“Este es el mundo de hombres. Un hombre creó el coche que nos lleva por las carreteras, un hombre hizo el tren que lleva las cargas pesadas. Un hombre hizo la luz eléctrica para sacarnos de la oscuridad”. Con esta canción Trump entró a la Convención Republicana el martes, mientras daba la mano a sus seguidores y las cámaras reproducían su avance por la alfombra roja en las cientos de pantallas de todo el pabellón. Parecía una escena sacada de El Padrino. "El hombre puede hacer todo lo que quiera", atronaba la música cuando el magnate subía las escaleras y era recibido por toda su familia. Y las gradas no dejaban de aplaudirlo, abarrotadas de seguidores que coreaban su nombre.
La reunión del Partido Republicano que se ha celebrado esta semana en Milwaukee (Wisconsin) ha dejado claro que ya es el Partido de Trump. El expresidente aceptó la nominación de su formación para ser su candidato a las elecciones de noviembre este jueves, pero durante toda la Convención ha estado rodeado de apoyo, de cariño y de fanatismo alrededor de su figura. La multitud ha demostrado que lo adora llevando parches en la oreja como el que él usa desde el atentado y levantando pancartas con su nombre y lemas como “Deportación masiva ya”, “Protege a nuestros granjeros” y “Trump terminará con la guerra de Ucrania”.
“El Partido está más unido que nunca. Más que con Reagan. Y si no, lo veremos en noviembre”, dice uno de los 50.000 asistentes que va acompañado por su esposa. “Lo adoramos. Es auténtico, y sabemos que no lo hace por dinero. Lo hace porque ama al pueblo”, sostiene ella mientras ambos, vestidos de traje, fuman a las puertas del estadio de los Bucks de la NBA, donde se celebra el evento. Dentro se podían comprar camisetas, tazas, pines y bolas de golf con la cara de Trump, y, en contraste, no había ningún símbolo de ningún otro republicano, ni siquiera de ningún otro expresidente: todo era él, sus frases, sus tuits, sus fotos. En un stand unos jóvenes vendían un libro de poesía en el que habían recopilado en verso todos los tuits de Trump, bajo el argumento de que ha estado escribiendo poemas sin ser consciente.
El soplo de la muerte ha impulsado a los que aman a Trump, que no han dudado en vestirse, mostrarse y desgañitarse para mostrar su apoyo, y ha reducido al mínimo las voces críticas, que apenas se han dejado ver a lo largo de estos cuatro días. Si existía alguna reticencia hacia él entre algunos republicanos, durante la Convención ha quedado completamente escondida. Quizás entre el rapidísimo declive del actual presidente Joe Bien y el tiroteo de Butler los seguidores se ven rozando la Casa Blanca de nuevo y prefieren cerrar filas. Quizás realmente son capaces de dejar de lado que su candidato sea el primer delincuente convicto que podría llegar a presidente, que tiene cuatro juicios por delante, que no aceptó el resultado de las anteriores elecciones y que está dispuesto a romper con el sistema.
“No difiero en nada. Me gustan sus políticas”, contesta Mark Hosty, un delegado de Illinois presente en la Convención, cuando se le pregunta si hay algo en lo que esté en desacuerdo con Trump. “El Partido está más unido que en mucho, mucho tiempo, y soy lo suficientemente mayor como para haber vivido la etapa de Reagan”. Pese a sus declaraciones, Hosty no aplaudió durante el discurso de Eric Trump, hijo del candidato, que leyó un discurso lleno de mentiras como que durante la legislatura de su padre la economía y los salarios crecieron más que nunca en la historia, o que los precios cayeron más que nunca.
Un resultado holgado de Trump permitiría la deportación masiva que promete
Pero que el apoyo del partido sea más férreo que nunca -y que el disenso haya caído a mínimos- podría tener implicaciones importantes. La mayor, que si Trump llega a presidente estará en una posición mucho más fuerte que cuando lo hizo en 2016, cuando gran parte del partido lo consideraba un empresario excéntrico con el que había que tener cuidado. Y eso podría llevar a la pérdida del Congreso, con lo que tendrá más libertad para acometer las reformas que está prometiendo, de las deportaciones masivas a las limitaciones al comercio con el exterior, o expulsar a los funcionarios que no le sean leales.
Es la pesadilla de los demócratas desde que el expresidente bromeó con que sería un dictador desde el día uno, y en el partido solo el hace unos meses rival de Trump Aka Hutchinson ha mostrado su preocupación en ese sentido. Otro miedo es que en esta ocasión los que le rodean estén dispuestos a seguir al magnate en cualquiera de sus ocurrencias. En la Convención se repetía que JD Vance, el senador por Ohio recién designado por Trump como su número dos, parece mucho más favorable a aceptar las órdenes de su jefe de lo que lo fue su homólogo Mike Pence.
El aborto, uno de los temas más controvertidos
Pero aunque parezca que todo es MAGA -como se llaman los seguidores de Trump, por su lema Make America Great Again-, que el culto a Trump lo ha invadido todo, hay temas que siguen sembrando división en el partido. El principal es el aborto, que estuvo completamente ausente en la Convención. A sus puertas, asociaciones católicas pedían a Trump que pensase en los fetos. "Nuestro partido lo fundaron hombres valientes para abolir la esclavitud. Con nuestro coraje, también podemos abolir el aborto. Rechaza la cobardía. Rechaza el izquierdismo. Rechaza el aborto", decía su folleto.
Multitud de republicanos ven en el silencio del partido una muestra de flexibilización de su postura, porque saben que abogar por prohibirlo les quita votos. El propio Trump cree que es algo que deben decidir los estados. "Yo estoy de acuerdo con las pastillas, pero con matar a los bebés no, eso no. Es horrible. Incluso en caso de peligro de vida para la madre... yo misma preferiría morir yo y que viva el bebé, su vida es más importante", asegura Lisa Ann Flowers, delegada de Tennessee.
El de las armas también fue un tema completamente apartado de los discursos de la Convención, pero en este caso entre los asistentes no parecía haber división alguna. Pese a que el país está aún consternado por el intento de asesinato de Trump por parte de un joven de 20 años, con un rifle semiautomático de su padre, los republicanos siguen pensando que los ciudadanos deben tener derecho a llevar armas y a defenderse con ellas. "No puedes quitarle las armas a los americanos. Simplemente no puedes", opina Carl Paladino, empresario y asistente que viene de Nueva York. "Si el atentado sucedió fue porque el Servicio Secreto está poco entrenado".
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