El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha anunciado que el 3 de abril impondrá aranceles del 25% para todos los automóviles, camiones y sus piezas que entren en su país, en una nueva y agresiva medida que recrudece la guerra comercial iniciada por su Administración y que probablemente aumentará los precios de los coches para los consumidores estadounidenses y perjudicarán a compañías estadounidenses, puesto que la mayoría fabrican parte de sus vehículos en Canadá o México.

"De manera efectiva cobraremos un arancel del 25% (a los automóviles)", ha dicho Trump en la Casa Blanca, después de que su portavoz anunciase la medida horas antes. Aproximadamente la mitad de todos los vehículos que se venden en Estados Unidos son importados, y casi el 60% de las piezas que después son ensambladas en el país, según apuntan los medios estadounidenses. Eso implica que los aranceles impulsarán de forma importante la inflación, que en las elecciones de noviembre supuso la principal preocupación de los americanos.

La intención del presidente, como ha mantenido desde el principio y ha recordado esta tarde, es que los aranceles obliguen a las empresas que hasta ahora producían fuera del país, total o parcialmente, a asentarse en Estados Unidos para así no tener que pagar los gravámenes. Sin embargo, los expertos apuntan que eso, si sucede, llevará años -las fábricas de coches tardan años en levantarse y cuestan miles de millones-, lo que provocará disrupciones en las cadenas de suministro, y cuando se complete las compañías tendrán que pagar a los trabajadores sueldos estadounidenses, más altos que los de fuera del país, entre otros costes que difícilmente abaratarán sus productos.

"Cualquiera que tenga sus plantas en Estados Unidos va a verse beneficiado", ha mantenido Trump, explicando que según sus cálculos la medida aumentará los ingresos de las arcas estadounidenses en entre los 600.000 millones y el billón de dólares en los próximos dos años. "Entrará en efecto el 2 de abril, y empezaremos a recaudar el 3 de abril," ha añadido el presidente estadounidense, insistiendo en que "si fabricas tus vehículos en los Estados Unidos, no hay aranceles". El magnate ha remarcado que sus aranceles atraerán a fabricantes de vehículos extranjeros a levantar plantas en suelo estadounidense para evitar los gravámenes y ha puesto como ejemplo los planes del fabricante japonés Honda, que este mes anunció que fabricaría un nuevo modelo en su planta de Indiana, en vez de en México. 

La medida podría devastar las industrias del automóvil canadiense y mexicanas, que emplean a 125.000 y un millón de personas, respetivamente y según el New York Times. En respuesta, el nuevo primer ministro canadiense, Mark Carney, ha calificado el anuncio como "un ataque directo" y ha asegurado que los lazos históricos entre ambos países "se están rompiendo". También ha anunciado que este jueves su gabinete se reunirá para decir qué medidas toman en respuesta. En México, la industria del automóvil supone el 5% de su actividad económica, lo que incluye a muchas compañías estadounidenses, que fabrican allí parte de sus coches.

Trump ha especificado que los aranceles afectarán también a ambos países pese a los acuerdos de libre comercio que firmó en su primer mandato, salvo por una pequeña excepción: las piezas que se fabricaron en Estados Unidos pero después viajaron a México o Canadá para continuar su proceso de montaje estarán exentas y podrán descontarse de la factura final arancelaria. Por lo demás, la Casa Blanca ha remarcado que no hará excepciones, como ha sucedido con otros gravámenes días después de anunciarlos.

Tras conocerse la noticia, la bolsa estadounidense ha caído con fuerza. Las acciones de los principales fabricantes de vehículos se han desplomado en el mercado after hours, cuando se supo que la medida también afectaría a las piezas de los automóviles. General Motors ha caído un 7% y Ford y Stellantis se han dejado más de un 4% una vez Wall Street había cerrado, mientras que Tesla ha bajado un 1%.

A día de hoy, la industria de la automoción descansa sobre los acuerdos comerciales que hasta el momento le han permitido diversificar y que fábricas en diferentes países se especialicen en ciertas partes, piezas o tipos de coches, porque sabían que podrían viajar a otros países sin pagar aranceles. En concreto, en Norteamérica el sector lleva sujeto a acuerdos de libre comercio desde los años 60, y en consecuencia México es el país del que Estados Unidos importa más vehículos. Pero Japón, Corea del Sur, Canadá y Alemania también van a verse gravemente afectadas, y por tanto la medida de Trump puede desatar contramedidas que compliquen aún más la guerra comercial.

Además de los aranceles a los vehículos importados, la Administración estadounidense también tiene previsto implementar el 2 de abril -fecha que ha bautizado como "día de la liberación"- muchos otros gravámenes, tanto el conjunto de los que ya anunció para México y Canadá como otra batería de lo que ha bautizado como "aranceles recíprocos", que castigarán a los países que no solo tengan activados impuestos aduaneros sobre bienes y servicios estadounidenses, sino que Estados Unidos considere que perjudican a su industria de alguna manera, ya sea con sueldos más bajos, con regulaciones más fuertes o con subvenciones a los productores de su propio país. 

Todos estos gravámenes se sumarán a los ya activos: aranceles del 20% a todos los productos procedentes de China que entren en EEUU y del 25% a los llegados de Canadá y México, con ciertas excepciones. Según el presidente estadounidense, sus aranceles son "muy justos" y "muy buenos". "Vamos a ser muy indulgentes", ha asegurado, "creo que la gente va a sorprenderse mucho". En su opinión, los precios no subirán en consecuencia porque impondrá bajadas de impuestos con lo que recaude con ellos.