El Gobierno de Estados Unidos incluyó hace unos días al director de la revista The Atlantic en un chat grupal de Signal en el que los máximos responsables de la Inteligencia, la Defensa y la CIA del país debatían si bombardear o no Yemen y cómo hacerlo. La Casa Blanca ha reconocido el fallo pero ha tratado de quitarle importancia afirmando que agregar al periodista fue un error y recalcando que lo importante es que en los ataques murieron los "terroristas" objetivo, pero los demócratas, medios estadounidenses y otros críticos consideran la situación un fallo de seguridad sin precedentes.

Vamos a tratar de analizar qué es lo peligroso de que Estados Unidos debata su estrategia de defensa en una app como Signal y por qué el asunto continuará dando que hablar durante mucho tiempo.

Los aspectos a examinar son varios. En primer lugar está la presencia de una persona de fuera del Gobierno en un chat donde se podría haber discutido información clasificada -algo que el periodista afirma y la Casa Blanca niega-, y en segundo, la aplicación utilizada para mantener esas conversaciones, que no ha sido aprobada para tratar temas de tal calibre y que cuenta con un nivel de seguridad muy inferior a los canales que habitualmente se utilizan para tratar de planificar un ataque armado sensible clasificado, con lo que los implicados podrían haber cometido varios delitos.

Un periodista en un chat secreto

Pero empecemos por el principio. Tras entrar en el grupo sin saber por qué, el periodista Jeffrey Goldberg asistió a una conversación en la que el equipo de seguridad del presidente estadounidense, Donald Trump, discutía sobre cómo y cuándo atacar a Yemen en los dos días anteriores a los bombardeos. "Hasta el sábado, sobre todo eran mensajes procedimentales y políticos, pero entonces pasaron a ser sobre la guerra, y, para ser sincero, me daban escalofríos en la espalda", ha dicho el periodista en una entrevista, sin dar detalles concretos sobre el contenido militar de la conversación.

El director de la revista creía que podía tratarse de una trampa, de un engaño de personas que se estuviesen haciendo pasar por los máximos responsables de la seguridad y defensa del país para hacerle creer que estaba recibiendo información confidencial con el objetivo de que la publicase y así demostrar lo fácil que es engañar a un reportero. No fue hasta ese sábado, cuando vio en las noticias que bombas estadounidenses estaban cayendo sobre Yemen -tal y como se había decidido en el chat- cuando empezó a pensar que el grupo debía ser lo que parecía, y cuando decidió abandonarlo.

Por eso, la primera pregunta es cómo llegó un periodista a un chat en el que los máximos responsables de la seguridad estadounidense daban detalles sobre operaciones militares. Según cuenta The Atlantic, a Goldberg lo habría añadido al grupo el asesor de seguridad nacional de Trump, Michael Walz, o alguien con ese nombre. Además, en el grupo estaban presentes el vicepresidente de Estados Unidos, JD Vance; el secretario de Defensa, Pete Hegseth; la directora de Inteligencia Nacional, Tulsi Gabbard; el director de la CIA, John Ratcliffe, y la jefa de gabinete de Trump, Susie Wiles, o al menos cuentas identificadas con esos nombres, entre otros.

Pero nunca, ni cuando entró en el grupo, ni durante su estancia en él, ni cuando salió, ni cuando escribió a todos los citados anteriormente para preguntarles por el episodio, en ningún momento nadie le ha contado qué hacía allí ni por qué entró.

La aplicación: Signal

Más allá de la inclusión, por error o no, de un periodista en un grupo privado, la pregunta es qué hacían los máximos responsables de la seguridad y defensa estadounidenses debatiendo tranquilamente operaciones militares de máximo nivel en un grupo de una aplicación comercial de mensajería como Signal. Según varios medios americanos, Signal es una aplicación muy conocida y utilizada por periodistas y otros grupos que buscan más privacidad de la que da Whatsapp y otras redes. Es habitual que los funcionarios la utilicen para comunicarse detalles de organización, no para mantener conversaciones confidenciales sobre si bombardear un país.

Para eso Estados Unidos, como el resto de gobiernos del mundo, tiene sus propios sistemas, espacios creados para compartir información sensible, donde solo se puede establecer comunicaciones con personas que están aprobadas para recibirla. Estos sistemas se instalan en equipos concretos que no suelen ser teléfonos móviles, ni personales ni de trabajo, y que están fijos en un lugar, de manera que se reduzca el riesgo de que se pierdan o sean robados.

Por eso, también es habitual que los empleados públicos usen otros sistemas cuando están viajando y no tienen acceso a esos sistemas de alta seguridad del Gobierno, y siempre siendo conscientes de que está prohibido compartir información sensible en esas aplicaciones porque los móviles pueden ser hackeados por servicios de inteligencia extranjeros. De hecho, el presidente Trump y entonces candidato republicano a la presidencia de EEUU pidió la pena de prisión para Hillary Clinton cuando esta, como secretaria de Estado, utilizó un servidor de correo electrónico privado para asuntos de trabajo.

Las leyes que podrían haberse violado

El periodista asegura que en el chat se discutió información sensible sobre el momento, los objetivos y las armas que se usarían en un ataque contra los hutíes de Yemen, y que se debatió sobre qué pensaría el presidente, es decir, conversaciones que habitualmente se mantienen en secreto porque si se filtran pueden poner en peligro las vidas de los soldados estadounidenses en el terreno.

Por eso, los demócratas en el comité del Senado que investiga la filtración han pedido la dimisión de Hegseth y de Waltz y han mostrado su sorpresa cuando el director de la CIA ha dicho este martes que "no" considera que este sea un gran fallo. El director del FBI, Kash Patel, también ha sido interrogado sobre si su agencia arrancará una investigación por el fallo de seguridad, algo a lo que no ha contestado.

Es evidente que las operaciones militares deben tratarse con la mayor discreción y que hay canales de comunicación autorizados para ese fin, pero ¿qué normas se habrían violado al mensajearse sobre los bombardeos a Yemen en Signal? Estados Unidos considera un crimen bajo la ley de espionaje, que rige cómo debe gestionarse la información de defensa del país, el mal uso o gestión de información clasificada. Aparte, según el periodista los mensajes del grupo estaban programados para destruirse en días, algo que podría ir contra las leyes federales que exigen que de toda actividad gubernamental se conserven registros.

¿Y si no se debatió información clasificada?

El Gobierno de EEUU ha insistido en que la conversación que se mantuvo en el grupo de Signal en presencia del periodista no incluía detalles que estuviesen clasificados, pero eso puede ser irrelevante. Según la misma ley de espionaje de 1917, la información sobre defensa del país no tiene que estar clasificada para considerarse peligrosa para la seguridad del país. En varias ocasiones, los tribunales han fallado que cualquier información con la que se pueda hacer daño si se revela debe ser protegida, recuerda el New York Times.

Más allá de eso, el director de The Atlantic asegura que sí se debatió de información clasificada, aunque no ha contado el contenido de la conversación. "Solo porque ellos fuesen irresponsables con ese material no significa que yo vaya a ser irresponsable con ese material", ha dicho. Aun así, el reportero ha insistido en que en los mensajes que recibió se incluía "información precisa sobre los paquetes de armas, los objetivos y los tiempos".