Las muertes de bebés de menos de un año de vida se han disparado en Estados Unidos desde que el Tribunal Supremo federal tumbó la sentencia que protegía el derecho al aborto en el país (Roe v. Wade, de 1973). A lo largo de los 18 meses posteriores al fallo, la mortalidad infantil subió un 6% a nivel nacional, lo que se traduce en 500 fallecimientos de bebés más de lo que era habitual. Tras la sentencia, 14 estados prohibieron el aborto totalmente o después de seis semanas de gestación. Ahora esa cifra ha subido hasta los 16.
Los datos proceden de un estudio publicado en la revista científica Journal of the American Medical Association (JAMA). Sus autores, investigadores de la Universidad de California, la Universidad Carnegie Mellon (Pensilvania) y la Universidad Johns Hopkins (Maryland) han recopilado la cifras de los certificados de nacimiento y defunción de todos los estados del país desde enero de 2012 a diciembre de 2023. La sentencia del Supremo que acabó con el derecho al aborto en EEUU tuvo lugar en junio de 2022.
En Estados Unidos, la mortalidad infantil y materna ya era inusualmente alta en comparación con otros países desarrollados, pero a lo largo de los últimos años las cifras estaban descendiendo. En 2021, EEUU registraba 5,4 muertes por cada mil nacimientos, en el puesto 33 de la OCDE, mientras que España ostenta el número 12, alrededor de Italia, Portugal y otros países europeos.
Sin embargo, los investigadores responsables del paper advierten de que las nuevas leyes están bloqueando este proceso de mejora, porque “pueden aumentar la mortalidad infantil a través de la continuación de embarazos con malformaciones congénitas, la principal causa de mortalidad infantil en EEUU”. “Estas prohibiciones también pueden aumentar la mortalidad infantil porque limitan el acceso a los cuidados sanitarios para embarazos de alto riesgo, lo que podría incrementar las complicaciones que están relacionadas con este tipo de desenlaces”.
El estudio recoge que la mortalidad infantil ha subido hasta las 24 muertes por mil nacimientos, aunque precisa que hay que tener en cuenta que ese incremento casi al completo está relacionado con esos abortos que no pudieron llevarse a cabo. Es decir, los datos muestran que cuando no se permite a las mujeres detener sus embarazos una vez se han detectado anomalías congénitas en los fetos, los bebés terminan muriendo igual, pero días o semanas después del nacimiento.
La mortalidad se concentra en bebés pobres y negros
También revelan que las mujeres que sufren estas situaciones son, en su mayoría, “más pobres, de color” y de comunidades con índices mucho más altos de mortalidad infantil y materna. “El estudio encuentra un impacto desproporcionado entre los niños negros no hispanos”, dicen los autores de la investigación, con lo que entienden que las nuevas leyes aumentan aún más la desigualdad en el acceso a la sanidad. La mortalidad infantil de niños negros ha aumentado un 11% en el conjunto del país.
Texas es el estado donde más se ha disparado esta mortalidad, según las autoras del estudio, con 94 de las 478 muertes de bebés registradas en un año. Es así puesto que el estado sureño tiene una población mucho mayor que la del resto de estados con prohibiciones similares. En consecuencia, la mortalidad infantil en Texas se ha disparado un 9,4% tras la prohibición del aborto, frente al 8,6% en Kentucky, el siguiente estado donde más ha subido.
El aumento de Texas tiene que ver con que antes de la prohibición allí tenían lugar una parte importante de los abortos del país, pero tras la prohibición las clínicas tuvieron que cerrar, obligando a esas mujeres a viajar a otros estados para conseguir detener sus embarazos, algo mucho más complicado allí que en otros por el tamaño de Texas. Al aumento de las muertes también contribuye el bajo nivel socioeconómico de las ciudadanas de los estados del sur.
