Cuando el ministro de Justicia Rafael Catalá le dijo al ex presidente madrileño Ignacio González ahora enchironado "Ojalá se cierren pronto los líos", por “líos” dice Catalá que no se refería a que su amigo Nacho ya hubiera sido imputado por cohecho y blanqueo de capitales junto a su esposa y el empresario Enrique Cerezo. Qué mal pensada es la gente, por favor.
Por lo visto con lo de “líos” se refería, qué sé yo, pues eso, a los líos. Así en general. No era más que el típico mensaje de aliento con el deseo de "buena voluntad" de que España tuviera "pronto estabilidad". Así lo ha explicado el propio Catalá cuando ha sabido que su nombre aparece en el sumario de la Operación Lezo. Y se ha quedado tan ancho.
¿Que un imputado te manda un mensaje de felicitación cuando te nombran ministro de Justicia? Pues lo mínimo, dice Catalá, es agradecérselo con un abrazo y un mensaje de aliento. Porque, ante todo, lo que el Notario Mayor del Reino no quiere perder, ni siquiera en medio de un escándalo cuyas dimensiones amenazan los fundamentos más básicos de la separación de poderes del Estado de Derecho, es la buena educación. Hasta ahí podríamos llegar. Podrá ponerse en tela de juicio la independencia de nuestro sistema judicial, pero nunca los modales del ministro Catalá.
Podrá ponerse en tela de juicio la independencia de nuestro sistema judicial, pero nunca los modales del ministro Catalá
Con todas las escuchas que están saliendo, la tentación sería comparar esto con The Wire, la mítica serie de la HBO cuyo hilo conductor son las intervenciones telefónicas, aunque a medida que vamos conociendo detalles de los tejemanejes de González se vaya acercando más a Los Soprano. Apenas dos días después del mensaje del ministro de Justicia dando su apoyo al ex delfín de la ex lideresa Esperanza Aguirre, éste le dijo a Cerezo: “Aquí qué queda, ¿pegarle dos tiros al juez?”. Claro, que Tony Soprano nunca habría sido tan tonto de decir determinadas cosas por teléfono. Siempre ha habido clases, también entre los mafiosos. Mejor lo dejamos en Torrente.
Y mientras tanto, los únicos sudores que se le ven a Mariano Rajoy son los que le produce hacer ejercicio por las calles y en la cinta de un gimnasio de Sao Paulo. No le inmuta que de tanto caso aislado de su partido que está entrando en prisión vayan a tener que abrirle un módulo al partido en Soto del Real.
Desde la tranquilidad que le da al presidente hablar desde un país aún más corrupto que el nuestro (más de la mitad de los diputados en Brasil tienen causas pendientes con la Justicia) sigue quitándole importancia a la relación entre su partido y la Operación Lezo. Y lo mismo apoya a Catalá tras saberse su SMS a González, que a Juan Ignacio Zoido por el presunto café que el ministro de Interior niega haberse tomado con González cuando éste se lo pidió.
No ayuda a Rajoy que el ex ministro Zaplana discutiera con González cómo influir en su Ministerio de Justicia
No ayuda a Rajoy a mantenerse al margen que el popular ex ministro Eduardo Zaplana, también investigado por el juez Eloy Velasco, haya intercambiado varios mensajes con González sobre la mejor manera de controlar a la Justicia española. Y no se referían estos imputados en sus conversaciones a gobiernos anteriores, ni siquiera al PP de Esperanza Aguirre ahora proscrito. Sino a su presunta influencia en los nombramientos del Ministerio de Justicia como si, por cierto, fuera lo más normal del mundo: "Vamos a ver, yo creo que a ver si podemos colocar el tema del Fiscal Anticorrupción, ¿sabes?", le dice en un audio Zaplana a González. "Y... yo creo que va a ser él. Si sale es cojonudo".
Habrá creído Rajoy que tal vez Catalá no se refería a "los líos" de González. Y que tal vez González no se refería a Catalá cuando dice que va a "llamar a Rafa" para colocar a Manuel Moix al frente de Anticorrupción, algo que terminó ocurriendo. Pero como sigan saliendo SMS se van a quedar los imputados sin excusas de a qué se referían y el presidente del Gobierno sin husos horarios en los que refugiarse.
Por el momento, Carlos Floriano no ha tenido más remedio que admitir que el PP sí que fue informado de que Ignacio González tenía una cuenta en Suiza. No le dieron tanta importancia como para denunciarlo, pero la suficiente para no dejarle ser candidato.
A ver qué hace Rajoy cuando vuelva de las Américas, donde a lo mejor ha aprovechado para comprobar, ya que todo esto ha empezado con los líos del Canal, si en el otro hemisferio de verdad los desagües funcionan al revés. Hasta que aterrice, tanto del viaje como del guindo, el cerco sobre su partido se va estrechando. La Operación Lezo podría convertirse en la gota que colma los escándalos de corrupción en el PP. La semana que viene se votan los Presupuestos y a lo mejor los partidos que iban a apoyarle se lo piensan dos veces con tanto "lío".
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