La cantidad de dinero en efectivo que, como media, lleva en su cartera el ciudadano español en la actualidad es de unos 35 euros. Un dinero en metálico que, además, suele quedar relegado al pago de importes por debajo de los 10 euros y, básicamente, en el entorno del pequeño comercio.

Estas son algunas de las conclusiones de un reciente sondeo de opinión del consumidor español elaborado por la consultora Advanced para Visa. El estudio también arroja que el 59% de los usuarios prefiere pagar con tarjeta y que ésta se utiliza ya en el 54% de los pagos realizados en las compras del día a día por los consumidores en España. De hecho, la gran mayoría de los consultados (84%) asegura no salir nunca de casa sin su tarjeta. Definitivamente, avanzamos hacia el fin del dinero en efectivo.

El año pasado, los análisis del Banco de España mostraron que, por primera vez, el importe de los pagos con tarjeta en comercios (124.406 millones de euros) superó al del efectivo extraído en cajeros automáticos (118.275 millones).Y la opinión del consumidor va en la línea de que la tendencia continúe. Los datos del mencionado informe de Advanced muestran que el 91% de los participantes en el sondeo tiene la percepción clara de que el pago con tarjeta seguirá siendo una tendencia creciente y el 85% observa que cada vez puede utilizarse la tarjeta en un mayor número de establecimientos. Pero, según nuestros datos internos en Visa, España sigue ligeramente por detrás de la Unión Europea en l autilización del pago electrónico. Queda aún camino por recorrer.

Un área importante -y compleja- en la que hemos de trabajar es la gestión de la preferencia atávica que el español, en general, y el de perfil empresario en particular, siente hacia el dinero en efectivo. Nos gusta “contar” el dinero, es algo cultural, emocional incluso, pero no nos paramos a pensar lo caro que resulta ese dinero físico: seguridad en su custodia y transporte, gestión, contabilidad, trastornos y gastos que ocasiona su pérdida o robo…

Claramente, las empresas de medios de pago y las entidades financieras debemos reforzar nuestra labor divulgativa para hacer llegar al mercado las numerosas ventajas del pago electrónico, especialmente entre el colectivo Pyme, responsable de más del 99% del tejido productivo español.

Los pagos electrónicos generan un crecimiento económico y social muy fuerte

Los pagos electrónicos generan un crecimiento económico y social muy fuerte. Entre 2011 y 2015, el incremento de los pagos con tarjeta generó 2,6 millones de empleos en los 70 países estudiados en el informe realizado por Moody's para Visa publicado en marzo del año pasado. El consumo creció un 2,3%, porcentaje del que un 0,01% se explica por un mayor uso de los pagos electrónicos.

Estos datos demuestran que el incremento de las ventas y el uso del pago electrónico tienen un vínculo claro. En este sentido, resulta también muy ilustrativo que, por ejemplo, el 79% de los consumidores españoles encuestados por Advanced consideraría como la situación ideal el poder pagar con tarjeta siempre, en cualquier lugar e independientemente de la cantidad, por pequeña que esta sea; o que el 75% del censo asocia la idea positiva de modernidad e innovación de un establecimiento y de los servicios que proporciona a si en este se puede pagar con tarjeta.

Es, así, fundamental incentivar el uso de los pagos electrónicos y, en este terreno, contar con medidas por parte de la Administración Pública que ayuden a agilizar el progreso hacia la desaparición del dinero en metálico es un imperativo.

La voluntad del legislador y la introducción de incentivos para involucrar a todos los actores implicados son esenciales para potenciar el uso del pago electrónico que, entre otras numerosas aportaciones, estaría la de ser una herramienta clave para luchar contra la economía sumergida y el fraude fiscal: la utilización del dinero en metálico facilita decisivamente el elevado nivel de economía sumergida que existe en España, por encima del 18% del PIB según los últimos análisis del economista Friedrich Schneider realizados a cierre de 2015. Hablamos de una “economía en B” que equivaldría a algo más de 189.000 millones de euros. El pago electrónico, por su trazabilidad y transparencia, es un elemento perfecto para avanzar hacia su erradicación.

El dinero en metálico facilita decisivamente el elevado nivel de economía sumergida

Desde Visa estamos trabajando en un programa de propuestas a la Administración Pública española con el objetivo de avanzar hacia una sociedad sin efectivo. Y lo hacemos planteando medidas que fomenten la participación, la motivación y la divulgación de las ventajas del uso pago electrónico. Siempre desde un enfoque constructivo, con soluciones que premien su uso, como podría ser implementar incentivos fiscales para los pagos electrónicos en comercios.

En Visa tenemos el claro objetivo de acelerar el paso hacia una sociedad sin efectivo. Estamos convencidos de que, en poco tiempo, y con medidas fomentadas por las empresas de medios de pago, las instituciones financieras y las autoridades gubernamentales, las personas optarán única y exclusivamente por el pago con métodos electrónicos.

Algo perfectamente factible si tenemos en cuenta que, según nuestro último estudio sobre El futuro del comercio, España es el país europeo mejor preparado para integrar las nuevas tecnologías y responder a la demanda de los consumidores, que cada día exigen experiencias de compra más personalizadas. Más de ocho de cada diez españoles tiene un smartphone, y son activos con regularidad en las redes sociales (82%), lo que convierte a nuestro país en el hábitat ideal para la adopción de la nueva experiencia de compras impulsada por el mundo digital.


Carmen Alonso es directora general de Visa en España

La cantidad de dinero en efectivo que, como media, lleva en su cartera el ciudadano español en la actualidad es de unos 35 euros. Un dinero en metálico que, además, suele quedar relegado al pago de importes por debajo de los 10 euros y, básicamente, en el entorno del pequeño comercio.

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