"¿A qué esperas? Las calles están llenas de objetivos: ¡Atropéllalos!". Este es el mensaje presuntamente vinculado al Estado Islámico que ha estado circulando por redes sociales las últimas semanas. En él se llama a los yihadistas a conducir contra grandes multitudes en las principales ciudades europeas.

Atrás quedaron los tiempos en los que los atentados requerían complejas redes de apoyo logístico, financiación y meses de preparación. En su lugar, el terrorismo islamista ha evolucionado hacia una fórmula más simple e impredecible: ataques perpetrados por individuos sin conexión directa con células organizadas, pero inspirados por la ideología extremista difundida en redes sociales.

Una ola de atentados en febrero

El terrorismo sacudió Europa en febrero de 2025 con una serie de atentados que dejaron víctimas mortales y aumentaron la preocupación por el extremismo islamista en el continente. Desde ataques con cuchillo hasta embestidas con vehículos, estos sucesos evidenciaron el riesgo latente en ciudades de Alemania, Austria y Francia.

El mes comenzó con un brutal atentado en Múnich el 13 de febrero, cuando un solicitante de asilo afgano, cuya petición había sido rechazada, embistió con su vehículo a unos 1.500 manifestantes, matando a dos personas e hiriendo a decenas más. Dos días después, el 15 de febrero, un hombre sirio de 23 años atacó indiscriminadamente a transeúntes en Villach, Austria, asesinando a un adolescente de 14 años y dejando cuatro heridos. Se descubrió posteriormente que había jurado lealtad al Estado Islámico.

El 19 de febrero, las autoridades austriacas desmantelaron otro posible atentado al detener a un joven de 14 años con raíces turcas, que planeaba atacar la concurrida estación de tren Westbahnhof en Viena. Su radicalización a través de redes sociales puso de manifiesto la influencia de plataformas digitales en la captación de extremistas. Pocos días después, el 21 de febrero, un refugiado sirio de 19 años apuñaló a un turista español en el monumento del Holocausto en Berlín con la intención de asesinar a judíos, según determinaron los investigadores. Finalmente, el 22 de febrero, en Mulhouse, Francia, un argelino de 37 años, que estaba en la lista de vigilancia antiterrorista pero no había podido ser deportado, asesinó a un hombre de 69 años e hirió a cinco policías al grito de "Allahu Akbar" (Dios es grande).

El reciente aumento de los atentados en Europa responde a una combinación de factores. Como explica Manuel R. Torres, catedrático de Ciencia Política de la Universidad Pablo de Olavide y experto en terrorismo, "los terroristas han aprendido a sortear las medidas de seguridad mediante ataques descentralizados y de menor escala, pero con gran impacto mediático y social". Además, la inestabilidad en regiones como Oriente Próximo y el Sahel ha generado un flujo constante de combatientes yihadistas con experiencia, algunos de los cuales han regresado a Europa o han inspirado a individuos radicalizados localmente.

El Sahel, el epicentro del yihadismo

Esta inestabilidad en el Sahel, en concreto, ha convertido a la región en el núcleo del terrorismo yihadista, con efectos directos en la seguridad europea. Grupos como Al Qaeda y el Estado Islámico han aprovechado el vacío de poder y los conflictos locales para consolidar su influencia, facilitando el traslado de combatientes al continente e incentivando la radicalización de individuos a nivel local.

Además, la propaganda extremista ha convertido la lucha en el Sahel en un símbolo de resistencia, impulsando a simpatizantes en Europa a actuar por su cuenta. A esto se suma la creciente conexión entre redes criminales y grupos terroristas, que facilita el tráfico de armas y refuerza la infraestructura operativa de células yihadistas. Todo ello configura un escenario cada vez más complejo, donde la amenaza no solo proviene del exterior, sino también de quienes se radicalizan dentro de Europa.

Los terroristas han aprendido a sortear las medidas de seguridad mediante ataques descentralizados y de menor escala

Por otra parte, la radicalización online ha facilitado el reclutamiento de nuevos atacantes sin necesidad de una estructura física. Torres señala que "la accesibilidad y el anonimato que proporcionan las plataformas online han permitido que individuos vulnerables, especialmente jóvenes, sean expuestos a narrativas extremistas de manera continua, facilitando procesos de radicalización en tiempo récord". Asimismo, estas plataformas sirven como espacios de coordinación para la planificación de atentados, permitiendo a los atacantes recibir apoyo logístico, compartir tácticas y esquivar la vigilancia.

