La guerra arancelaria sacude la economía internacional, pero sobre todo supuso un golpe para los estadounidenses que están atravesando la jubilación o a punto de entrar en esta etapa. Los retirados y casi retirados del país están observando con preocupación, ansiedad o pánico las caídas de la bolsa desde que el presidente Donald Trump llegó al poder por segunda vez, pero sobre todo desde que anunció la mayor parte de su plan arancelario. Son algunos de los perjudicados de unas medidas que la Administración espera que hagan florecer la economía americana y la lleven al lugar donde creen que debería estar (Make America Great Again), pero que por el momento los está empujando a perder miles de dólares que tenían reservados para su pensión.

“La bolsa es importantísima para mucha gente, incluyéndome a mí, y te puedo decir que mis amigos, que son de clase media, están muy nerviosos por la situación”, cuenta Ron Kronthal, un jubilado originario de Baltimore (Maryland) y ahora residente en Washington DC. El estadounidense, que ha trabajado toda su vida en el sector privado y se retiró en 2020, cuenta que el 98% del dinero que tiene planeado gastar durante su jubilación lo tiene invertido en bolsa. 

“La mayoría de nosotros hemos perdido del 12 al 18% a lo largo de las dos últimas semanas. No es moco de pavo, no es una suma insignificante. Yo no estoy volviéndome loco porque no tengo los gastos de una familia con niños pequeños, por ejemplo, no tengo que hacer compras de material escolar en agosto ni necesito un ordenador o un coche para trabajar, pero por supuesto que no estoy contento”, explica en conversación con este periódico.

La bolsa americana ha perdido billones de dólares desde que Trump anunció que impondría aranceles a las importaciones estadounidenses, y esas pérdidas se han agravado conforme el presidente ha detallado su plan de acción. En concreto, la semana pasada Wall Street registró su peor día desde el estallido de la pandemia del covid-19, en marzo de 2020, y el martes el índice de referencia S&P 500 cayó por debajo de los 5.000 puntos por primera vez en casi un año. En total, hasta el miércoles el indicador había perdido 5,8 billones de dólares en capitalización bursátil de las empresas que lo conforman desde que el presidente estadounidense desvelase su plan arancelario solo una semana antes.

El desplome no solo ha afectado al mercado de valores estadounidense: índices relevantes de grandes economías como Japón y Alemania también han registrado importantes caídas, revelando el miedo que los inversores de todo el planeta tienen a los efectos que podrían tener los gravámenes del estadounidense. Al mismo tiempo, la confianza de consumidores y empresas se está deteriorando; el miedo a la inflación está, según las encuestas, en máximos desde 1981, y los bancos de inversión están revisando a la baja sus previsiones de crecimiento para Estados Unidos, al igual que los bancos centrales. 

Por si fuese poco, también -y al contrario de como es habitual- ha caído el valor del bono estadounidense, es decir, se ha disparado la rentabilidad de la deuda pública del país pese a que en este tipo de situaciones los inversores tienden a refugiarse en los valores considerados seguros como suelen ser los bonos soberanos. Estos movimientos en el mercado de la deuda habrían llevado a Trump a terminar cediendo y a paralizar los aranceles durante 90 días, aunque él insiste en que se trata de una medida temporal mientras negocia los gravámenes país por país. 

Kronthal es solo una de las muchas personas que en todo el planeta está viendo cómo lo invertido para su pensión mengua sin parar desde que arrancó la guerra comercial de Trump. Los jubilados que han acudido a los medios de comunicación hablan de que sus ahorros se han reducido más de 10% desde principios de abril, y quienes tenían su dinero invertido en fondos con más riesgo han asegurado que el 50% de todos sus ahorros ha desaparecido. Muchos de entre quienes estaban planeando jubilarse han dicho que la incertidumbre les ha llevado a posponer planes e incluso a plantearse la vuelta al trabajo.

En su caso, Kronthal reconoce que está gastando menos de lo que tenía previsto por prudencia ante la situación económica mundial. “Y te puedo decir que parece generalizado, con todos mis amigos ha habido un cambio importante en los hábitos de gasto. La gente está preocupada porque sus ingresos son limitados”, ahonda. Ahora se marcha una semana de vacaciones con su esposa y confiesa haber reservado alojamientos más baratos de lo habitual y haberse abstenido de buscar algún restaurante de precio más elevado, como habría sucedido en cualquier otro momento, por lo que pueda pasar. 

Como él, quienes están mejor posicionados financieramente reconocen que están dejando a un lado algunos grandes gastos que tenían planificados, de vacaciones a reformas de sus casas, mientras que los que están en peor posición temen que su calidad de vida se vea duramente afectada por el terremoto financiero. La Asociación de Seguros para Maestros (Tiaa, por sus siglas en inglés), que facilita asesoramiento financiero y gestiona alrededor de 1,4 billones de dólares de millones de trabajadores estadounidenses ha alertado de que las llamadas que recibe sobre sus productos para la jubilación se han disparado un 30% en la semana posterior a cuando Trump presentó su plan de aranceles “recíprocos” en la rosaleda de la Casa Blanca.

Estados Unidos es un país en el que las pensiones, tal y como se entienden en España, desaparecieron hace mucho tiempo. En un sistema tradicional de pensiones, el empleador contribuye mes a mes a la pensión del trabajador, y ese dinero puede o no invertirse de diferentes maneras para que después el beneficiario reciba una paga mensual vitalicia desde su jubilación hasta su muerte. Pero a lo largo de las últimas décadas, las empresas estadounidenses han cerrado o congelado este tipo de servicio para ofrecer, en su mayoría, fondos de jubilación como los 401(k), lo que supone mucha más responsabilidad por parte del trabajador a la hora de decidir cuánto ahorra, cómo lo invierte y cómo lo gestiona.

El acceso a los planes de pensiones tradicionales en el país ahora se limita a los trabajadores sindicalizados del sector público estadounidense (tanto a nivel federal, como estatal y local) y de determinados sectores privados (como el del automóvil, por ejemplo), además de los militares con más de 20 años de servicio. En 2022, por ejemplo, solo el 7% de los trabajadores no sindicalizados del sector privado tenían planes de pensiones en los que participase la empresa, según estadísticas oficiales del Departamento de Trabajo.

Las crisis de 2008 y la del covid-19 ya pusieron en riesgo el futuro de los jubilados americanos, pero de forma diferente. Mientras que el shock del coronavirus fue relativamente corto y le siguió un periodo de fuerte crecimiento económico y del empleo, en 2008 los trabajadores que perdieron sus empleos no podían encontrar otros, con lo que muchos de los mayores terminaron jubilándose antes de lo previsto. Esa es la principal incógnita de cara a la guerra arancelaria: si realmente provocará una recesión a nivel mundial y cuánto durará, porque sin esa información para los jubilados es complicado tomar decisiones sobre si mover el dinero, y muchos no tienen tiempo para esperar a que bolsa vuelva a subir, por mucho que sus asesores financieros les digan que es una cuestión de esperar.

Según Gallup, el 60% de los estadounidenses tiene inversiones en bolsa, ya sea directamente o a través de planes privados de pensiones. Kronthan dice que se deja asesorar por su hijo en este tipo de asuntos, ya que se dedica profesionalmente a la planificación financiera. "Él dice que la bolsa sube y baja, él no es de los que entra en pánico fácilmente. Pero claro, la pregunta es si esto es un asunto de corto o largo plazo, porque si se convierte en algo a largo plazo va a ser un problema para mucha, de verdad, mucha gente".