“Usted está siendo más duro con Canadá que con algunos de nuestros grandes adversarios. Pero [Canadá] tiene ventaja territorial, no podemos dejarles acercarse a China, ¿no?”. En mitad de una entrevista -siendo puramente descriptivos- blanda, complaciente y agradable para el presidente de Estados Unidos, la presentadora de Fox News Laura Ingraham dejó esta semana a un lado los cumplidos y las sonrisas para preguntarle por algo que realmente no entendía y con lo que no parecía estar de acuerdo: su política exterior con sus vecinos de norte. “Ahora el Partido Liberal va a ganar en las próximas elecciones, es lo más probable, y esto los va a hacer ser más hostiles contra nosotros”, insistía. “Y… y.. estaban hundidos… y… posiblemente eso abra la puerta a que China se acerque a Canadá… eso verdaderamente nos pondría en un aprieto”, remarcaba mientras Donald Trump repetía varios “no me importa” y comentaba que de Canadá le gusta el jugador de hockey Wayne Gretzky y su esposa. Si tienen curiosidad por verlo en directo, aquí tienen la transcripción de la entrevista y el vídeo completo.

Donald Trump ganó el 49,8% de los votos que se depositaron en las elecciones presidenciales de noviembre, en total, más de 77 millones de papeletas. Quienes lo eligieron lo hicieron fundamentalmente porque pensaban que sería el mejor gestor de la economía, quien reduciría la alta inflación con más éxito. Casi nueve semanas después de que jurase el cargo, la mayoría de los estadounidenses -54%- están preocupados o muy preocupados por el futuro de la nueva Administración, y, en concreto, por las decisiones de Trump en política exterior que pueden suponer un importante riesgo para su bolsillo, según recoge una encuesta de la Universidad de Maryland.

Como le sucede a la presentadora de la Fox, los estadounidenses no entienden la obsesión de Trump por enemistarse con Canadá -solo el 17%, según una reciente encuesta de Ipsos, aprueban su objetivo de absorber al país-, una decisión que sin duda aumentará los precios de su cesta de la compra. Sucede de forma parecida con otras de sus decisiones geopolíticas: creen que el presidente se está “acercando demasiado” a Rusia (56%) y rechazan su plan de condicionar la ayuda militar a Ucrania a sus minerales (67%). Esa pérdida de confianza se ha trasladado a la bolsa, como muestran las recientes caídas de Wall Street, que ha perdido todo lo ganado desde la victoria electoral de Trump, y lleva a algunos analistas a pensar que el país podría entrar en recesión en los próximos meses, sobre todo por las consecuencias de sus políticas arancelarias.

¿A dónde va la política exterior de Trump?

El presidente de Estados Unidos lleva meses prometiendo que terminará con las guerras que hoy día están activas en todo el mundo -guerras que, no se cansa de repetir, cree que no habrían empezado de estar él en el cargo entonces-. Pero en sus primeras semanas ha hecho saltar por los aires un acuerdo de minerales que ya estaba casi cerrado con el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, emprendiéndola a gritos e insultos con él en el Despacho Oval, y ha decidido que el mejor futuro para la franja de Gaza es convertirla en un resort vacacional como el de los vídeos creados con inteligencia artificial que él mismo publica en sus redes. También ha dejado claro que quiere hacerse con Groenlandia (Dinamarca) y con el canal de Panamá, además de enemistarse, quizá para siempre, con su mayor socio comercial, Canadá. Al otro lado del Atlántico, Europa se pregunta si el presidente tomará la decisión de salirse de la OTAN y el por qué de su acercamiento a Rusia.

El presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, en un momento de máxima tensión en su reunión con el estadounidense Donald Trump y su vicepresidente JD Vance. | EFE/EPA/JIM LO SCALZO / POOL

¿Hay una lógica detrás de todas estas acciones?

"La teoría de que es todo irracional y caótico creo que no tiene mucha credibilidad, por supuesto hay irracionalidad, como en toda Administración, pero esto de que es un incompetente o que se mueve por capricho creo que es un barco perezoso y poco creíble", apunta Luis Simón, investigador principal del Real Instituto Elcano y profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Libre de Bruselas, ciudad donde dirige la oficina del centro de estudios. Simón señala la meteórica carrera inmobiliaria de Trump en el competitivo mercado de Nueva York, así como que el magnate ha conseguido dos veces el respaldo del Partido Republicano como prueba de su método. "Decir que alguien así no tiene estrategia y no tiene racionalidad... no le doy mucha credibilidad. Por lo menos sabe gestionar sus propios intereses", opina.

