Estados Unidos destaca como uno de los países con más violencia ligada a las armas de fuego entre los 65 más desarrollados de todo el mundo. Es el séptimo en el trágico ránking de más homicidios por cada 100.000 habitantes, solo por detrás de las Islas Vírgenes, las Bahamas, Trinidad y Tobago, Puerto Rico y Panamá. Si se filtra la lista por países con más de 10 millones de habitantes, queda el primero, con 4,5 homicidios por cada 100.000 ciudadanos, muy lejos de Arabia Saudí, en el segundo puesto con menos de 1,5 homicidios, y de Chile, con 1,2.

En los casi 200 días que han pasado desde que esta corresponsal lleva viviendo en Estados Unidos han intentado asesinar al presidente electo dos veces. En una, una bala rozó la oreja de Donald Trump. En otra, el tirador fue descubierto cuando se escondía entre los arbustos del campo de golf en el que jugaba el magnate. Un joven ha matado en plena calle al CEO de la mayor aseguradora sanitaria del país. Un adolescente acabó con la vida de un profesor y otro estudiante en Madison (Wisconsin) en diciembre, y otro mató a dos compañeros y dos profesores cerca de Atlanta (Georgia) en septiembre. Y en Año Nuevo, un veterano del ejército ha matado a 14 personas y herido a 35 en un atropello masivo en Nueva Orleans, el mismo día que otro soldado ha explotado un coche Cybertruck (Tesla) en la puerta de un hotel de Trump en Las Vegas, suicidándose e hiriendo a siete personas. 

De nuevo, todos esos episodios han tenido lugar solo en los últimos seis meses. Y solo son los que más han trascendido. Según un recopilatorio llevado a cabo por la agencia Reuters, Estados Unidos ha vivido más de 300 casos de violencia política desde que los seguidores de Trump asaltaron el Capitolio del país el 6 de enero de 2021, hace casi cuatro años, lo que significa que este es el mayor y más sostenido incremento de la violencia política americana desde los años 70. Esa escalada se ha producido con más fuerza a partir de 2016, cuando Trump se presentó por primera vez a las elecciones.

Si nos ceñimos a la violencia relacionada con las armas de fuego, los múltiples registros disponibles como los de Gun Violence Archive o los medios de comunicación recogen que solo en diciembre tuvieron lugar 40 tiroteos masivos, es decir, esos en los que cuatro personas o más han fallecido en el mismo momento y lugar. En todo 2024 se han producido 491 tiroteos masivos, y el país lo percibe como una cifra a celebrar, porque es la más baja desde 2019 y llega después de un 2023 en el que se produjeron 656, la segunda cifra más alta desde 2014. 

Los datos todavía no han terminado de recopilarse, pero de acuerdo con la información preliminar unas 500 personas han muerto en este tipo de tiroteos este año en Estados Unidos. Teniendo en cuenta todos los muertos por heridas de armas, suicidios incluidos, previsiblemente subirán: en el último año del que se tiene información definitiva, 2021, 40.000 personas fallecieron por heridas de bala (26.000 en homicidios y 21.000 en suicidios), como recoge el Pew Research Center.

El control de las armas, clave para rebajar las cifras

"La violencia armada sigue siendo la principal causa de muerte de las personas jóvenes e impacta de forma desproporcionada en las comunidades de color. Más de la mitad de los propietarios de armas de fuego en EEUU no las guardan de forma segura. De hecho, 4,6 millones de menores en EEUU viven en casas con al menos un arma que está cargada y desbloqueada, exponiendo a los niños a las armas de fuego e incrementando el riesgo de este tipo de violencia”, lamenta en su último informe sobre la violencia armada el Centro para Soluciones para la Violencia del Johns Hopkins.

“Muchos estados no exigen exámenes a los antecedentes de los compradores privados, lo que implica que personas condenadas o que de otro modo tendrían prohibido poseer una pistola pueden comprarla a un vendedor privado. Para hacer frente a este vacío peligroso, los estados deberían implementar leyes que implementen licencias para los compradores de armas de fuego", explican.

Otras recomendaciones que contiene el mismo informe incluyen quitar las armas a aquellos que presentan un importante riesgo de usarlas de forma violenta, invertir en programas locales que promuevan la resolución pacífica de conflictos y regular el llevar armas en público, algo para lo que no es necesario un permiso en la mayoría de los estados. En consecuencia, se calcula que seis millones de adultos llevan pistolas cargadas a diario.

