"Europa debe prepararse para una guerra potencial, un conflicto a gran escala en el continente ha dejado de ser una fantasía. Rusia amenaza a Europa". No son palabras de un amante de las conspiraciones, sino de Josep Borrell, el Alto Representante para la Política Exterior y de Seguridad de la UE. Países como Finlandia están bien pertrechados con más de 50.000 refugios.
En Polonia, sin embargo, los búnkers existentes datan de la Guerra Fría, cuando el país, parte del bloque soviético, temía un ataque de Estados Unidos y sus aliados. Hay refugios o escondites, concebidos para catástrofes meteorológicas, sobre todo, pero son estaciones de metro o aparcamientos.
Hoy empieza a tomar conciencia de que ha de realizar una gran inversión, al menos unos 3.000 millones de zlotys (unos 700 millones de euros), para adaptar lo que hay y construir nuevas infraestructuras. Solo un 4% de la población polaca tendría plaza en refugios y la mayoría no sabe dónde se ubican.
El refugio de Bielany
En la Guerra Fría los países del Pacto de Varsovia veían factible un ataque de EEUU y sus aliados. Moscú lo creía. De este modo, se construyeron búnkers en las principales ciudades del bloque soviético. Quedan sus vestigios a modo de museo. Son el testimonio de una época que empieza a parecerse a esta.
En Varsovia hay varios. Pero quizá el mejor conservado es el refugio de Bielany, que se ha convertido en la mayor atracción de la Noche de los Museos, que este año se celebra el 18 de mayo. En términos estrictos se denomina "puesto de mando de la defensa civil" y se halla en los sótanos de la sede de ArcelorMittal en Varsovia.
En los años 50 Huta Warszawa, ahora propiedad de ArcelorMittal, era una gran acería estatal que empleaba a unas 10.000 personas. Hoy apenas son 600. De 1957 data este búnker antiatómico, situado en la calle Kasprowicza 132, en el distrito de Bielany. En la actualidad no podría utilizarse por problemas de ventilación.
Son cuatro pisos bajo tierra que suponen un auténtico viaje al pasado. Ewa Szewcyk, responsable de comunicación de ArcelorMittal, reconvertida en guía de este laberinto de cámaras, nos muestra las estacias en las que los directivos de Huta Warszawa se sentían protegidos de la temida Tercera Guerra Mundial.
En esta zona VIP había espacio para 40 personas. Contaban con camas, uniformes de protección, cascos, y equipamiento médico. En todo el complejo había lugar para unas 2.000 personas.
Entonces era Estados Unidos el enemigo que podía lanzar bombas químicas o atómicas. Hoy es Rusia, heredera de la Unión Soviética, quien inquieta a Polonia, y a todos los países más cercanos, como Finlandia, que tiene 1.300 kilómetros de frontera con el agresor de Ucrania y acaba de ingresar en la OTAN, o los Países Bálticos.
En el búnker para los directivos de Huta Warszawa había hasta generador de energía eléctrica. Estaba todo previsto: máscaras antigás y uniformes aislantes, botiquines de emergencia, salas de teléfonos para comunicar con el exterior y una gran sala de operaciones estratégicas. Incluso hay antiguos contadores Geiger. También hay una estancia con camas.
Impresionan las cámaras donde aislarían a quienes pudieran estar afectados por radiaciones. Son tres habitaciones en las que se realizaría el proceso para comprobar el nivel de radiación y tratar de bajarlo.
En un habitáculo que hacía la función de despacho hay un cuaderno con anotaciones donde se registran las pruebas de defensa civil, que se realizaban en la época comunista y las fechas. La última, ya en los noventa, no pudo completarse por falta de personal.
Ahora el refugio solo se visita un día al año, con motivo de la Noche de los Museos. Las entradas se acaban en minutos porque es una de las excursiones más solicitadas. En 2023 disfrutaron de esta incursión en el mundo de la Guerra Fría 220 personas, según consta en la página web de ArcelorMittal.
Otros vestigios
El gobierno y el partido comunista tuvieron su propio refugio. No estaba en el Palacio de la Cultura ni en la sede del Comité Central del Partido, sino en un edificio modernista en Wspólna, diseñado por el arquitecto Marke Leykam. Es hueco por dentro, de modo que en caso de que cayera una bomba o misil se derrumbaba como un castillo de naipes.
