El conflicto entre Qatar y sus vecinos (Arabia Saudí, Egipto, Emiratos Árabes Unidos y Bahréin) introduce un nuevo elemento de incertidumbre al Oriente Medio, a la OPEP y a los mercados de petróleo y gas. Las ramificaciones de esta decisión trascienden lo puramente político y afectan lo social y económico.
La importancia de Qatar dentro de la OPEP puede ser vista como marginal pues, a pesar de ser el cuarto productor mundial de gas natural (dry gas) y el mayor productor de gas natural licuado (GNL), es el productor número 17 del mundo. Aunque Qatar ha sido miembro de la OPEP desde 1961, es también el segundo miembro más pequeño de la organización con reservas probadas de 25.700 millones de barriles de petróleo crudo. Qatar produjo 2,1 millones de barriles de petróleo en 2016.
Sin embargo la influencia de Qatar en los affaire regionales es resonante y efectiva. Por una parte posee el medio de comunicación de televisión más importante e influyente del mundo árabe: Aljazeera. Su patrocinio de la Hermandad Musulmana de Egipto, de los rebeldes de la región Sudanesa de Darfur, de los Talibán de Afganistán y de los Hamas de Gaza le colocan como un país díscolo que, por una parte, presta su territorio a la mayor base americana de la zona y, por otra, instiga a los grupos que desean transformar el mundo árabe en lo que parecía ser el destino de La Primavera Árabe.
Por ello, Arabia Saudí, Egipto y su enemigo regional, Emiratos Árabes Unidos, con el guiño de Trump, han decidido hacerle la guerra fría y aislarle de los mercados que sustentan sus voluminosas arcas. Han escogido un momento que aprovecha dos situaciones adversas de Qatar: su situación económica débil (Qatar registrará su primer déficit presupuestario en 15 años en 2016) y que las proyecciones de los precios promedio del petróleo son de 48 dólares, en comparación con sus propias estimaciones presupuestarias de 65 dólares por barril.
Las recientes revelaciones de que Qatar pago 1.000 millones de dólares por la liberación de miembros de la familia real secuestrados durante un viaje de caza en Irak fueron uno de los detonantes de la dramática decisión de los estados árabes de cortar los lazos con el gobierno Doha. “Es una de las formas como Qatar financia los yihadistas”, dijo una persona cercana a la mediación al Financial Times. “Esto fue pagado tanto a las personajes iraníes como a las milicias chiítas regionales que apoyan a Al-Qaeda.” Para los socios del Consejo de Cooperación del Golfo, esto colma los agravios de Qatar. El hecho de que Doha haya pagado a su principal rival regional, Irán, para seguir alimentando los conflictos en el mundo árabe Sunita, fue la gota que rebosaba la copa.
El impacto en los precios
Ante esto muchos se preguntan: ¿qué repercusiones económicas puede traer este evento? y ¿cómo evolucionará el precio del petróleo durante los próximos meses? La caída de los precios tras el anuncio de la prórroga de nueve meses del 25 de mayo es el resultado de una falta de confianza en la capacidad del cártel de controlar el mercado; no de los conflictos internos entre sus miembros.
Además de las ya conocidas teorías de conspiración, lo claro es que el cártel se ha tornado irrelevante y no hay quien –salvo Arabia Saudí– pueda afectar el precio en un mercado con mucho exceso de oferta, un enemigo como el shale oil americano capaz de contrarrestar cualquier corte y un mercado financiero internacional de futuros más activo y perverso para OPEP que nunca. El resultado estéril de los saudíes para convencer a otros miembros de la OPEP de aceptar un régimen de cuotas más estrictas, impulsado por el temor de que los precios se resbale aún más, además de la incapacidad de otros para cortar producción, será lo que mantendrá los precios entre 48 y 55 dólares durante los próximos meses. Arabia Saudí ya ha reiterado que "todos en la cama o todos en el suelo"; no será el único en sacrificar sus ingresos y cuota de mercado.
Sólo un recorte importante de los saudíes podría marcar una diferencia real y no hay indicios de que estén dispuestos a sacrificar aún más ingresos para lograrlo. La realidad es que se ha perdido el poder de cualquier grupo de países para controlar el mercado global del petróleo. Hay demasiados proveedores para que un cártel con el 30% de la producción funcione como tal.
Hay demasiados proveedores para que funcione un cártel con el 30% de la producción
En el corto y mediano plazo, el suministro de petróleo parece fuerte e inexorable. Nuevos campos siguen aflorando en áreas como el Mar del Norte, Brasil y África y no hay aumento evidente en la demanda. La caída de los precios durante la última semana está motivada por la anarquía de Irán, Nigeria, Libia, Angola y Venezuela a la hora de respetar cualquier acuerdo en un contexto de abundantes flujos de crudo e inventarios de petróleo.
A más largo plazo, el análisis es más complicado. Pero casi todos los analistas de la industria y del mercado financiero creen que los precios permanecen bajos en el largo plazo.
El efecto Trump
Finalmente, ¿cómo afectará al mercado petrolero la decisión de Trump de retirar a Estados Unidos del Acuerdo de París para combatir el calentamiento global? ¿Hasta qué punto esta decisión impactará en el precio del barril?
Con el fin de mantener el aumento de la temperatura media mundial por debajo de los 2 grados Celsius y evitar así la peor perturbación climática que la raza humana haya experimentado, será necesario mantener más del 80% de las reservas de carbón existentes en el suelo, sin explotar, y lo mismo será necesario hacer para más del 75% del petróleo y el 50% de las reservas de gas natural.
Nada de eso podrá hacer Trump, aunque lo quisiera. Primero, porque las políticas del gobierno americano son más débiles que las fuerzas del mercado mundial y, segundo, porque en Estados Unidos, son los Estados, no el gobierno federal, quien en ultimas decide las acciones medioambientales. Y ya son 27 Estados los que han iniciado tales acciones relacionadas con CCS (secuestro y captura de carbono), carbón limpio, impulso a las renovables y estímulos al vehículo eléctrico.
Donde Trump podría tener un efecto negativo acerca de las acciones por detener el cambio climático sería en lo referente a la posibilidad de imponer un precio (un impuesto) a las emisiones de carbono. O en disminuir la financiación a la innovación tecnológica para producir fuentes de energía no intermitentes y sin carbono que cuesten menos que el carbón y el gas natural.
El progreso en las renovables es tan rápido que las decisiones de Trump no importarán
El progreso tecnológico en las energías renovables es tan rápido que las decisiones políticas de la administración Trump no importarán: la sola economía impulsará la necesaria descarbonización de las economías. Aunque esto parezca inverosímil, los incentivos y otras intervenciones siguen teniendo más importancia que las objeciones políticas y obstáculos geopolíticos.
Las decisiones de inversión de los Estados americanos y la inoperancia de OPEP tienen un efecto duradero. Las posturas de Trump y el rechazo a Qatar son pasajeros. Solo la infraestructura institucional que construyamos hoy consistente con los principios de la economía dará forma al uso y justo precio de la energía por décadas.
Rodrigo Villamizar Alvargonzález es profesor del IEB y de la Universidad de San Diego. Fue ministro de Energía de Colombia y embajador en Japón
El conflicto entre Qatar y sus vecinos (Arabia Saudí, Egipto, Emiratos Árabes Unidos y Bahréin) introduce un nuevo elemento de incertidumbre al Oriente Medio, a la OPEP y a los mercados de petróleo y gas. Las ramificaciones de esta decisión trascienden lo puramente político y afectan lo social y económico.
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