Lleva en España como embajador de la República Federal de Alemania algo más de un año, y prefiere realizar la entrevista en español porque disfruta hablando la lengua de Cervantes. Wolfgang Dold, nacido en Arlington (Virginia, EEUU) en 1958, fue director general de Asuntos Centrales en el Ministerio de Exteriores en Berlín cuando fue destinado a nuestro país.
Entre 2012 y 2014 fue embajador en Grecia, justo cuando el país atravesaba una grave crisis financiera. Alemania era para muchos griegos el enemigo número uno. El 30 de diciembre de 2013 su residencia en Atenas fue atacada por disparos de kalashnikov. Afortunadamente no hubo que lamentar víctimas. Antes desempeñó funciones diplomáticas en Nepal, Israel y Sudáfrica.
Wolfgang Dold reconoce que es “un hijo de la República de Bonn”, sin familia en la RDA, pero se muestra muy respetuoso con los alemanes que vivieron en la RDA. “Sobran las descripciones de alemanes del Este realizadas por alemanes del Oeste”, explica.
Su sueño es que cuando se cumplan los 50 años del derrumbe del Muro ya se haya completado la unificación y se confirme como una historia de éxito. Reconoce que “sin el proyecto europeo, la unificación habría sido imposible”.
Pregunta.- ¿Cómo vivió aquellos días de noviembre de 1989? Usted cursaba la carrera diplomática. ¿Recuerda el día 9? ¿Esperaba que se produjera el derrumbe del Muro de Berlín?
Respuesta.- Recuerdo muy bien aquel día 9 de noviembre de 1989. En nuestra clase en la escuela diplomática estábamos inmersos en aquellas fechas en un debate muy intenso sobre el reconocimiento de la ciudadanía de la RDA. Muchos colegas mantenían que había que tener en cuenta la realidad, que la división de Alemania era un hecho, y que eso nadie iba a cambiarlo. Defendían que había que aceptar la RDA como otro Estado alemán.
Ni siquiera cuando vimos que la gente pasaba del Este al Oeste tras la caída del Muro imaginábamos que era el principio del fin de la RDA
Cuando el 9 de noviembre, vimos que la gente pasaba del Este al Oeste a pie o con sus coches, fue una imagen insólita, increíble. Pero ni siquiera en ese momento imaginábamos que era el principio del fin de la RDA. Tampoco cuando la gente se subió encima del Muro unos días después. Yo pensaba que la división no era una situación natural y que no debíamos renunciar a la reunificación, que fue la promesa central de la Ley Fundamental.
P.- ¿Tenía familia en la RDA?
R.- No, soy un típico hijo de la República de Bonn, como decimos los alemanes. Mi familia proviene de Baden, en el sur. Había estado en Berlín Este en visitas de un día.
P.- El mundo celebra el 9 de noviembre el 30 aniversario de la caída del Muro de Berlín. El 3 de octubre se cumplieron 29 años de la unificación. ¿Qué balance hace de la evolución de Alemania en estas tres décadas?
La reunificación es un éxito histórico. Fue un momento de felicidad. La gran mayoría de los alemanes piensa que no hay alternativa. Nadie quiere volver a la división en dos países
R.- En primer lugar, hemos de tener en cuenta que la reunificación es un éxito histórico. Fue un momento de felicidad. La gran mayoría de los alemanes piensa que no hay alternativa. Nadie quiere volver a la división en dos países. Hemos logrado muchos éxitos en el ámbito económico, social, político… pero en una parte de la población en el Este hay un sentimiento de ser ciudadanos de segunda. Hay desafíos económicos, pero necesitamos un debate sobre el cambio, a veces brutal, que se dio en las vidas de las personas de la RDA después de 1990.
P.- La RDA nació y murió en el siglo XX. Apenas cumplió 40 años de existencia. ¿De qué forma contaría a un joven español cómo era la RDA?
