El pasado 21 de junio (cinco días antes de las últimas elecciones generales), el diario Público sacó a la luz una noticia de gran relevancia. Se trataba de un extracto de dos conversaciones, mantenidas el 2 y el 16 de octubre de 2014, entre el titular del Interior, Jorge Fernández Díaz, y el responsable de la Oficina Antifraude de Cataluña, Daniel de Alfonso, en el despacho oficial del ministro.
El Partido Demócrata Catalán (antes Convergència) y el ex alcalde de Barcelona Xavier Trias presentaron una querella por entender que en dichas conversaciones se ponía de manifiesto la elaboración de un plan del Gobierno contra líderes de CDC y ERC a tan sólo un mes del referéndum ilegal del 9-N. Esta semana, el Tribunal Supremo ha decido no admitir a trámite la querella al entender que el delito de conspiración para delinquir no estaba entonces en vigor.
No sabemos si sus sospechas son ciertas, pero lo peor es que seguramente nunca lleguemos a saberlo
Ahora, De Alfonso ha concedido a El Independiente una entrevista de indudable trascendencia. Entre otras cosas, muestra su extrañeza porque el ministro no presentara en su día una querella por revelación de secretos y da por hecho que no se ha llevado a cabo ninguna investigación interna por miedo a que puedan filtrarse otras conversaciones, con él mismo o con otras personas.
Atribuye la filtración de las conversaciones a una guerra policial que tendría como fin una venganza contra el ex Director Adjunto Operativo de la Policía (Eugenio Pino) y apunta a otro comisario (el anterior responsable de Asuntos Internos), Marcelino Martín-Blas, como responsable de la misma.
No sabemos si sus sospechas son ciertas o no. Pero lo peor es que, seguramente, nunca lleguemos a saberlo. Es más, según denuncia el propio ex responsable de la Oficina Antifraude, ha habido algunas investigaciones sobre graves casos de corrupción que habrían quedado frustradas tras su salida del cargo.
¿Cómo aceptar que no se sepa quién ha grabado y filtrado conversaciones en el despacho del ministro del Interior?
¿Cómo es posible que un asunto de tal gravedad se cierre en falso? ¿Cómo aceptar que se hayan podido grabar las conversaciones de un ministro del Interior en su propio despacho y no se sepa quién ha sido el responsable de su grabación y filtración? ¿Cuál ha sido la causa de la salida del Gobierno del propio Fernández Díaz?...
Si no hay respuestas a estas preguntas, se dará pábulo a la tesis de los independentistas: que el Gobierno urdió una operación para involucrar a algunos de sus líderes en falsas tramas de corrupción.
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