Dentro de la Convención del Partido Demócrata, el espejismo es total. Por el entusiasmo generalizado, las infinitas pancartas, las camisetas y chapas con su nombre, parece como si Kamala Harris fuese su candidata desde siempre. Como si el desagradable reemplazo de Biden fuese un mal sueño y nunca hubiese tenido lugar. Los rumores de que las artistas Beyoncé o Taylor Swift podrían aparecer en cualquier momento le dan un aire festivo, aunque es difícil igualar al guateque que montaron los republicanos en su reunión en Milwaukee (Wisconsin), donde también ellos oficializaron en julio quién sería su candidato a las elecciones, como marca la tradición de ambas formaciones.

“Desde que supe que ella sería la candidata, me volqué totalmente. El entusiasmo es enorme. No he visto nunca nada parecido, se lo digo a todo el mundo”, dice Kellie Sherrie, una artista que viene de un pequeño pueblo de Louisiana y viste orgullosa una chaqueta vaquera con el mensaje We’re not going back y el dibujo del símbolo de la justicia, una mujer con los ojos tapados, personificada en Kamala Harris, que ha pintado ella misma.

Pero lo cierto es que solo hace un mes del día en que Joe Biden decidió retirarse de la carrera presidencial, dando fin a semanas de presiones por parte de miembros de su partido que pedían su salida, y de elucubraciones sobre cómo se desarrollaría la convención que se celebra esta semana en Chicago.

Diversidad y sobriedad

A simple vista, la fiesta demócrata presenta unas cuantas diferencias con la republicana. En primer lugar, la diversidad racial: en la del partido rojo había personas negras, pero eran una de cada 50; aquí son alrededor de la mitad. En segundo, la sobriedad: los demócratas no son tan estrafalarios, no se han disfrazado, no han cocinado tartas para la ocasión, ni llevan sombreros con forma de queso como los delegados republicanos de Wisconsin. Tampoco está aquí Hulk Hogan rasgándose la camisa ni ningún imitador de Elvis Presley, aunque esta noche los artistas Stevie Wonder y John Legend y la actriz Mindy Kaling (de la serie The Office, en su versión estadounidense) se han acercado a animar la velada.

Pero si hay una diferencia fundamental es la que se aprecia en el discurso. El tono de esta convención es completamente distinto, y evidencia dónde va a estar la clave en estas elecciones. En la Demócrata las intervenciones de expresidentes como Bill Clinton, importantes políticas como Nancy Pelosi o incluso la de la gran sorpresa de la noche, Oprah Winfrey, hacen referencia a lo mismo: al aspecto sentimental. A las libertades que podrían ser arrebatadas si gana Trump, a la importancia de escoger la paz frente a la guerra, al deber de ser amables en lugar de hipócritas; de aceptar al migrante y al diferente y no tenerle miedo. A la necesidad de poner pie en pared ante el posible regreso al poder de un mentiroso, un hipócrita y un hombre sin escrúpulos que solo busca su propio beneficio y el de sus amigos, como han recalcado los distintos discursos pronunciados.

“Inclusión por encima de ganancia económica. Eso es lo mejor de Estados Unidos. Y la libertad no es gratis, hace falta compromiso para enfrentarse a los acosadores”, ha gritado la presentadora Winfrey. “No vamos a retroceder, ¡elegid la alegría!”, ha dicho, usando el ya seudónimo de Kamala Harris. También ha usado el mismo apodo el expresidente Bill Clinton, que ha pisado el escenario un día después de su esposa Hillary. “Necesitamos a la presidenta de la alegría”, ha dicho en recuerdo de su famoso discurso de la convención de 1996, cuando se hizo famosa la frase “todavía creo en un lugar llamado hope [esperanza]” que pronunció en referencia tanto a su pueblo como al sentimiento. 

Sin embargo, ese miedo a la posible vuelta de Trump no era compartido por todos los presentes. Andy Sloyan, coordinador de seguridad en el edificio en el que se celebra la Convención y quien simpatiza con el partido, cuenta a este periódico que cree que las raíces del sistema son lo suficientemente sólidas como para que un presidente pueda revertir tanto como se teme. “Hemos superado una guerra civil, la esclavitud, la Guerra de Vietnam, tantas cosas…”, reflexiona. Reconoce que no se explicó el triunfo del magnate en 2016 y que se llevó las manos a la cabeza durante el asalto al Capitolio, pero no descarta que pueda volver a pasar algo parecido. El entusiasmo que se aprecia hoy en el edificio es enorme, pero, recuerda, las encuestas siguen estando muy ajustadas y solo un puñado de estados decidirán el resultado electoral.

