción sin necesidad de desplazar a su población, como ocurrió antes en Berlín tras la II Guerra Mundial o en los Balcanes”, apunta el político jordano.

Una propuesta consensuada que deberá ofrecer una solución creíble a quién gobernará la Franja “para satisfacer las demandas de Trump y Netanyahu de que Hamás no tenga papel alguno”. El régimen de Abdelfatah al Sisi, el mariscal de campo que rige con mano de hierro Egipto, optará probablemente por que un comité de tecnócratas palestinos y líderes tribales -sin ningún tipo de vinculación de Hamás- se haga cargo de la administración del territorio.

El interrogante del gobierno y la seguridad de la Franja

En cuanto a la seguridad del enclave, la propuesta final podría incluir el envío temporal de tropas árabes -Egipto con ayuda de otros países- para mantener el control interno y de algún destacamento internacional para desplegarse en la frontera con Israel como garantía de seguridad para el estado judío. Una cláusula a la que se opone Hamás, que considera un intento de ocupación -en este caso- firmada por vecinos árabes. “Quien quiera ocupar el lugar de Israel será tratado como Israel”, alertó hace unos días Osama Hamdan, dirigente de Hamás, desde Doha.

Fuentes consultadas por este diario aseguran que Hamás podría aceptar apartarse y permitir la formación de un gobierno de tecnócratas a cambio de sobrevivir como organización política con vistas a un gobierno de unidad que sustituya a la actual Autoridad Palestina.

La cuestión es quién invertirá su dinero si no existe la garantía de que Israel no volverá a destruirlo todo

Uno de los principales obstáculos para el gobierno de tecnócratas es Fatah y el presidente de la Autoridad Palestina Mahmud Abás, que apuesta por recuperar el control que le arrebató Hamás tras ganar las elecciones legislativas de 2006. Desde el lado palestino, Netanyahu también va a tratar torpedear cualquier idea que no sea cumplir con su promesa de la derrota total de Hamás. Como prueba de las dificultades, la prensa israelí filtró este jueves que, en plenas negociaciones para pactar la segunda fase que debería arrancar el 1 de marzo, el primer ministro ha hecho llegar a la mediación egipcia y qatarí nuevas exigencias como el exilio de los líderes de Hamás fuera de Gaza, la desmilitarización de la Franja y luz verde para que el ejército israelí mantenga el control de seguridad sobre el enclave.

A pesar de las trabas evidentes que el plan árabe suscitará, en Amán y El Cairo consideran que no existe otra alternativa y que la reconstrucción debería arrancar cuanto antes, en mitad de la incertidumbre que aún sobrevuela una tregua frágil y llena de sobresaltos. Los más optimistas consideran que podría concluirse en menos de un lustro. “La cuestión es quién invertirá su dinero si no existe la garantía de que Israel no volverá a destruirlo todo. Se necesita un compromiso de diez o quince años de cese de hostilidades”, comenta una fuente jordana.