Federico Steinberg conoció la Universidad de Georgetown desde 1999, cuando pasó allí un año como estudiante de intercambio. Ese mismo año, en ese mismo lugar nació la Cátedra Príncipe de Asturias que -entonces no podía anticiparlo- el mismo Steinberg ocupará los próximos tres años. El economista y profesor del Departamento de Análisis Económico de la Universidad Autónoma de Madrid e investigador en el Real Instituto Elcano ya había vuelto a Georgetown como investigador visitante, pero a partir de enero también tendrá el deber de difundir la ciencia, la cultura y la investigación españolas en Estados Unidos, como exige la plaza, que este año celebra su 25 aniversario.
El experto en política económica internacional recibe a El Independiente en las aulas donde estudiaron el ahora Rey Felipe VI y el expresidente estadounidense Bill Clinton. El otoño de Washington parecía infinito, como la campaña electoral, pero ha dejado paso a temperaturas bajo cero y a la reelección de Donald Trump, que acaba de anunciar nuevos aranceles. Impondrá tarifas del 25% a los productos procedentes de México y Canadá y establecerá un 10% extra a las que ya existen para China. Previamente ya anunció un arancel básico universal del 10% al 20% sobre todas las importaciones de todos los países. Steinberg está especializado en política económica internacional y en concreto ha investigado en profundidad el comercio y sus tarifas, que ocupan el grueso de esta conversación.
Pregunta. ¿Qué efectos puede tener en la economía de Estados Unidos que Trump cumpla e imponga los aranceles que ha prometido?
Respuesta. En principio, unos aranceles harían más caros los productos en Estados Unidos y abrirían el riesgo de una guerra comercial, que es el escenario peor para todos, porque si todos van imponiéndose aranceles la inflación sube en todos sitios. También podrían apreciar el dólar, aunque ahí hay que ver qué otras variables actúan… de momento, la apreciación del dólar del 5% desde que ganó las elecciones hasta ahora refleja un poco esta sensación de que como va a haber inflación la Reserva Federal tendrá que subir los tipos de interés, y cuando suba los tipos de interés, el dólar se apreciará.
Para entender esto hay que entender cómo piensa Trump en la política comercial, que es muy diferente de cómo piensan los economistas y el consenso. Él es un mercantilista, piensa que exportar es bueno e importar es malo, aunque desde Adam Smith en adelante se entiende que es mejor que cada uno produzca lo que hace mejor y luego se intercambie. Y además él añade que los países que tienen déficit comercial de bienes con EEUU son enemigos, y esos son México, China, Alemania y luego otros como Japón, Vietnam y Canadá, así que considera que se deben utilizar los aranceles para reequilibrar esas balanzas comerciales bilaterales. Es algo que en teoría económica no tiene mucho sentido porque si yo dejo de comprarle a China pero la gente sigue queriendo este tipo de productos, el déficit lo reducirás con China, pero lo aumentarás con otro. Por otro lado, para reducir el déficit comercial tienes que aumentar el ahorro interno, y justamente lo que Trump va a hacer es reducir el ahorro interno porque para aumentarlo hay que subir impuestos, y no es su intención.
Los aranceles abrirían el riesgo de una guerra comercial, que es el peor escenario para todos
P. ¿Cómo repercutiría esa decisión en la economía española?
R. España no es uno de los países que tiene superávit comercial de bienes con Estados Unidos y no es enormemente dependiente del mercado de Estados Unidos en comercio, Alemania es el doble de dependiente que España. España tiene más inversiones en EEUU y menos comercio. Entonces evidentemente sería negativo para los exportadores de esos sectores, como el aceite de oliva, los productos agrícolas que exportamos… claramente se nos encarecerían los productos en Estados Unidos y habría que ver por qué optan los exportadores españoles, si por reducir su margen de beneficio para que el producto en Estados Unidos no suba el precio, y entonces ganas menos dinero, o si trasladar el aumento del precio al consumidor estadounidense a costa de que se compre menos.
También hay muchas empresas españolas que venden en México y en la medida en la que algunas de las empresas españolas utilizan México como una vía de entrada en el mercado estadounidense, si se ponen esos aranceles les penalizan, eso está claro. Pero habría que ver en qué queda esto, porque tampoco es muy probable, creo yo, que precisamente con México y con Canadá no pueda haber un acuerdo, porque son muy cercanos.
P. ¿Cree que todo esto es un farol de Trump, o realmente piensa cumplir con sus amenazas arancelarias?
R. En el caso de México creo que es una herramienta de negociación y que juega con ese elemento de incertidumbre, siempre va cambiando lo que dice para que el otro lado nunca esté seguro, y luego nunca dice muy claro qué quiere a cambio, porque esto de decir “quiero que pares la migración ilegal” es demasiado general, lo mismo con el “quiero que pares el fentanilo”. Pero como el problema número uno es la migración y él tiene que dar un resultado en inmigración, puede conseguir un compromiso de México de bloquear la frontera desde su lado, y a cambio no te pongo aranceles. Yo creo que en la parte mexicana sí que hay una utilización de una política comercial para un objetivo no comercial. Con otros países habría que ver, creo que con China sí pretende poner aranceles y con la UE… veremos.
Hay una discusión interna sobre cuál debe ser la estrategia de la UE: si negociar con EEUU o plantarle cara
P. ¿Cómo se debe reaccionar a estas amenazas? La presidenta del BCE, Christine Lagarde, hablaba recientemente de tender puentes.