"La actual crisis de violencia es evitable. Debemos hacer frente a esta crisis a través de un enfoque de salud pública que persiga soluciones más equitativas, basadas en la ciencia para evitar la violencia de las armas", insisten los investigadores.

Sin embargo, no todo se solucionaría con actuaciones dirigidas al público general. De 1990 a 2010, unas siete personas al año han cometido crímenes extremistas en EEUU mientras eran miembros del Ejército o habían tenido algún tipo de experiencia con él, y desde 2011 las cifras han subido alrededor de un 45% al año, según datos del Consorcio para el Estudio del Terrorismo de la Universidad de Maryland. Era el caso de los dos protagonistas de los últimos ataques que han sacudido a EEUU en Año Nuevo, el atropello masivo de Nueva Orleans que ha acabado con la vida de 15 personas y el Cybertruck que reventó en la puerta de un hotel de Trump en Las Vegas.

El vehículo Cybertruck (Tesla) que explotó a las puertas de un Trump Hotel en Las Vegas, Nevada, en Año Nuevo.
El vehículo Cybertruck (Tesla) que explotó a las puertas de un Trump Hotel en Las Vegas, Nevada, en Año Nuevo. | EFE/EPA/LAS VEGAS METROPOLITAN POLICE DEPARTMENT

Un rayo de esperanza

Pese a los muchos crímenes violentos que han tenido lugar este año en Estados Unidos, especialmente los intentos de asesinato de Trump y el asesinato a sangre fría en Nueva York del CEO de UnitedHealthcare por parte de un joven de 26 años, las cifras aportan un rayo de esperanza. Los homicidios han caído por tercer año consecutivo, en concreto un 16%, según las estadísticas que ha publicado el Gobierno, y los crímenes violentos en general han bajado un 3%. Y ambos llevan cayendo tres años consecutivos.

Las ciudades que han registrado mayores bajadas de este tipo de crímenes son Filadelfia (40%), Nueva Orleans (38%) y Washington DC (29%). Los datos implican que los crímenes están en su nivel más bajo desde antes de la pandemia, y de continuar la senda actual, bajarían por debajo de los niveles registrados en la década de los 70. "A lo largo de los últimos dos años hemos dado la vuelta a los crímenes violentos que repuntaron durante la pandemia", ha dicho el fiscal general Merrick Garland, resaltando que la caída del pasado año es histórica.

El fiscal general atribuye al presidente Joe Biden y sus medidas el descenso de la violencia. Es cierto que Biden creó en 2023 la primera estrategia de prevención de la violencia armada, que tenía como objetivo asistir a estados y ciudades a reducir esta epidemia, y aprobó una ley en 2022 que impulsaba esa comprobación de antecedentes para los compradores de armas de menos de 21 años, además de transferir 750 millones de dólares a los estados para que retirasen las armas a quienes pueden ser peligrosos para otros.

De su lado, Donald Trump ha defendido con fuerza el derecho a poseer y llevar armas e insiste repetidamente en que protegerá la segunda enmienda, que recoge el derecho de los americanos a defenderse por sí mismos. Durante su campaña se mantuvo cerca de la Asociación Nacional del Rifle, además de jactarse de no haber hecho nada para restringir las armas mientras estaba en la Casa Blanca, posición que realmente varió en ocasiones, especialmente tras tiroteos en colegios. Durante su mandato deshizo varias leyes aprobadas por Obama con el objetivo de que personas con problemas mentales lo tuviesen más difícil a la hora de comprar armas. También sugirió que debían establecerse bonus para profesores hábiles con las armas y dispuestos a llevarlas. De cara a esta legislatura, ha prometido acabar con los "ataques de Biden y Harris a los dueños de armas" y seguir protegiendo el "derecho constitucional" a llevarlas.

Opine lo que opine el presidente, la realidad es que los americanos están profundamente divididos -también- sobre si es más importante proteger los derechos de los dueños de armas o el velar por su control. Y eso condiciona las medidas a tomar para remediar esta epidemia violenta. Según una encuesta reciente, el 51% de los adultos creen que es más importante lo primero, mientras que el 48% restante se muestran más partidarios de controlar la propiedad de las armas. Hace cuatro años los porcentajes eran los mismos pero a la inversa, con la mayoría defendiendo el control de las armas. Por partido, el 83% de los que dicen votar republicano se muestra a favor de las armas mientras que el 79% de los demócratas prioriza su control.