El actual presidente de Galicia es, de momento y mientras no aparezca otro en el horizonte, el mejor activo de que dispone el Partido Popular en ese banquillo que no se sabe cuándo se va a mover para que alguno de sus ocupantes salga a jugar como titular. Aceptando siempre que el hoy líder del partido, Mariano Rajoy, no tiene intención conocida de retirarse de la vida política al final de esta legislatura. Dure ésta lo que dure, que eso no se podrá calcular hasta que no se despeje definitivamente quién va a ocupar la Secretaría General del PSOE. Puede incluso que el presidente del PP estuviera dispuesto a volver a presentarse como candidato a la presidencia del Gobierno además de líder del PP en las elecciones de 2020. De manera que todo lo que se diga sobre el futuro es una mera especulación, vaya eso por delante.
Pero no está de más que los partido, todos, dispongan de una segunda fila de alfiles que hayan adquirido experiencia y conocimientos en el oficio de gobernar y demuestren estar suficientemente preparados para la acción de gobierno. Por eso no es gratuito mirar entre los presidentes autonómicos de cada formación política como posibles potenciales sucesores de quien ocupe en cada momento la dirección de sus respectivos partidos y, en su caso, la presidencia del Gobierno de España.
En el caso del PP las figuras descollantes son, por este orden, Alberto Núñez Feijóo y Cristina Cifuentes, mucho mejor situado el presidente gallego, aunque sólo fuera porque ha conseguido la tercera mayoría absoluta en las elecciones gallegas, toda una hazaña. Cifuentes se mantiene en equilibrio en el gobierno de Madrid gracias al apoyo, aunque no sostenido y constante, de Ciudadanos. Ambos pertenecen a una generación de políticos conservadores de un perfil más moderno y más pegado a la realidad social española de hoy y ninguno de los dos esconde sus puntos de vista, al contrario de lo que hacen otros para no molestar a sus mayores o para no ponerse a sí mismos piedras en el camino hacia un futuro prometedor.
Pero no es su tercera mayoría absoluta la mayor cualidad de Núñez Feijóo. Lo cierto es que es un político prudente, un buen gestor y un hombre que no hace del respeto al adversario un mero eslogan para vender en los mítines sino una actitud que pone en práctica con naturalidad, de modo que la acción política se puede observar en su caso despejada de la mayor parte de las brumas de las batallas a muerte a que nos tienen acostumbrados la mayor parte de los gobernantes que ocupan la memoria de los españoles. De hecho, el presidente gallego es uno de los líderes más sólidos que ofrece hoy el panorama político nacional. Él insiste en seguir afirmando que se limita a ser "el presente de Galicia" pero no ignora lo que se piensa en su propio partido y en una buena parte de la sociedad: que, si nada se tuerce en su trayectoria, tiene un futuro brillante dentro del PP.
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