Las asociaciones provida, como se llaman a sí mismas, opinan que estos niños habrían muerto igualmente en el aborto. “Todo este ‘exceso’ de niños que nacieron habrían sido asesinados en abortos inducidos”, ha dicho Donna Harrison, directora de investigación en la Asociación americana de ginecólogos y médicos obstetras pro vida. “Eso implica que todo el que está lamentando los resultados de este estudio realmente no está preocupado por las muertes de estos bebés, sino que desean que hubiesen muerto antes, en el útero”.
Del lado contrario, Sarah Corning, abogada en la organización por los derechos civiles American Civil Liberties Union (ACLU) de Texas, recuerda que los médicos advirtieron de que la mortalidad infantil crecería en los estados que han prohibido o restringido el derecho al aborto. Y recuerda, en conversación con la BBC, que muchos obstetras y ginecólogos se han ido de Texas “porque las leyes les impiden tratar adecuadamente a sus pacientes, y los texanos y sus bebés sufren las consecuencias”.
A día de hoy, los estados de EEUU en los que el aborto está prohibido totalmente son Idaho, Alabama, Arkansas, Indiana, Kentucky, Louisiana, Mississippi, Oklahoma, Dakota del Sur, Tennessee, Texas y West Virginia. En Florida, Georgia, Iowa y Carolina del Sur, está prohibido a partir de la sexta semana de embarazo. En España se permite la interrupción voluntaria del embarazo hasta la semana 14 sin necesidad de justificación, y hasta la semana 22 en casos de riesgo grave para la vida o salud de la persona gestante, o anomalías fetales graves.
En las pasadas elecciones presidenciales estadounidenses, que tuvieron lugar en noviembre, el aborto fue uno de los temas clave. Durante meses, el presidente estadounidense Joe Biden evitó decir la palabra, pese a que muchos pensaban que necesitaba hacerlo para ganar los comicios. Otros, sin embargo, veían más conveniente que no se moja: al fin y al cabo, Estados Unidos es un país eminentemente conservador y religioso y según qué temas pueden ser delicados. Y por supuesto pueden costar una campaña electoral.
Pero cuando Biden se retiró y la vicepresidenta Kamala Harris lo sustituyó como candidata, el Partido Demócrata decidió cambiar de estrategia. Las encuestas apuntaban que la mayoría (63%) de los estadounidenses creen que el aborto debe ser legal en todos o la mayoría de los casos, y consiguió que los republicanos dejasen de evitar el tema. En el debate televisado que Donald Trump y Harris, el primero fue preguntado sobre si acabaría con Roe versus Wade (la sentencia que fijó el derecho al aborto a nivel nacional en el país de 1973, y que el Supremo tumbó en 2022) o si, por el contrario, iba a continuar diciendo que su Administración sería la mejor para las mujeres y los derechos reproductivos del país.
Kamala Harris no ganó las elecciones, y a día de hoy Trump sigue manteniendo que él -quien una vez promulgó que estaba a favor del aborto- prefiere que sean los estados los que decidan qué prefieren. El presidente no se ha posicionado sobre las conclusiones de este estudio, ni ha mencionado el aborto a lo largo de sus cuatro primeras semanas en el poder. Mientras, su mujer Melania sí lo defiende y su partido no tiene una posición oficial al respecto, pero el tinte general es contra la interrupción del embarazo, y así se lo hicieron saber los senadores al nuevo secretario de Sanidad, Robert F. Kennedy Jr., que en el pasado se ha mostrado a favor del aborto.
Los autores del estudio, que puede leerse aquí, son Alison Gemmill, Alexander M. Franks, Selena Anjur-Dietrich, Amy Ozinsky, David Arbour, Elizabeth A. Stuart, Eli Ben-Michael, Avi Feller y Suzanne O. Bell.
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hace 2 días
Nacen 50000 más y se mueren 500….
hace 2 días
Alba, se nota claramente tu posición a favor del aborto. El estudio que presentas es confuso yh falso. Partes de la base de no contabilizar al nasciturus como ser humano. No nos hagas comulgar con ruedas de molino