El Partido Demócrata ha logrado esta semana lo que hace un mes parecía completamente imposible: dar una imagen de unidad y entusiasmo que, según muchos presentes, no se veía desde la campaña de Barack Obama. Los delegados, invitados y otros asistentes a la Convención Nacional Demócrata han abrazado la candidatura de Kamala Harris a las elecciones de noviembre, dejando atrás meses turbulentos de presiones y rencillas internas, especialmente tras el mal desempeño del presidente Joe Biden en el primer debate contra Donald Trump, que terminó en su abrupta retirada en julio.

Esta semana en Chicago era complicado encontrar a un miembro del Partido que no creyese que Harris va a ganar la batalla. Si realmente pensaban así o no es algo que escapa al conocimiento de esta redactora, pero no hay duda de que nadie ha escatimado en fuerzas para que así sea. No han dejado de agitar las pancartas con su nombre, no han dejado de vitorearla, no han dejado de bailar el himno oficioso del evento -la canción Freedom de Beyoncé, que finalmente no apareció en el pabellón-. "She can win" ("puede ganar"), "sí se puede", "we're not going back" (no vamos a retroceder) y "when we fight, we win" (cuando luchamos, ganamos) han sido algunos de los cánticos más repetidos.

Y aunque tras unos minutos de conversación los asistentes tendrían a preguntar con miedo qué sensaciones se vivían en la Convención Republicana, y cómo respiran los seguidores de Trump, los datos reflejan que ese entusiasmo no es solo una apariencia: en los primeros diez días de Harris como candidata, más donantes se han arrimado a la causa de los que lo hicieron en los 15 meses que ha durado la campaña de Joe Biden.

Pero más allá de las apariencias, si algo ha quedado claro estos cuatro días en el estadio de los Chicago Bulls es cuál es la hoja de ruta que Kamala Harris va a seguir para intentar llegar a la Casa Blanca como la primera mujer presidenta, la segunda con raíces afroamericanas. Aunque la número dos de Biden y fiscal general tiene aún dos intensos meses por delante en los que puede pasar cualquier cosa, estas son las claves en las que previsiblemente centrará su campaña.

La libertad

Freedom de Beyoncé se ha convertido en el himno de la campaña, y no es casualidad. Kamala Harris se está esforzando en agitar el miedo, en concienciar de lo que podría suponer un regreso al poder de Donald Trump, un criminal convicto, con ansias de dictador y manifiesta voluntad de dar la vuelta al sistema judicial, según han repetido los oradores de la convención. Enfrente busca erigirse ella, una férrea defensora de la ley que desde niña ha buscado defender a los más débiles. Esta semana se ha repetido hasta la saciedad que a Trump no le importa nadie más que sus amigos y él mismo, pero sobre todo se ha recalcado la idea de que, si regresa, el país retrocedería en derechos.

Delegados de Minesota portan carteles con la palabra 'Freedom' en la convención del Partido Demócrata.
Delegados de Minesota portan carteles con la palabra 'Freedom' en la convención del Partido Demócrata. | EFE/EPA/MICHAEL REYNOLDS

"En estas elecciones, nos jugamos muchas libertades fundamentales. La libertad de vivir a salvo de la violencia de las armas: en nuestros colegios, comunidades, lugares de trabajo. La libertad de amar a quien quieras, abiertamente y con orgullo. La libertad de respirar aire limpio, beber agua limpia, y vivir libre de la contaminación que impulsa el cambio climático. Y la libertad que desbloquea todas las demás: la libertad para votar", aclamó Harris en el discurso final de la Convención.

El mismo punto lo explicó el gobernador de Pensilvania, Josh Shapiro, en su intervención: "Aunque [Trump] presume de libertad, lo que ofrece no es libertad para nada. No es libertad decirle a nuestros hijos qué libros pueden leer, no es libertad decirles a las mujeres qué pueden hacer con sus cuerpos, y desde luego que no es libertad decir que puedes ir a votar pero él elige al ganador, eso no es libertad. Nosotros somos el partido de la verdadera libertad". Si el partido logra reapropiarse de la palabra que define Estados Unidos históricamente, tendrá mucho terreno ganado.