R. Hay dos estrategias posibles. Por un lado está la de Lagarde, que la plantea porque es una banquera central: ella lo que está pensando es que si Estados Unidos establece aranceles y nosotros [la UE] respondemos con aranceles, hay inflación y yo que soy el Banco Central me tengo que comer subidas de tipos de interés que no quiero. Ahí es cierto que hay algunos aranceles que son más altos en Europa que en Estados Unidos, es decir, los coches americanos tienen un arancel más alto para entrar en Europa que los coches europeos para entrar en Estados Unidos. Por eso una opción es decir, “venga, vale, yo cambio estos aranceles y además te compro más gas, te compro más coches y tú déjame tranquilo”. Esa estrategia habría que estar haciéndola ya, antes del 20 de enero, y tengo entendido que la Comisión Europea está en ello.
La otra alternativa es que ante lo que tú hagas, yo te respondo. ¿Tú me pones aranceles del 10%? Yo te pongo del 10. ¿Me pones aranceles a este producto? Te pongo a este otro. Es lose-lose y es inflacionario en general, pero es lo que hicimos la otra vez. Como Europa aspira a ser un agente geopolítico internacional, a tener más presencia, puede tener sentido que quiera mostrar su fortaleza y contestar en lugar de negociar. Pero creo que la estrategia primera va a ser negociar, aunque hay una discusión interna sobre cuál debe ser: si negociar con el matón o plantarle cara porque tú también eres muy grande.
Siempre que Trump no vincule Ucrania con los aranceles, la UE tiene más margen de maniobra
Siempre que Trump no vincule la seguridad y Ucrania con los aranceles la Unión Europea tiene más margen de maniobra, porque una cosa es que te diga, “oye, vas a ser un 3% más pobre, te va a costar un 5% más este producto” y otra que te diga “dejo a Ucrania su suerte”. Es muy distinto. Creo que Europa está más preparada para Trump que la otra vez mentalmente, pero en términos reales la situación europea es mucho más delicada que en aquella época. Primero por Ucrania y segundo porque Europa, salvo España y algún país más, está en un crecimiento anémico.
P. Es llamativo cómo los estadounidenses han elegido a Trump sobre todo por la economía, y en concreto por creer que bajará los precios. ¿Qué cree que va a pasar con la inflación en los próximos años?
R. Efectivamente esto es todo un tema muy interesante, la desconexión entre la muy buena macro de EEUU, que está creciendo al 3% y tiene una tasa de paro del 4,1% [la de España es del 12%], y la percepción de la gente. Esto tiene que ver con la inflación, por supuesto, pero sobre todo con el precio de las guarderías, con el precio del seguro médico, con el precio de la vivienda y con el precio de la dependencia, porque para tener acceso a los programas públicos tienes que ser muy pobre y si no, estás fuera. Estos son los cuatro elementos que se han encarecido mucho.
Sobre la inflación hay mucha incertidumbre, seamos honestos. Sobre el papel, si tú aplicas exactamente lo que ha dicho, esto es, aranceles, bajadas de impuestos y reducción de la oferta de mano de obra por las deportaciones masivas, esas tres cosas son inflacionarias. ¿Cuánto? No lo sabemos. Si al mismo tiempo el dólar se aprecia, a lo mejor las importaciones se vuelven más baratas y por lo tanto la inflación no sube. Si al mismo tiempo Estados Unidos aumenta mucho su producción de petróleo, a lo mejor la energía baja, y la energía es un componente importante en la inflación, con lo cual yo sería especialmente cauteloso, y eso es con lo que juega Trump. Ahora, sobre el papel, en una economía con un 6% de déficit público que está operando a pleno empleo, si le metes estos shocks de oferta y de demanda, deberías tener más precios más altos.
P. Le quería preguntar por el tema del gasto público, que también en España es muy recurrente. Trump ha escogido a Elon Musk para que lo reduzca y este promete hacerlo en 500.000 millones de dólares al año.
R. Tanto en Estados Unidos como en España no nos debemos hacer trampas al solitario. Las partidas fundamentales del gasto público son estructurales y son muy difíciles de recortar si no quieres meterle tijera real al estado de bienestar empezando por las pensiones, aunque en Estados Unidos sean menores. Si tú miras el gasto estructural necesario para que el país funcione, como el gasto militar, Medicare [la cobertura médica pública para mayores de 65 años y jóvenes con discapacidades], Medicaid [la que cubre a las personas con bajos ingresos], los veteranos, las food stamps [las ayudas a las personas de escasos recursos para la compra de alimentos], el sueldo de los funcionarios… eso es el 85% del gasto y lo otro, bueno, puedes retocarlo, pero solo con eso no puedes recortar esa cantidad de peso de la Administración, no sin reducir muy drásticamente muchas cosas que los ciudadanos en principio quieren. Lo veo poco realista.
Veo bastante difícil la reducción del Estado federal a los niveles que Trump ha prometido
Otra cosa es que puedas eliminar ministerios que tienen pocas competencias reales. Por ejemplo, si el Ministerio de Educación está transferido a los estados, ¿hasta qué punto tiene que haber un Ministerio con esa estructura? Pero eso hace poco, porque los sueldos de los trabajadores los va a seguir pagando el estado de turno. Lo mismo con la Agencia del Medioambiente, que la quieren eliminar al mismo tiempo que los estados tienen poder en la regulación medioambiental… en la práctica veo bastante difícil la reducción del estado federal a los niveles que Trump ha prometido salvo que uno haga unos recortes muy drásticos que no van a gustar a muchos de los ciudadanos, con lo que soy algo escéptico. Es muy fácil hacer demagogia con algunos pequeños detalles o datos, pero ese no es el grueso del presupuesto.
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