Antes de que votara los rusos en las presidenciales de mediados de marzo sabíamos que Vladimir Vladimorovich Putin ganaría de forma aplastante. De la misma forma en las elecciones del próximo 28 de julio en Venezuela solo podrá ser Nicolás Maduro quien se alce con la victoria. Es lo que caracteriza a las urnocracias, sistemas políticos donde se vota pero la libertad de voto está restringida a los candidatos aceptados por el régimen.
La única vez que Nicolás Maduro afrontó un desafío electoral con un rival auténtico fue después de ser designado como sucesor por Hugo Chávez, fallecido prematuramente en 2013, guiado por los padrinos cubanos del ex conductor de autobuses. Maduro ganó muy ajustadamente frente a Henrique Capriles, candidato de la Mesa de la Unidad Democrática, la oposición al chavismo. Maduro logró el 50,6% y Capriles el 49,1%. El delfín de Chávez salvó su poltrona presidencial por apenas 200.000 votos.
Maduro aprendió la lección. Una cosa es que el pueblo vote y otra que el pueblo decida. A partir de ahí puso empeño en controlar el proceso electoral. Aún así en las elecciones de 2015 la oposición ganó la mayoría en la Asamblea Nacional. Los militares fueron clave para que se aceptara ese resultado tan incómodo.
A partir de ahí el régimen hizo lo posible y lo imposible por asfixiar al poder legislativo con un poder judicial secuestrado por sus huestes. En 2020 las aguas volvieron a su cauce en la Asamblea Nacional tras unas presidenciales en 2018 marcadas por el fraude.
Con una habilidad digna de prestidigitadores de la política, y gracias al poder que mantiene por la explotación de los pozos de petróleo en plena crisis energética, Maduro logró que la comunidad internacional volviese a confiar en él y sus promesas de que celebraría unas elecciones libres y transparentes en este 2024.
La oposición desconfiaba al igual que los activistas comprometidos con la demanda de libertad de los presos políticos. Como suele repetir el ex presidente español Felipe González, buen conocedor de la realidad venezolana. Maduro no va a convocar unas elecciones para perderlas.
Presidenciales el 28 de julio
La fecha ya está fijada: el 28 de julio. Hay 13 candidatos inscritos, incluido Nicolás Maduro, el pastor evangélico Javier Bertucci o el gobernador de Un Nuevo Tiempo Manuel Rosales, pero ha quedado fuera la líder opositora, María Corina Machado, quien realmente podría ganar frente al actual presidente, que ya se afianzó al poder en 2018 cuando las elecciones se saldaron con una abstención histórica y denuncias de fraude.
"Todos los candidatos que acompañan a Maduro son políticos prosistema puestos por Maduro. Pertenecen al conglomerado que da apoyo al sistema. Hay quienes creen que está ahí para lograr sus propias prebendas", apunta el diputado Armando Armas, de la Mesa de la Unidad Democrática desde su exilio.
La oposición celebró esta vez primarias para elegir a su representante. En octubre de 2023 ganó la partida por goleada María Corina Machado. Logró el 92% de los votos. María Corina Machado se erigía en una candidata temible para el régimen chavista, que ya la había inhabilitado. "La oposición siempre ha tenido la misma estrategia: la sustitución del régimen a través de los mecanismos que brinda la Constitución. Confiábamos en un quiebre a través del evento político del 28 de julio", señala Armas, de Voluntad Popular.
La oposición siempre ha tenido la misma estrategia: la sustitución del régimen a través de los mecanismos que brinda la Constitución"
armando armas, diputado de unidad democrática
Los órganos al servicio de Maduro impidieron que María Corina participase en las elecciones. A pesar de este obstáculo, María Corina Machado siguió adelante con su campaña. Hasta el último momento Machado confío en que aceptaría la candidatura de un opositor real como es su caso. Pero no.
El régimen recurrió a las amenazas y el hostigamiento a María Corina Machado y su entorno. Varios dirigentes de su partido, Vente Venezuela, han sido encarcelados, entre ellos Henry Alviárez y Dinorah Hernandez. Desde el lunes están refugiados en la embajada de Argentina en Caracas parte del equipo político más cercano a María Corina Machado. Ahí están Magalli Meda, jefa de campaña, y Pedro Urruchurtu, coordinador internacional de Vente Venezuela. También el ex diputado Omar González, el experto electoral Humberto Villalobos y Claudia Macero, responsable de comunicación del partido, según informa El Nacional.