R.- Es muy difícil describirlo. Cada vez que iba a Berlín Este, al regresar a Berlín Oeste, sentía un gran alivio. En el Oeste había ruido, colores, tráfico, cafés… Berlín Este era una ciudad gris con policía omnipresente, también con esos hombres de chaquetas grises, policías de paisano pero muy reconocibles… Sin embargo, creo que hay demasiadas descripciones de la vida de los alemanes del Este por alemanes del Oeste. Por eso prefiero que se escuche su voz.
Me parece que eso es parte de problema. Los alemanes del Oeste hemos contado la historia de Alemania Oriental a los alemanes del Este. Es mejor que hablen ellos. A los jóvenes españoles les recomendaría ver la película La vida de los otros de Florian Henckel von Donnersmarck, con el maravilloso actor Ulrich Mühe.
P.- ¿La unificación fue en realidad una anexión?
R.- La palabra anexión es muy injusta. La gente en el Este salió a las calles en las llamadas manifestaciones de los lunes (Montagsdemonstrationen) en demanda de libertad y cambios políticos. Después de que cayera el Muro, hubo muchas mesas redondas para decidir el futuro de la RDA. En las primeras elecciones libres los alemanes del Este se decantaron por partidos que querían la unificación. La unificación fue una decisión de los alemanes.
Además, el artículo 24 de la Ley Fundamental dice que todas las partes de Alemania que no pertenecen a la República Federal pueden adherirse a la República Federal. Fue un proceso fruto de la voluntad popular.
P.- Usted ha dicho recientemente que la unificación fue un reto porque no hay recetas que puedan aplicarse para conseguir la unificación de un país.
R.- Fue una situación insólita. Se trataba de reunificar dos sistemas políticos, económicos y sociales diferentes. Fue un proceso de ensayo, y error. Probablemente hubo muchos errores. Los primeros pasos se centraron en las cuestiones económicas, como la conversión de la moneda del este en el marco alemán. Desde nuestra perspectiva de hoy podemos pensar que hacerlo así fue unilateral.
P.- Según una encuesta incluida en el informe anual encargado por el gobierno federal, el 57% de los alemanes orientales se sienten ciudadanos de segunda. Solo el 38% considera que la reunificación ha sido un éxito. ¿Sigue habiendo muros entre el este y el oeste, en las empresas, en la política? ¿Cómo puede cambiarse esta percepción?
Hemos confundido con frecuencia la valoración del régimen represivo con la valoración de las vidas de las personas
R.- El hecho de que surja este debate muestra que necesitamos hablar más sobre la situación de los alemanes del Este después de estas tres décadas. Hemos confundido con frencuencia la valoración del régimen represivo con la valoración de las vidas de las personas.
Probablemente no hemos tenido suficientemente en cuenta que las cicatrices en las biografías de muchos alemanes después de 1990 fueron muy profundas. Por eso debemos hablar más de la transición, para usar esta palabra española, a la vida privada normal, con amistad, amor, familia, bajo un régimen represivo. Necesitamos un debate más profundo sobre la transformación en las vidas personales, no solamente hablar de éxito o fracaso en términos económicos.
P.- En los cinco Länder de Alemania del Este ha surgido con fuerza la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), que ahora ya está presente en todos los Länder alemanes y en el Parlamento federal. ¿Lo ve como un fenómeno relacionado con las consecuencias de la unificación, o bien lo enmarca en el populismo emergente en muchos países de Europa?
Es un error decir que los alemanes del Este tienen tendencia a la ultraderecha. El populismo de ultraderecha lo tenemos en Alemania pero también en otros lugares de Europa
R.- Es un error decir que los alemanes del Este tienen tendencia a la ultraderecha. El fenómeno del populismo de ultraderecha lo tenemos en Alemania pero también en otros lugares de Europa.
Es verdad que el discurso del populismo parece ser atractivo en regiones deprimidas, pero Alternativa para Alemania también está bien implantado en Baden-Württemberg, un Land del Oeste rico. Es este populismo de soluciones simples para problemas complicados. Hay que tomar en serio esta tendencia. Hemos de confrontar a los populistas con argumentos más elaborados.