Otro factor clave es la evolución de las estrategias y objetivos. Mientras que en las décadas anteriores predominaban los atentados de gran escala organizados por Al-Qaeda o el Estado Islámico, en la actualidad se observa una tendencia hacia ataques individuales o perpetrados por pequeñas células autónomas. "Los terroristas han cambiado su estrategia: priorizan eventos públicos y espacios de alta concurrencia para maximizar el impacto psicológico y mediático de los atentados", precisa Manuel R. Torres.

Radicalización y captación en suelo europeo

La radicalización y captación de individuos en Europa sigue siendo una sombra persistente sobre la seguridad del continente. Lejos de ser un fenómeno aislado, se trata de un proceso complejo que se alimenta de múltiples factores: la exclusión social, la propaganda digital y la habilidad de ciertos grupos para seducir con promesas de propósito y pertenencia.

Uno de los frentes más preocupantes es el reclutamiento a través de Internet. Plataformas encriptadas como Telegram han sustituido los encuentros clandestinos como principales puntos de adoctrinamiento. Las organizaciones terroristas han sabido aprovechar estos canales para difundir su mensaje, atraer simpatizantes y, en algunos casos, coordinar ataques. No es casualidad que, tras ser expulsados de redes sociales más convencionales, los terroristas hayan migrado a estos espacios digitales menos accesibles para las autoridades. Fue en estos foros donde se planificaron los atentados de París y Bruselas en 2015.

Pero la radicalización no se limita al mundo virtual. En España, un peluquero de Mataró (Barcelona) fue expulsado en febrero de 2025 tras descubrirse que utilizaba su establecimiento para captar combatientes para el Estado Islámico. Este individuo, de origen marroquí, había sido arrestado en 2018 por su implicación en una célula yihadista dedicada al adoctrinamiento. Sin embargo, tras salir en libertad en 2022, siguió con sus actividades hasta que finalmente fue deportado.

La lucha contra el terrorismo en España ha sido especialmente activa en los últimos años. Según datos del Observatorio Internacional de Estudios Sobre Terrorismo (OIET), en 2024, se llevaron a cabo 49 operaciones antiterroristas, con un total de 81 detenidos, la cifra más alta en dos décadas. Además, el informe señala que el 40% de los detenidos tenía menos de 25 años, lo que indica un preocupante rejuvenecimiento del fenómeno yihadista en España.

Para contrarrestar estos riesgos, las fuerzas de seguridad han intensificado su vigilancia y cooperación internacional. Uno de los golpes más significativos contra las redes de captación se produjo en 2015 con la desarticulación de Rawti Shax, una organización kurda que operaba en varios países europeos, reclutando combatientes para el Estado Islámico y planeando atentados.

Las catedrales españolas bajo amenaza

Recientemente, un canal vinculado a grupos terroristas ha difundido un cartel donde incita a los individuos a atacar centros religiosos en España, específicamente catedrales. La imagen, que muestra a un encapuchado con un puñal frente a la fachada de una catedral, va acompañada de un mensaje en inglés que invita a actuar con violencia en respuesta a lo que se percibe como injusticias hacia los musulmanes. En el mensaje, se les insta a seguir los pasos de otros "hermanos" que han sembrado el miedo en los corazones de los no creyentes.

Este tipo de amenaza se inscribe en una campaña más amplia que comenzó en 2016, cuando los terroristas iniciaron un ataque global contra los cristianos, inspirados por la retórica de su revista Dabiq. Para estos grupos, la violencia se justifica por un supuesto conflicto religioso entre la nación musulmana y las naciones descritas como "incrédulas". Consideran que es un deber divino librar esta guerra apoyándose en el Corán para difundir su ideología, y amenazan con continuar hasta lograr la victoria total sobre los enemigos del islam. Sus objetivos incluyen la toma de ciudades simbólicas como Constantinopla (Estambul) y Roma, considerando que la lucha continuará hasta que los "incrédulos" se sometan o sean derrotados, o hasta que ellos mismos alcancen el martirio.

Una de las figuras que se ha convertido en blanco de estos grupos es el Papa Francisco, quien ha sido atacado verbalmente por su postura moderada hacia el islam. La entrevista que mantuvo con Ahmed el Tayeb, el Gran Imam de Al Azhar, fue interpretada por los yihadistas como un intento de socavar la figura del califa Bagdadi, al que consideran el verdadero líder del islam, en lugar de los moderados.

Además, España ha sido escenario de amenazas similares en el pasado. La célula terrorista de Ripoll, responsable de los atentados de agosto de 2017, había planeado atacar la catedral de la Sagrada Familia en Barcelona, lo que demuestra que las catedrales y otros edificios religiosos siguen siendo objetivos prioritarios para los grupos yihadistas.