Después de semanas de amenazas y anuncios que días después se suavizaban o retiraban, finalmente este miércoles han entrado en vigor los primeros aranceles de Donald Trump que harán daño a la Unión Europea: los del aluminio y el acero.
El presidente estadounidense lleva dos meses y medio tratando de usar la posibilidad de imponer gravámenes como estrategia de negociación, y así, de los muchos que había anunciado hasta ahora solo se habían materializado los aranceles a las importaciones procedentes de China (que subieron del 10 al 20% la semana pasada) y algunos aranceles a las importaciones procedentes de México y Canadá (del 25%, pero solo para los productos que no forman parte del tratado de libre comercio USMCA, y con la exención de los automóviles de tres grandes fabricantes norteamericanos).
En el aire continúan los aranceles recíprocos con los que Trump quiere castigar a todos los países del mundo que imponen algún tipo de tasa, o de impuesto o regulación a los productos estadounidenses, incluso de subvención a la industria nacional del país. Lo mismo sucede con los aranceles a los lácteos, a los automóviles y a la madera canadiense, una medida de presión con la que Trump busca convencer al país vecino de que le sale más rentable convertirse en un estado de EEUU.
Son muchos los productos que el presidente estadounidense ha asegurado que gravará buscando que a las empresas no les compense traerlos desde fuera del país, con el objetivo de que pasen a fabricarse dentro, algo que según sus afirmaciones mejorará la economía americana. La realidad es que diversos indicadores macroeconómicos apuntan a que las medidas arancelarias de quita y pon de Trump están suponiendo una fuente importante de incertidumbre que podría tener impacto en las decisiones de compra de empresas y particulares. Por ese motivo, la bolsa estadounidense cayó con fuerza el lunes, evidenciando las preocupaciones de los inversores.
En cualquier caso, desde este miércoles Estados Unidos cobra un 25% a todas las empresas que importen aluminio y acero, lo que supone una escalada enorme de la guerra comercial y que perjudica a sus grandes aliados. Y en respuesta la UE ha anunciado que empezará inmediatamente el proceso de consultas para devolver el golpe a EEUU, a ser posible a mediados de abril. La idea de los veintisiete es, hoy por hoy, gravar productos americanos que entran anualmente a su territorio por valor de 26.000 millones de euros.
“Las contramedidas que vamos a tomar hoy son fuertes pero proporcionadas”, ha dicho la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, este miércoles en Estrasburgo (Francia). Sin embargo, ha reconocido que los aranceles serán un inconveniente. “Creemos firmemente que en un mundo lleno de tensión y con incertidumbre política y geoeconómica no nos interesa a nadie sobrecargar nuestras economías con aranceles así”.
La UE cree que no le queda más remedio que responder a Estados Unidos porque en esta ocasión los países que la integran van a verse seriamente perjudicados. En términos generales, los aranceles que Trump ha puesto este miércoles en marcha son para la UE cuatro veces los que impuso durante su primer mandato, cuando puso en el objetivo unos 7.000 millones de dólares que Europa enviaba a EEUU en exportaciones de metales.
Del bourbon a las Harley Davidson o la mantequilla de cacahuete
La Unión Europea planea imponer aranceles a bienes estadounidenses como el aluminio, textiles, productos agrícolas o electrodomésticos, pero también a algunos de los que ya golpeó durante el primer mandato de Trump como los barcos, el bourbon o las motos, según el comunicado que ha publicado el grupo de países. La intención es apuntar a productos típicamente americanos, pero especialmente que se fabriquen en estados de mayoría o tradición republicana, como la carne de ternera o de ave de Kansas y de Nebraska o la madera de Alabama o Georgia.
En el primer mandato de Trump, los aranceles de la UE sobre todo hicieron daño al bourbon y whisky estadounidenses (EEUU exporta a la UE bourbon y whisky por valor de 959 millones de euros al año), el hierro, acero y aluminio y productos fabricados con ellos (883 millones de euros anuales), cosméticos (540 millones), electrodomésticos (497 millones), cristal y productos derivados (444 millones) y productos agrícolas (257 millones), entre muchos otros.
Por el momento, la UE no ha revelado a qué empresas pondrá en el objetivo con sus medidas, pero la última vez fueron compañías políticamente sensibles como Harley-Davidson (motos) o Levi Strauss (pantalones vaqueros). Entonces, ambas partes llegaron a un acuerdo cuando Joe Biden juró el cargo de presidente y retiró la mayoría de los aranceles, en 2021, después de cuatro años de guerra comercial. En respuesta, la Unión Europea también congeló todas sus medidas de castigo, las que ahora busca recuperar.
“Cuando vuelva a empezar, entonces nosotros, por supuesto, restauraremos nuestras medidas de respuesta”, dijo en febrero el presidente del comité de comercio del Parlamento Europeo, Bernd Lange. “Motos, vaqueros, mantequilla de cacahuete, bourbon, whiskey y un montón de otros productos que por supuesto afectarán a exportadores americanos”, aseguró sobre los productos que serán el objetivo de los aranceles europeos.
Esta vez, la Unión Europea también ha apuntado a algunos productos que se producen en estados de tradición demócrata, como Illinois, que es el primer productor estadounidense de soja, aunque esta también se produce en grandes cantidades en Louisiana, que gobierna el Partido Republicano.
Ante estas amenazas, la Cámara de Comercio de EEUU en la UE ha dicho que los aranceles de ambos lados "solo harán daño al empleo, a la prosperidad y a la seguridad en ambos lados del Atlántico". "Los dos lados deben desescalar y encontrar una solución negociada urgentemente", ha dicho este miércoles. En el mismo sentido se ha pronunciado el Consejo de Bebidas Destiladas estadounidense a través de su presidente, Chris Swonger, que cree que el movimiento de la UE es "profundamente decepcionante y recortará los exitosos esfuerzos por reconstruir las exportaciones de bebidas alcohólicas estadounidenses a países de la UE".
El intercambio de productos entre EEUU y la UE alcanzó los 851.000 millones de euros en 2023, con un superávit de 156.000 millones para la UE. El de servicios fue de 688.000 millones, con un déficit de 104.000 millones también a favor de la UE, según datos de los Veintisiete.
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