Escribía Faulkner que para todo joven sureño siempre existirá ese momento preciso en el que todo está por decidir, en el que todavía y siempre son las tres de la tarde del 3 de julio de 1863 en un campo de Pensilvania, y la mítica carga de Pickett está a punto de comenzar. Es el mito de la "causa perdida" del viejo sur de Estados Unidos, esa romántica América rural que "Lo que el viento se llevó" grabó en el imaginario de generaciones.
Una sociedad de ensueño que Donald Trump ha sabido condensar de nuevo en su "America first" y el trumpismo ha hecho suya apropiándose de la bandera confederada. Pero, qué hay de cierto en ese retrato idealizado, en la nobleza de los jóvenes caballeros sureños defendiendo sus ideales frente al insaciable norte capitalista.
Muy poco, en opinión de Emilio Ablanedo, que se ha lanzado a la aventura de diseccionar un mito prácticamente desconocido para la literatura y la historiografía en castellano. En "Confederación" repasa las condiciones sociales y económicas de los estados del sur que se lanzaron a la Guerra de Secesión tras la victoria de Abraham Lincoln, la cultura y el peso de la esclavitud en una sociedad eminentemente agraria. Y desmiente algunos mitos.
Confederación y supremacismo blanco
Como el de la presencia de unidades de soldados afroamericanos en la confederación, o la idea de que Lincoln era abolicionista. Una mitología sobre la que se sustenta una batalla ideológica no menor en Estados Unidos sobre el legado de la Confederación. Sobre todo en un momento en el que resurge la bandera de la confederación de la que se han apropiado los defensores del supremacismo blanco. Uno de los pilares sobre los que se construyó la identidad política de la confederación.
Así, el 57% de los norteamericanos defiende que los símbolos confederados no son racistas, son sólo símbolos regionales. Sin embargo, si la misma pregunta se hace solo en el sur, el 75% de los blancos defiende la simbología confederada, mientras el 75% de los negros la rechaza por racista.
Construir el relato
"Paradójicamente, la historia de la guerra civil y la secesión la escribieron los sureños" a través de la Sociedad Sureña de Estudios Históricos que se lanzó a construir un relato en el que la causa real de la guerra no fue la esclavitud, que era "institución decadente que hubiera desaparecido por sí sola", explica Ablanedo. Según ese relato, los sureños se lanzaron a la guerra por la defensa de su sentido del honor pero nunca podrían haberla ganado porque el norte era superior. Y, por supuesto, la figura del general Lee, "un general invencible" que perdió porque el general Grant "era un carnicero dispuesto a sacrificar a sus tropas".
Los sureños "se dedicaron en cuerpo y alma a escribir la historia de la guerra civil por una necesidad de psicología colectiva", necesitaban consolarse pensando que "los buenos chicos también pierden". Una visión que contrasta con el ideal yankee que establece una equivalencia entre la virtud moral y el éxito. "Los sureños tenían que romper este paradigma" argumenta Ablanedo.
En otras palabras, había que dejar claro que la guerra no devino de la defensa de la esclavitud sino de la defensa de sus "derechos estatales, de la defensa de la autodeterminación, que era algo mucho más virtuoso". El norte no tenía esta necesidad de auto justificación y sí necesitaba reconciliarse con el sur, "por eso los postulados del sur acaban siendo asumidos por toda la nación, de modo que personajes como el general Lee acaban siendo héroes nacionales".
Una construcción del relato tremendamente actual, que acaba de asentar toda una generación de autores de los años 30 del siglo XX liderados por Faulkner y que consigue disociar el mito del viejo sur con un esclavismo que, en sus peores momentos, daba a los esclavos una media de vida en las plantaciones de apenas siete años. Los plantadores los explotaban hasta la extenuación, porque era más barato comprar nuevos esclavos que garantizarles unas mínimas condiciones de vida.
El peso de la esclavitud
Sin embargo, desde hace años las banderas confederas son un símbolo de "nativismo" explica Ablanedo. Se han convertido incluso en algunas comunidades del noroeste en un símbolo de la defensa de la América rural, tradicional, arraigada en valores muy conservadores. La América blanca anglosajona. "No por casualidad había banderas confederadas en el asalto al capitolio".
Desde mediados del siglo XX la historiografía ha aportado pruebas de que fue la esclavitud la que provocó en ultimo término la secesión de los estados del Sur y la guerra. Pero entre sectores del supremacismo blanco todavía se advierte la necesidad de justificar la guerra y negar el peso de la esclavitud.
Paradójicamente, otro de los mitos que circulan en redes sociales es que, como la guerra no se desata por la esclavitud sino por una "agresión extranjera del norte", había unidades de afroamericanos luchando por la confederación. Un mito sobre el que no hay pruebas históricas, advierte Ablanedo, pero sigue circulando. Sí hubo una unidad en Nueva Orleans, donde sí existía una comunidad numerosa de negros libros, la Primera Guardia de Luisiana, que nunca llegó a entrar en combate.
La secesión interesada
La secesión del sur fue provocada por los grandes plantadores, que eran una minoría en el sur. Sólo eran propietarios de esclavos un 26% de la población, y la mayoría eran pequeños granjeros con un esclavo. Los que tenían más de cien esclavos era una minoría de unos 3.000 grandes propietarios. "Ellos fueron los que radicalizaron a todo el sur, transmitieron el miedo a la población de que si se abolía la esclavitud el sur se podía convertir en África".
Lanzan adelante la independencia aprovechando el triunfo de Lincoln y comienzan rápidamente la guerra para atrapar en una "disyuntiva binaria diabólica" a los estados del alto Sur. "Fue un proceso muy rápido lanzado por una mayoría con unos resultados nefastos para todos", resume el autor, que señala las similitudes con el procés en Cataluña. "Tenemos una sociedad catalana que actúa de forma visceral y radicalmente contraria a sus intereses".
Sin embargo, lo cierto es que Lincoln no era abolicionista, pero se oponía a extender la esclavitud al Oeste, en línea con el partido republicano, creado en 1854. "No por razones humanitarias, porque eran igualmente racistas, sino porque sabían que la expansión de la esclavitud era el fin de la clase media y querían impulsar una sociedad capitalista, moderna, con una clase media pujante".
En otras palabras, no querían que se reprodujera el esquema del Sur, donde la esclavitud canalizaba todas las inversiones hacia las grandes explotaciones, que eran muy rentables, pero acababa con la clase media. El resto de la población sureña practicaba una agricultura de subsistencia. De cómo consiguieron los grandes terratenientes convencer a esos granjeros para que se lanzaran a la guerra trata también Confederación. Los grandes olvidados por el mito de la "causa perdida".
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