Tim Walz tira de hemeroteca y evita a Palestina

Con todo, esa misma línea del miedo es la que ha seguido el todavía casi desconocido número dos de la campaña, el gobernador de Minnesota Tim Walz, quien este jueves se ha dado un gran baño de masas en la Convención. “El Gobierno tiene que quedarse fuera del maldito dormitorio”, ha exigido. “¡Que se metan en sus asuntos!”, ha bramado en referencia a la posibilidad de que el Partido Republicano limite aún más el derecho al aborto. 

Pero en los apenas 15 minutos que duró la intervención de Walz no hubo nuevas propuestas, ni tampoco aspectos de la economía que deban abordarse, sino que fue prácticamente una repetición de su primera aparición pública tras la invitación de Harris de acompañarla en el ticket. Como aquel discurso en Filadelfia, su mitin se ha centrado en todo lo que los republicanos podrían limitar o eliminar de ganar las elecciones –la sanidad pública, la seguridad social– como principales razones para votar demócrata, además de en presentarse como una persona normal, procedente de una familia de casa media, y con un trabajo corriente. "Nunca subestimen a un profesor", ha subrayado.

“Son raros, son peligrosos y están mal”, ha advertido sobre los republicanos. En cambio, su propuesta es poco más que no dejar a nadie atrás, garantizar los derechos de la infancia –y que las armas queden fuera de las escuelas– y las libertades individuales, pero sin concreciones. “Cuando luchamos, ganamos”, ha esgrimido el también profesor y entrenador de fútbol americano para después fundirse en un abrazo con sus hijos y su mujer, que se han subido al escenario entre lágrimas de orgullo.

Las protestas propalestinas ensombrecen la jornada

El posible futuro vicepresidente evitó meterse en el tema más candente de la noche, el del conflicto palestinoisraelí que ha congregado a cientos de personas a las puertas de la Convención. Ni él ni ningún otro de los grandes ponentes del día tocaron el asunto en sus intervenciones, pese a los muchos delegados que han portado palestinas y otros símbolos de apoyo a Gaza, a la espera de que Harris tome una postura más clara. Este miércoles, el secretario de Estado Anthony Blinken abandonaba Oriente Próximo sin un acuerdo para el alto el fuego entre Israel y Hamás, el mismo día que el marido de Harris, el judío Douglas Emhoff, defendía su religión y la lucha contra el antisemitismo desde el propio escenario del evento. Y durante la noche, Israel bombardeó una zona del Líbano en la que, asegura, Hizbulá guardaba armas. 

Los expertos siguen llamando la atención sobre la falta de posicionamiento con respecto a Israel, algo que se explica porque parte de la base del partido es judía, aunque al mismo tiempo cada vez más votantes, sobre todo los más jóvenes, están pidiendo un frente mucho más duro contra Israel. “Los demócratas financian el genocidio palestino” e “Israel mata a niños” eran algunos de los eslóganes recogidos en las pancartas de los que trataban de manifestarse a las puertas del encuentro, bajo la atenta mirada de casi el mismo número de policías.

“Creo que el tema de Palestina lo va a tratar como una madre, no como los expresidentes hombres, que han sido estrategas… confío en que va a impedir que siga la tragedia. Soy negra y sé lo que es un genocidio pero también sé que tiene que encontrar el equilibrio”, asegura la artista Sherrie. No parecían ser tan comprensivos los manifestantes, que amenazaban con convocar una protesta aún más grande el jueves en los alrededores de la convención. En la búsqueda de un gesto por parte de su gobierno que evite más muertes se encuentra otra de las claves que decidirán estas elecciones.

"Joe: ya tendrás tiempo de tomar helado en noviembre", dice otra pancarta que ondea a las afueras del perímetro de seguridad. Si responderá Harris a sus peticiones durante la Convención es algo que se conocerá en poco menos de 24 horas, aunque por el momento casi cualquier otra cosa parece más probable.