Pero, ¿qué intereses están persiguiendo Trump cuando toma decisiones geopolíticas caóticas, inesperadas, o cuando amenaza con movimientos que deshace dos días después? ¿Qué espera conseguir? Para comprender sus últimos movimientos, hay que analizar decisión por decisión. A Trump le interesa el canal de Panamá porque está en uno de los lugares más estratégicos del mundo. Enlaza 1.920 puertos de 170 países, el 40% de los contenedores estadounidenses pasan a través de él, y China lleva décadas aumentando su influencia en la zona. “Se ha convertido en una experta en el imperialismo no violento”, dice sobre la estrategia china Monica Duffy Tolt, profesora de Política Internacional y directora del Centro de Estudios Estratégicos, The Fletcher School, de la Universidad de Tufts, en Boston.

En situación parecida se encuentra Groenlandia, un territorio que según Trump es clave para la “seguridad nacional” americana. La isla danesa está situada en un lugar estratégico entre EEUU, Rusia y Europa, y controlarla tiene sentido tanto a nivel económico como defensivo para cualquier jugador de Risk, pero no tanto para un territorio perteneciente a un miembro de la OTAN. Cuando amaga con hacerse con la isla, el estadounidense está amenazando con romper la Carta de las Naciones Unidas de 1945 que prohíbe a los países obtener territorios a través de la fuerza, algo que se considera una violación del derecho internacional y un estándar que después de la Segunda Guerra Mundial han cumplido casi todos los países... con la excepción de Rusia. Es algo que no pocos expertos consideran que podría tener consecuencias importantes, porque supone un peligroso precedente que podría llevar a otros países a tratar de redibujar sus fronteras por la fuerza. 

“La decisión de la Administración Trump de invadir Groenlandia tendría profundas consecuencias para la OTAN”, indica Federica Fazio, investigadora del think tank de la Universidad Ciudad de Dublín Brexit Institute y experta en derecho internacional y relaciones internacionales. “En el mejor escenario, provocaría divisiones en la Alianza y erosionaría la confianza entre sus miembros, mientras que en el peor, provocaría importantes crisis identitarias, porque el país en el que la OTAN ha confiado para su protección durante los últimos 75 años sería aquel del que necesitaría protegerse”.

Más difíciles de comprender resultan la ruptura a todos los niveles con Canadá, los aranceles de castigo a la Unión Europea y su acercamiento a Rusia. Los dos primeros, porque la economía estadounidense se verá directamente perjudicada en el corto plazo, y lo tercero, porque conseguir aislar a China no parece sencillo. Ambas naciones son aliados contra EEUU, intentando reducir la dominancia del dólar y su papel en el comercio mundial. "En muchos aspectos, dada la extrema cercanía de China y Rusia y el hecho de que China se ha aislado bien de los aranceles de EEUU, presiones comerciales y de otro tipo, China está mejor posicionada para ser la aliada de Rusia de manera formal contra Estados Unidos", opina Joshua Kurlantzick, senior fellow del centro de estudios Council on Foreign Relations.

El hijo mayor del presidente electo estadounidense, Donald Trump Jr., visita Groenlandia. | EFE/EPA/EMIL STACH

Unas amenazas que cambian el sentido de la historia

Otra pregunta que surge a la vista de la estrategia del estadounidense es si este discurso imperialista tendrá consecuencias aun en caso de no llegar a materializarse. “La retórica da forma a la percepción, y la percepción influye en el comportamiento. Cuando un presidente estadounidense saca a flote el adquirir territorios extranjeros como una opción viable, está enviando señales tanto a aliados como a enemigos de que Estados Unidos ya no está comprometido con el orden internacional que ha conseguido cierta estabilidad durante los últimos 75 años”, cree la profesora Duffy, quien en su libro Dying by the Sword explica cómo Estados Unidos lleva años abrazando otro estilo de expansionismo, más sutil, pero igualmente imponiendo su influencia económica, política y militar.

Con sus amenazas a Groenlandia y su acercamiento sin precedentes a Rusia después de la invasión a Ucrania, a la que culpa de la guerra, Trump también ha roto la relación de Estados Unidos con Europa y ha puesto en duda su compromiso con la OTAN. Es otro contexto en el que no está claro si el presidente va en serio con sus amenazas o si es más una táctica de negociación para conseguir otros objetivos.

“Su modelo de negocio está basado en el 'quiero a todo el mundo corriendo y gritando detrás de mí constantemente', y es un modelo que le funciona bien, porque todos respondemos como parece esperar”, cree Simón, de Elcano. “Además tiene de negociación radical, de desequilibrar al contrincante, plantearse como impredecible. Es muy difícil predecir cuales son sus objetivos y donde acaba el postureo y acaba la realidad, pero yo no veo racional que Estados Unidos se vaya de la OTAN o que invada Groenlandia”, apuesta el experto.