Hubo un tiempo en que las salidas a bolsa o IPOs se recibían con gran expectación y alegría. Los inversores, tanto los institucionales como los minoristas, luchaban por obtener títulos de la mayor parte de las compañías que acudían al mercado.

Estoy hablando obviamente de los años 90 e, incluso, de la primera década de este siglo. Pero la situación desde el año 2008 ha cambiado sustancialmente. Tras la gran crisis de ese año, hubo una larga sequía de operaciones de salida que, últimamente y a medida que la economía se ha ido recuperando, se ha normalizado.

Los estrenos en el parqué de los últimos años han sido un desastre: los vendedores han inflado los precios

Desgraciadamente y salvo honrosas excepciones, los estrenos en el parqué de los últimos años han sido en su mayoría un desastre para los compradores de los mismos. Ha habido una clara tendencia por parte de los bancos de inversión y de los vendedores de estas compañías a intentar maximizar el precio de venta en la salida a bolsa, produciendo caídas importantes en su estreno bursátil.

En la mayoría de los fracasos ha estado por detrás los planes de los fondos de capital riesgo de vender un activo en problemas que compraron durante la gran crisis y que tras limpiarlo y empaquetarlo (y cobrarse una suculenta comisión de gestión y de éxito) se lo encasquetan al mercado con el beneplácito de los susodichos bancos de inversión.

Los compradores han aceptado cualquier cosa que se les ofrecía sin hacer un análisis riguroso

La culpa es también de los compradores, que han estado aceptando cualquier cosa que les ofrecían sin hacer un análisis riguroso del activo. Es hora de que todo el mundo vuelva a su ser y empecemos una vez más a cotizar todos estos activos con un descuento sobre sus comparables cotizados.

Cualquier empresa que venga al mercado debería pasar primero por un periodo de prueba (cotizando con su pertinente descuento) hasta demostrar que el negocio vale la pena en diferentes métricas (gobierno corporativo, expectativas y promesas del negocio).


Álvaro Llanza es gestor de fondo Fidentiis Iberia

Hubo un tiempo en que las salidas a bolsa o IPOs se recibían con gran expectación y alegría. Los inversores, tanto los institucionales como los minoristas, luchaban por obtener títulos de la mayor parte de las compañías que acudían al mercado.

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