Maduro no quiere riesgos, de modo que también ha impedido que la académica Corina Yoris, con más de 80 años, sea la candidata en el lugar de María Corina Machado. Finalmente, el aspirante de la MUD es el diplomático Edmundo González Urrutia, aunque lo es de forma provisional, como candidato tapadera, para ser reemplazado. Fue embajador en Argentina y Argelia. No tiene aspiraciones políticas. María Corina Machado confía en que puedan reemplazarlo.
"El tablero político se ha movido una vez más y el régimen ha hecho su jugada en respuesta a la postulación de la candidata de María Corina Machado, Corina Yoris", dijo el politólogo Nicmer Evans a El Nacional. "El régimen optó por jugar duro", añade Evans. La elegida por Machado, Corina Yoris, no pudo acceder a la web para inscribirse y también quedó fuera del proceso. María Corina Machado se niega a pedir el voto por el diplomático González Urrutia.
La nueva convocatoria de elecciones y no permitir que participe la oposición es la consolidación del modelo autoritario de Maduro. Se legitima a través de elecciones pero adopta formas autoritarias desde hace tiempo", afirma Francisco Sánchez, director del Instituto de Iberoamérica de la Universidad de Salamanca. "Hubo elecciones que ganó la oposición o gobernadores opositores que han vencido. El régimen solo lo permite cuando no ve amenazas a su poder. Las dictaduras suelen romperse cuando hay grupos en el poder que se enfrentan. Ahora Maduro no ve incentivos para dejar el poder. Maduro ha demostrado que sabe equilibrar entre los distintos grupos y se mantiene fuerte. Se ha consolidado como la cabeza visible de Venezuela".
El papel de la comunidad internacional
¿Qué puede hacer la comunidad internacional? A juicio de Francisco Sánchez, "no hay nada que hacer en Venezuela. El país se ha sometido a todo tipo de presión y funciona al margen de las sanciones. Y a la oposición Maduro les tiene cogida la medida. Por ejemplo, a Juan Guaidó le dejó libertad de acción, pero cuando tiene éxito Maduro cambia las reglas".
Sánchez considera que España tiene las de perder en una intervención en Venezuela. "Hay muchos españoles en Venezuela y venezolanos en España. La tensión revierte en perjuicios a la población. Por ejemplo, dificultades en los visados o pasaportes, o incluso requisar propiedades. Es muy difícil actuar cuando te afecta a la política local. Además, contra España siempre se usará la baza del colonialismo".
El debate sobre Venezuela en España está muy polarizado. Los férreos detractores de Maduro o los condescendientes, como el caso del ex presidente José Luis Rodríguez Zapatero, o Podemos. "Parte de la oposición está muy vinculada al PP, el padre del opositor Leopoldo López es eurodiputado por el PP y en esas circunstancias el gobierno se verá atacado por el PP por todo lo que pase en Venezuela", añade Sánchez.
Según el diputado Armando Armas, "el gobierno de España reanudó relaciones diplomáticas con Venezuela, y ha tratado de normalizar la situación con Venezuela. El Delcygate y el caso Koldo revelan que el gobierno de Sánchez tiene algunos compromisos con el de Maduro. En la época del gobierno interino Sánchez rechazó verse como presidente con Juan Guaidó, el presidente interino, y sin embargo pasó por Madrid Delcy Rodríguez en lo que fue un incumplimiento de las sanciones europeas. El gobierno de España está alienado con el avance del régimen en Venezuela. No se ve a España como un gobierno que pueda presionar a Maduro".
La Administración Biden ha apoyado los Acuerdos de Barbados y México, acuerdos que no ha cumplido Maduro. "Habrá que ver cómo reacciona a los últimos acontecimientos. EEUU está a la espera de cómo queda finalmente la competición electoral. Hay que considerar a Maduro en el contexto internacional, porque Maduro es un aliado de Putin y no solamente desde el punto de vista declarativo. Ha ayudado a Moscú a evadir sanciones de petróleo y se dice que ha enviado oro. La UE debería ver a Venezuela como un hub logístico de quienes tratan de subvertir el orden internacional".
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