El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha firmado este lunes una orden ejecutiva con la que impone aranceles del 25% a todo el acero y el aluminio que entre en Estados Unidos. Sin excepciones. Como ya amenazó el domingo en declaraciones previas al partido de la Super Bowl, estos gravámenes suben la cuantía existente para los ya vigentes, que el mandatario aprobó durante su primera legislatura. Trump también ha amenazado con que esta semana anunciará más aranceles en respuesta a los que a día de hoy afronta su país por exportar productos, al considerar que EEUU está recibiendo un trato injusto por parte de otros países, y en concreto de la Unión Europea.
No está claro cuándo entrarán en vigor. Cuando se terminó de redactar esta noticia, la Casa Blanca no lo había especificado y el texto de la orden ejecutiva no estaba aún disponible.
“Estábamos siendo golpeados tanto por amigos como por enemigos”, ha dicho Trump desde el Despacho Oval, donde ha firmado las dos órdenes ejecutivas a última hora de la tarde. “Es hora de que nuestra gran industria vuelva a Estados Unidos”. Trump cree que estos gravámenes a los productos extranjeros fortalecerán la producción nacional y conseguirán que las empresas estadounidenses sean más competitivas, pero los expertos recuerdan que las mayores cuatro fuentes de acero de EEUU son Canadá, Brasil, México y Corea del Sur, y que reemplazar unos proveedores por otros no es rápido ni posible en todos los casos. Mientras, será el consumidor estadounidense el que pagará más, algo que no parece preocupar al presidente, cuya principal promesa de campaña fue que bajaría los precios.
En su primer mandato, Trump ya impuso aranceles del 15% al acero y del 10% al aluminio, aunque luego estableció exenciones para Canadá, México y Brasil, y el expresidente Joe Biden las amplió a la Unión Europea y Reino Unido. Ahora, los aranceles que soportan las importaciones de ambos materiales suben al 25%, y ningún país del mundo, de momento, podrá evitarlos. La semana pasada entraron en vigor los aranceles que el presidente estadounidense decidió imponer a China, de los que Canadá y México se libraron tras llegar a un acuerdo con él en el último momento. Con el trato, ambos países han conseguido una tregua hasta el 1 de marzo, tiempo durante el que negociarán con el recién nombrado presidente.
Los aranceles de Trump, o tasas a la entrada de productos del extranjero a Estados Unidos, no son una sorpresa porque ya durante la campaña electoral prometió que establecería gravámenes de este tipo a los países que graven los productos estadounidenses, como por ejemplo la Unión Europea. Es la misma retórica que siguió durante su primer mandato al frente del país (2017-2021): el presidente considera que los países de los que Estados Unidos importa más productos y servicios de los que les exporta son enemigos.
“Estamos pagando cientos de miles de millones de dólares para SUBVENCIONAR a Canadá. No hay razón para ello. No necesitamos nada que ellos tengan…”, dijo el líder estadounidense la semana pasada. Ese “subvencionar” parece hacer referencia al déficit comercial de 60.000 millones de dólares que EEUU mantiene con Canadá, lo que sugiere que EEUU sí que necesita a su vecino del norte… especialmente por la energía, que es la principal responsable de ese déficit.
Los fabricantes estadounidenses de acero, sin embargo, han recibido con alegría la noticia. El sector ha estado presionando a la Administración Trump para conseguir que el presidente proteja su producto, que consideran clave para la seguridad nacional del país. Pero la medida pondrá contra las cuerdas a otros fabricantes, como los de vehículos o envases de alimentos, que suelen comprar sus materiales a Canadá y México y además están acostumbrados a que sus bienes crucen estas fronteras un buen número de veces antes de obtener el producto final.
Lo previsible es que los países afectados responderán a la decisión de Trump con, a su vez, aranceles a las importaciones estadounidenses que entren a sus fronteras, lo que encarecería aún más los bienes finales. Es lo que ya sucedió durante el primer mandato del magnate, y por lo que tanto él como Biden terminaron retirando la mayor parte de estos aranceles, y parte los reemplazaron por otros. "Los estudios han demostrado que aunque este tipo de medidas ayudaron a los fabricantes de metales de Estados Unidos, terminaron haciendo daño al conjunto de la economía, porque subieron los precios de muchas otras industrias", recuerda el New York Times.
El plan de Trump es responder con más aranceles si los países extranjeros le responden a los que él ha firmado este lunes. "Es muy simple, si nos gravan a nosotros, nosotros los gravaremos a ellos", dijo este domingo, cuando iba de camino al partido de la Super Bowl en Nueva Orleans. En paralelo, el presidente ha amenazado con implementar otro tipo de aranceles a otros productos, pero no los ha revelado este lunes.
De su lado, la Comisión Europea ha asegurado antes de la firma de las órdenes ejecutivas que responderá a las medidas de Trump y que protegerá los intereses europeos, sin concretar cómo lo hará, y añadiendo que cree que estos gravámenes son ilegales. La última vez que Trump impuso aranceles a Europa, el entonces presidente de la Comisión y ex primer ministro de Luxemburgo Jean-Claude Juncker negoció con él y prometió que UE impulsaría las compras de gas natural estadounidense, así como que bajaría los aranceles a varios productos. En esa misma línea, la actual presidenta, Ursula von der Leyen, ha abierto la puerta a aumentar las adquisiciones de gas natural para conseguir una rebaja. A día de hoy, la UE mantiene aranceles a los vehículos estadounidenses para favorecer a los europeos, y además también puede ofrecer más compras de material militar.
Amenaza a Hamás
En el momento de la firma de las órdenes ejecutivas, Trump también aseguró que si Hamás no reanuda el intercambio de rehenes que ha paralizado este lunes dejará "que se desate el infierno" sobre el grupo gazatí. En el momento de la firma de las órdenes ejecutivas, Trump también aseguró que si Hamás no reanuda el intercambio de rehenes que ha paralizado este lunes dejará "que se desate el infierno", ha afirmado. "Lo digo en mi nombre. Israel puede hacer lo que consideren", ha añadido.
En los últimos días, el presidente estadounidense ha matizado las afirmaciones que hizo la semana pasada junto al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, cuando habló de que Estados Unidos se haría con el control de Gaza y llevaría tropas al territorio si fuese necesario. Pero este domingo reiteró que compraría la franja, como dice que hará con Groenlandia (Dinamarca). "Estamos decididos a poseerla, a hacernos cargo de ella, y asegurarnos de que Hamás no vuelva", dijo. En esta ocasión no mencionó sus planes de convertirla en la Riviera de Oriente Próximo.
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