Nunca fue probado en condiciones de guerra. En los 90 se ubicaba allí la discoteca Zona Cero. Hoy hay un edificio de oficinas conocido como Ufficio Primo.
Hay edificios de particulares con sus propios refugios, como la casa construida para empleados del Ministerio de Transportes de la calle Bereznska 11. Y también encontramos edificios históricos construidos como refugios como el llamado Búnker de Starzynski, de finales de los años 30, bajo el jardín Krasinski. Son ocho habitaciones con paredes reforzadas con rejas. Nunca se escondió allí el alcalde de Varsovia, Stefan Starzynski.
Los subterráneos históricos pueden cumplir esta función, como el Elizeum en el parque Rydz-Smigly, los fuertes de la Fortaleza de VArsovia.
Prevención, no paranoia
La Varsovia de hoy conoce sus carencias y sabe lo cerca que está la guerra. En las calles de la capital polaca se escucha hablar a constantemente ruso debido a la enorme presencia de refugiados de Ucrania y Bielorrusia. Cuando se habla de la amenaza rusa, no suena a quimera.
El alcalde de Varsovia, Rafał Trzaskowski, recién reelegido en primera vuelta de las municipales, ha anunciado que va a dedicar una partida de 117 millones de zlotis (unos 27 millones de euros) en los próximos dos o tres años para habilitar refugios.
"Tenemos que preparar a la ciudad para todas las crisis potenciales como la pandemia, la migración o la guerra en Ucrania. Varsovia es una ciudad segura. Polonia es un país seguro gracias a que estamos en la OTAN. Pero hemos de adecuar los refugios porque es mejor estar preparados para todos los escenarios. No es una paranoia, es prevención", declaraba Trzaskowski a El Independiente, en vísperas de la convocatoria electoral. Trzaskowski es de Coalición Cívica, como el primer ministro, Donald Tusk.
En la capital de Polonia el servicio de bomberos ha elaborado un mapa para saber qué hay y qué falta. Asimismo se trata de que los ciudadanos sepan dónde tendrían que acudir en caso de emergencia. También se ha hecho a nivel estatal.
La mayoría de los refugios que aparecen son estructuras de protección que podrían utilizarse unas horas en caso de desastres meteorológicos, por ejemplo, como reconoce Michal Domaradzki, jefe del servicio de seguridad de la capital en la prensa local. En la ciudad hay siete millones de metros cuadrados donde sería posible guarecerse en caso de emergencia. Serían unas 2.100 instalaciones.
El metro de Varsovia, sobre todo las estaciones más antiguas, también serían eventuales refugios. En alguna estación, como la de Natolin, donde hay puertas metálicas que se cierran desde dentro con esta finalidad. Son las estaciones entre Kabaty y Raclawicka las que tienen estas esclusas. Otras estaciones brindarían protección solo en caso de ataque convencional.
Pero lo primero que hay que cambiar es la ley. Desde julio de 2004 no hay un concepto de lo que sería un refugio. En principio ha de tratarse de construcciones de cemento de al menos 50 centímetros de espesor. Los refugios en caso de bombardeos han de estar preparados para soportar ataques durante 240 minutos seguidos. De momento, hay tres tipos de instalaciones entre los 235.000 lugares inspeccionados: los refugios (schrony), los lugares donde esconderse (miejsca ukrycia) y los escondites temporales (miejsca dorznego schronienia).
Según la norma, el inventario, el cuidado y la protección de estas estructuras no corresponden a las autoridades locales, pero en Varsovia han querido tomar la iniciativa, como también asumieron responsabilidades en la pandemia o a la hora de acoger refugiados ucranianos tras la invasión rusa del 24 de febrero de 2022.
En toda Polonia el servicio de bomberos ha encontrado espacio para unas 300.000 personas, cuando el país tiene 38 millones habitantes. El gobierno polaco ha empezado a prepararse para "el escenario más oscuro". Finlandia, con protección para 4,8 millones de sus 5,5 millones de habitantes, es un ejemplo. Empezaron en los 60 y los mantuvieron operativos debido a su tensa relación con la URSS. Saben que de su vecino, antes la URSS y ahora Rusia, no se pueden fiar. Polonia es consciente de lo que está en juego.
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