El aborto

El tema de la libertad está muy relacionado con el del aborto. A lo largo de toda la semana los ponentes han narrado historias de terror en las que mujeres, las mismas que se subían al escenario para contarlas, tenían que dar a luz escondidas y poniendo el riesgo su vida y la de sus bebés. De nuevo, se agitaba un fantasma: todo esto podría complicarse bajo un nuevo gobierno republicano y hay que evitarlo a toda costa.

Harris está aprovechando aquí que Trump viene guardando silencio sobre el tema, porque lo cierto es que el magnate no está a favor de limitar el derecho al aborto, sino más bien de que cada estado tenga poder para decidirlo -aunque en el pasado sí dijera que apoya una prohibición a nivel nacional-. En contraposición, la vicepresidenta se ha mostrado a favor de que el Congreso apruebe un proyecto de ley para restaurar lo que el Supremo tumbó hace unos meses, "y con mucho orgullo la firmaré y la convertiré en ley", ha dicho Harris.

La oposición a Trump

Es evidente que la candidata del Partido Demócrata va a centrarse en hacer oposición al candidato republicano, pero este punto va más allá de eso. La campaña de Harris está tendiendo a centrarse peligrosamente en Trump, en lugar de hacerse destacar por sus propias propuestas. Esto puede resultar crucial en noviembre, porque por mucho que la vicepresidenta insista en la pérdida de derechos que puede suponer el regreso a Trump, en Estados Unidos muchas familias votarán en el plano económico. Y sí, el expresidente quiere cortar los fondos públicos a los colegios en los que se hable de identidad de género y prohibir a las mujeres trans participar en competiciones deportivas femeninas, pero eso no será suficiente para que pierda unas elecciones.

Encarar la campaña mayormente del lado identitario puede ser útil para movilizar a algunos votantes, sobre todo racializados, jóvenes y mujeres, pero no hay duda de que otros priorizarán su bolsillo. Y aunque los demócratas repitan mil veces que Donald Trump no se preocupa por la clase media, esto no es del todo cierto: las bajadas de impuestos del empresario realmente beneficiaron a la clase media. En cambio, no está tan claro cómo va a luchar ella por la mejora económica de la mayoría social. En su discurso, anunció rebajas de impuestos para 100 millones de estadounidenses, pero no especificó, y esa poca concreción choca con un Trump que lleva meses insistiendo en que bajará el precio de la gasolina; en que aumentará los aranceles para proteger los empleos del país y en que expulsará a los migrantes ilegales y restringirá la entrada de nuevos con el mismo fin.

"Hay 60 millones de personas que viven en la pobreza en EEUU, y ni siquiera habla de ellos", le echó en cara Trump tras su discurso, en una publicación en su red social, Truth Social. Trump sabe que quien gane el voto popular ganará las elecciones.

Las mujeres

Delegados asisten a la noche final de la Convención del Partido Demócrata en Chicago.
Delegados asisten a la noche final de la Convención del Partido Demócrata en Chicago. | EFE/EPA/WILL OLIVER

El voto femenino será crucial en estas elecciones, y en ese sentido el relato de Harris como niña criada por su madre en un hogar que llegaba a fin de mes con dificultad puede contribuir a que muchas se sientan identificadas. Los Obama han insistido en este concepto, tratando de revivir el eslogan que llevó a Barack Obama a la Casa Blanca, transformándolo en "yes she can". Es cierto que ya se intentó movilizar al voto femenino cuando Hillary Clinton se presentó a presidenta, pero por su condición de blanca y rica pudo alejar a muchas que ahora, quizás, sí se animen a votar a la afroamericana.

Israel y Palestina

No es lo que Harris querría, la guerra de Gaza también centrará la campaña. Durante toda la semana ha sido la piedra en el zapato de la Convención. Las protestas en la calle no han dado tregua, los delegados propalestinos han luchado hasta el último momento por subirse al escenario -sin conseguirlo- y el silencio de los ponentes sobre el tema ha sido atronador.

Fue la propia Kamala Harris quien lo rompió en la última noche del evento, cuando aseguró que no va a dejar de apoyar a Israel, pero al mismo tiempo dejó claro que Palestina tiene derecho a la autodeterminación y prometió seguir trabajando por un alto el fuego que debe ser inminente para terminar con la masacre. La vicepresidenta también se comprometió a mantener “el ejército más fuerte y letal del mundo” y a honrar a las tropas, en contraposición a Trump, quien llamó "perdedores" a los estadounidenses que han muerto en servicio.