Sin menospreciar el axioma que sabiamente me recordó la responsable de una gestora cuando comencé a trabajar como analista de bancos allá por el año 1998; “chaval, todo puede ir a peor en esta vida”, creo que el entorno operativo del sector bancario difícilmente será tan negativo en el futuro como lo ha sido en los últimos años y, especialmente, desde que el BCE comenzó a aplicar tipos negativos en 2014 (tasa depósito de -0.40% desde diciembre 2015).

Los bancos no van a tener el crecimiento de Amazon, pero merece la pena analizarlos de cara a 2017

Aunque en mi oficio explicar el pasado vale de poco, creo que es necesario mencionar brevemente el calibre de los retos a los que se ha enfrentado el sector bancario en España desde 2007:

Duplicar los requerimientos de capital de máxima calidad CET1 (desde el 5,5% hasta el 11-12% actual); absorber una caída del crédito al sector privado del 31%  entre 2008 y julio de 2016 –el famoso “desapalancamiento”; dotar, vía provisiones, el pinchazo de la burbuja inmobiliaria que, aún hoy, está representada en el balance del sector por 65.000 millones de crédito bruto a promotores (con una mora del 55%) y 85.000 millones de activos adjudicados brutos (sumadas las dos cantidades, representan un 15% del PIB español -esto explica el vía crucis que aún hoy están viviendo algunas entidades como Popular-; y, finalmente, lidiar con tipos de interés negativos (euribor a 3 meses y 12 meses de en -0,30% y -0,07%, respectivamente) que han presionado notablemente el margen financiero (principal fuente de ingresos sectorial) en los últimos 24 meses.

Llegados a este punto, la gran pregunta es: ¿llegó la hora de invertir en bancos? En mi opinión, nos encontramos en un momento de cambio en las condiciones operativas del sector:

  1. Los reguladores se han dado cuenta que los requerimientos de capital ya son lo suficientemente exigentes y que una vuelta de tuerca adicional (Basilea IV) podría tener implicaciones sobre la provisión de crédito a la economía cuando existen dudas sobre la fortaleza de la recuperación económica mundial.
  2.  El propio BCE ha reconocido recientemente que mantener la política de tipos negativos de manera prolongada puede tener efectos colaterales no deseados sobre la estabilidad financiera -vía una ínfima rentabilidad sectorial-. No olvidemos que todos los bancos europeos están abocados a emitir deuda AT1, T2 y MREL en los próximos años.
  3. El ciclo de tipos de interés podría haber comenzado a cambiar. El ECB podría empezar a retirar estímulos monetarios en algún momento del año 2017 como consecuencia de una mejora en las tasas de inflación (¿reducción del QE mensual? ¿subida –aunque testimonial- de la tasa de depósito?). Además, el crecimiento europeo está siendo resistente a pesar del Brexit y es posible que se vea reforzado por nuevos impulsos fiscales. Y, por último, la Reserva Federal –salvo accidente de última hora- volverá a subir tipos en diciembre, lo que supondrá un alivio relativo de las condiciones monetarias de la Eurozona.
  4. El proceso de desapalancamiento que se ha producido en algunas economías como la española desde 2007 podría llegar a su fin en 2017 (un década después…).
  5. El sector está abocado a una concentración que permita racionalizar costes y afrontar la inversión necesaria en digitalización.

En resumen, el sector bancario lleva fuera del radar de los grandes inversores (por razones justificadas) mucho tiempo, su comportamiento en Bolsa ha sido desastroso (caer 34% desde máximos de 2015) por lo que cotiza a múltiplos muy bajos en relación a otros sectores económicos y da la sensación de que las condiciones operativas podrían empezar a mejorar en los próximos meses.

Hombre, los bancos no van a tener el crecimiento de Amazon, pero igual merece la pena dedicarles algo de tiempo de cara a 2017.


Luis Peña, Gestor Spanish Banking Opportunitie de Fidentiis Gestión.