"No hay nada que celebrar aquí". Sir Bill Browder, activista de derechos humanos y gran conocedor del Kremlin, se ha mostrado así de tajante al conocer los términos del acuerdo de alto el fuego en el Mar Negro anunciado a bombo y platillo por la Casa Blanca. Como en todo contrato, la letra pequeña es sustancial. O en este caso lo que se plantea de forma implícita. Estados Unidos ayudará al comercio de productos agrícolas y fertilizantes rusos, afectados por las sanciones a los bancos, a cambio de... promesas del Kremlin. La paz de Trump es la paz de Putin, una ficción muy alejada de la paz justa que merecen los ucranianos y demandan los europeos.

"Rusia puede seguir bombardeando objetivos civiles como hospitales, escuelas y edificios de apartamentos, y estoy seguro de que lo hará. Además, salva las refinerías de petróleo de Rusia, que son uno de los motores clave de la financiación de su guerra. Y se libera de las sanciones. No es una respuesta adecuada a un país que ha matado a decenas de miles de ucranianos inocentes", ha dicho Browder a la agencia británica PA. Bill Browder es el promotor de la Ley Magnitsky, cuyo objetivo es sancionar a los ciudadanos extranjeros que hayan cometido violaciones de los derechos humanos.

Rusia dirige la negociación

De nuevo el Kremlin da una lección de cómo se negocia a la Administración de Donald Trump, quien presume de ser un maestro en estas lides. Pero por el lado ruso están actuando tiburones de la diplomacia como Serguei Lavrov, con más de dos décadas al frente de la diplomacia rusa, y por el otro un grupo de amateurs que divulga planes de guerra en Signal como si fueran los deberes del colegio de la prole. Donald Trump prometió en la campaña electoral que conseguiría la paz en 24 horas. Sin embargo, cuando lleva más de dos meses en la Casa Blanca de Rusia ha conseguido poco más que promesas.

Primero Putin se comprometió, tras una conversación de más de dos horas con Trump, a respetar un alto el fuego sobre infraestructuras energéticas. Su intención es que Ucrania deje de atacar sus refinerías. Sin embargo, de momento no parece que lo respete. En contraste, el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, aceptó un alto el fuego de 30 días incondicional.

La tregua del Mar Negro y sus trampas

Después de dos jornadas de intensas negociaciones en Riad, este martes la Casa Blanca anunciaba que había logrado que Rusia y Ucrania se comprometieran a respetar una alto el fuego en el Mar Negro. El mar está situado al sur de Ucrania y al oeste de Rusia, y también limita con partes de la Ucrania ocupada por Rusia, incluida Crimea.

Es una ruta marítima vital para las exportaciones ucranianas, y cuando Rusia se retiró de la Iniciativa del Grano del Mar Negro en 2023 dijo que consideraría cualquier buque con destino a Ucrania como un objetivo militar potencial. La Iniciativa del Mar Negro, que estuvo en vigor un año, permitió la exportación de millones de toneladas de cereales y otros productos alimentarios desde puertos ucranianos.

En realidad, últimamente son pocos los ataques en esta zona. Con gran astucia, Ucrania logró hace ya tiempo neutralizar la flota rusa en el Mar Negro. Pero a Rusia le interesa dar salida a sus productos agrícolas y fertilizantes por esta vía y para ello necesita que se levanten las sanciones a los bancos rusos que operan con ellos.

EEUU ha prometido que "ayudará a restablecer el acceso de Rusia al mercado mundial de exportaciones agrícolas y fertilizantes". Es decir, va a levantar las sanciones a Rusia para estos mercados y hará esta concesión sin que Rusia se comprometa a un alto el fuego total. De hecho, Rusia sigue bombardeando poblaciones, como lo hizo en Sumy el lunes.

El Kremlin ha avisado que la tregua en el Mar Negro no va a comenzar hasta que el Rosselkhozbank, el banco agrario ruso, sea reconectado al sistema SWIFT. "Es una jugada política porque ese sistema depende también de la UE", apunta el analista Nacho Montes de Oca en su cuenta de X. Añade que el ingreso de divisas por grano es una de las esperanzas para la maltrecha economía rusa.

Las exportaciones de gas y petróleo cayeron un 18% en febrero. Además, Rusia obtiene una ruta segura para exportar mercancías. En la versión rusa de lo pactado, dejan claro que el levantamiento de las sanciones en condición previa a la tregua.

Zelenski: "Rusia miente"

El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, ha remarcado primero que el alto el fuego sobre el Mar Negro y las infraestructuras energéticas será efectivo de forma inmediata en lo que concierne a su país. Ha apelado a Donald Trump en caso de violaciones del acuerdo. "Si los rusos violan esto, entonces interpelaré directamente al presidente Trump. Si lo violan, pediremos sanciones y armas", ha dicho Zelenski en una conferencia de prensa en Kiev.

Sobre las sanciones ha acusado al Kremlin de "mentir" sobre lo pactado. En su discurso nocturno a los ucranianos ha negado que se hablara de levantar sanciones y ha desmentido que Rusia esté cumpliendo el alto el fuego sobre infraestructuras energéticas desde el 18 de marzo. "Del mundo y de todos los que realmente necesitan la paz depende que se permita a Rusia mentir de nuevo", ha dicho Zelenski.

En su versión sobre el acuerdo, el Ministerio ucraniano de Defensa, añade que el movimiento de buques de guerra rusos fuera de la "parte oriental del Mar Negro" será tratado como una violación del acuerdo y una "amenaza para la seguridad nacional de Ucrania". El comunicado difundido en la cuenta de X del Ministerio de Defensa, se deja claro que "en este caso, Ucrania tendrá pleno derecho a ejercer el derecho a la autodefensa".

Los ucranianos no van a rendirse

Lejos de ser un gran avance, el acuerdo de Riad sobre el Mar Negro y las infraestructuras energéticas nace con vicios de fondo. En el fondo, tanto Putin como Trump creen que pueden imponer la paz a los ucranianos. Como si estuvieran dispuestos a aceptar la capitulación que están fraguando la Casa Blanca y el Kremlin. La animadversión del ministro ruso de Exteriores, Sergui Lavrov, por los líderes europeos que promueven la "coalición de voluntarios" para desplegar tropas en Ucrania y así aportar garantías de seguridad apunta que es la buena dirección.

Todo indica que los rusos están tratando de convencer a los estadounidenses de que los ucranianos deben retirarse de cuatro de sus regiones (Donetsk, Lugansk, Zaporiya y Jersón) y cuentan con que el presidente estadounidense presione a Kiev en este asunto. 

En una conversación con el propagandista estadounidense Tucker Carlson, el enviado de Trump, Steve Witkoff, afirmó que en estas cuatro regiones ocupadas por Rusia se habían celebrado referendos en los que "la abrumadora mayoría de la gente demostró que quería ser gobernada por Rusia". Es decir, da por buenos referendos ilegítimos. El enviado de Trump parece cada vez más al servicio de Putin.

Los ucranianos no aceptan que los rusos entren en Jersón o Zaporiya, ciudades que impulsan significativamente la economía ucraniana. Entre la rendición y la guerra, la gran mayoría de los habitantes del país elige la guerra. La última encuesta del Instituto Internacional de Sociología de Kiev (KMIS) muestra que solo el 8 por ciento están a favor de aceptar "cualquier" condición de Rusia. A su vez, el 82 por ciento cree que la lucha debe continuar incluso si Estados Unidos deja completamente de apoyar a Ucrania.