Tendemos a recordar lo más intenso, lo que más daño nos ha hecho o lo que más felicidad nos ha proporcionado. Nuestra mente es capaz de quedarse con lo importante, dejando a un lado los cientos de viajes en metro para ir al trabajo o todas las veces que te has preparado el desayuno. Aumenta su capacidad de almacenaje cuando ocurren cosas inesperadas, diferentes, inoportunas.
Jim Carrey se mete en el papel de un hombre abandonado en la película Olvídate de mí, en la que su ex novia ha decidido borrarle para siempre a través de un tratamiento que permite eliminar los recuerdos incómodos. Hacer desaparecer a las personas que sabes que ya no volverán a tu vida.
Como el que se toma un antigripal para curar un mal catarro"
Tras comprobar que su ex novia, interpretada por Kate Winslet, no lo reconoce, decide someterse al mismo procedimiento. Acaban los dos siendo desconocidos gracias a un tratamiento de apenas unos cientos de dólares. Como el que se toma un antigripal para curar un mal catarro.
La película es un jaleo fantástico porque el tratamiento no borra sólo lo malo, también los mejores recuerdos de la vida que tuvieron juntos. Ambos se vuelven a encontrar y se tratan como auténticos desconocidos gracias también a la ayuda de sus amigos, que han recibido órdenes de no contar nada para que el efecto sea el deseado: el olvido irreversible.
Ahora esta película de Michel Gondry podría dejar de ser ciencia ficción. Hace unas semanas, un grupo de científicos publicó en la revista Current Biology que podría ser posible borrar determinados recuerdos. Hablaban, sobre todo, de los traumáticos, de aquellos que nos dejan hechos trizas durante toda la vida, de esos que requieren demasiado tiempo de terapia para poder superarlos. De la pérdida de un hijo, de una violación, de hechos de los que a duras penas se puede sacar algo positivo.
¿Qué pasaría si no sólo eliminásemos lo realmente traumático?"
Lo han descubierto a través de una babosa, en la que al parecer se puede ver con más precisión cómo se acumulan los recuerdos. Cómo, si has sido víctima de una paliza, recordarás tanto la paliza como lo que ocurrió minutos antes. Porque tu cerebro tiene un sistema que guarda toda esa información para que, si vuelves a ver los mismos indicios, huyas despavorido.
¿Qué pasaría si no sólo eliminásemos lo realmente traumático? ¿Y si empezamos a borrar recuerdos que nos son, simplemente, incómodos? Por ejemplo borrásemos de nuestra cabeza a ese ex que nos dejó colgados sin pensar en que todo recuerdo malo va parejo a uno grandioso.
Cuando los protagonista de esta cinta se vuelven a ver ocurre algo. Como si, por mucho que hubieran borrado, el poso fuera indestructible. La atracción es instantánea. La afinidad, brutal. Y comienzan a sospechar; se dan cuenta de que se han eliminado y se preguntan por qué ahora, entre ellos, todo es maravilloso. Y se van, por miedo. Huyen al pensar que si tuvieron que abandonarse para siempre, si fueron capaces de hacer algo tan drástico, debían de haber sufrido demasiado.
Y fin. No hay más vuelta de tuerca. La vida es eso, un constante pasar página y parece que en poco tiempo lo haremos en una sola sesión; como si guardar a alguien que ya no está fuese más negativo que nostálgico. Como si, con el tiempo, no nos saliese esa sonrisa en la cara aunque todo acabase a gritos y desplantes. Como si los errores no nos enseñaran a movernos con más elegancia.
Al final la ignorancia parece dar la felicidad.
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