P.- Su gobierno ha aprobado el verano pasado suprimir el impuesto de solidaridad a partir de 2021, una contribución que entró en vigor tras la caída del Muro. ¿Por qué su gobierno considera que ya no es necesario? ¿Para qué ha servido?
R.- Veintinueve años después de la reunificación, la situación es diferente. La contribución de todos los ciudadanos en Alemania para sufragar los gastos enormes de la reunificación no parece ya necesaria. La cuestión no es tanto que falten inversiones y por ello se precisen impuestos. Ya no es necesaria la contribución de los ciudadanos.
Es cierto que hay problemas económicos y hay partes de Alemania oriental que sufren despoblación, como ocurre aquí con la España vacía. Allí tenemos la Alemania vacía. Pero también es verdad que hay regiones muy dinámicas, como Turingia, por ejemplo, o la ciudad de Leipzig en Sajonia. De eso se habla menos.
P.- Sería preciso atraer a la población y empresas a esa Alemania del Este.
R.- Así es. Sería muy importante que las empresas invirtieran en Alemania del Este. Hay regiones que a las empresas les cuesta ver como regiones dinámicas donde invertir. Las empresas no actúan según criterios políticos sino de negocio.
P.- ¿Cuánto costó la reunificación realmente?
R.- Si preguntara a tres economistas, tendría cuatro versiones diferentes. Es una cifra enorme para la economía alemana. Se estima que unos 12 billones de euros (12 ceros). Supuso un esfuerzo grandioso y una gran muestra de solidaridad.
P.- ¿Cómo le gustaría que se celebraran los 50 años de la caída del Muro?
R.- Me gustaría mucho que no fuera necesario hacer una entrevista sobre los problemas de la reunificación. Me gustaría mucho que dentro de 20 años podamos decir que finalmente la unificación se ha completado y ha sido un éxito.
P.- Después de la caída del Muro, o mejor dicho, del derribo, y la unificación, ¿Alemania se ha colocado en el puesto que le corresponde en Europa?
R.- Sin Europa la reunificación no habría sido posible. La Unión Europea fue el marco en el que pudimos realizar nuestra unidad. Por eso debemos darnos cuenta de que sin el proyecto europeo no habría sido posible la unidad alemana.
P.- En España aquel 9 de noviembre de 1989 era presidente del gobierno español Felipe González. Cuenta González cómo llamó al entonces canciller, Helmut Kohl, a quien le ofreció su solidaridad. Kohl dijo después que esa noche podían contarse con los dedos de una mano, y le sobraban dedos, los mandatarios que hicieron lo mismo. ¿Qué relevancia tuvo el apoyo de España después de la caída del Muro y en el camino a la reunificación?
España fue de los pocos países que desde el principio expresaron a Kohl su apoyo a la reunificación
R.- España fue de los pocos países que desde el principio expresaron a Kohl su apoyo a la reunificación. Otros países fueron más tibios. Fue muy importante contar con un socio tan cerca de nosotros.
P.- Cuando dice la canciller alemana, Angela Merkel, la primera que creció y se formó en el Este, que el proceso no está completado, ¿a qué se refiere? ¿Cómo interpreta esas palabras?
R.- También tuvimos un presidente de la República Federal, Joachim Gauck, de la RDA.
Coincido con el símil que hizo utilizó en el foro sobre el aniversario del Muro del 23 de octubre en el Goethe-Institut la expresidenta de Letonia, Vaira Vike-Freiberga, dijo que Moisés necesitó 40 años para llevar a su pueblo de Egipto a la Tierra Prometida, a pesar de que normalmente se necesitan pocos días.
Sobre lo que dice la canciller Merkel, hay una cita maravillosa de Ralf Dahrendorf, que fue premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales en 2007. En 1990, Dahrendorf explicó que el cambio político se realizaría en seis meses, el económico, en seis años, y el social, en 60 años. Es a lo que se refiere la canciller. Necesitamos toda una generación para adaptarnos a un cambio tan drástico.
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