No era el día más adecuado para su presentación en sociedad parlamentaria. Margarita Robles se estrenó esta semana como portavoz del grupo socialista y hay que reconocer que no tuvo suerte. Todos sabíamos, y ella también, que la convocatoria fuera del periodo normal de sesiones de un pleno extraordinario para tratar de la corrupción del PP en un momento en que el país estaba sobrecogido por los atentados en Cataluña y extraordinariamente inquieto por lo que pueda suceder de aquí a un mes en esa comunidad autónoma hacía de ese Pleno un acto extemporáneo y fuera de onda.
Pero las habituales prisas de Podemos sumadas la amable inclinación de este nuevo PSOE por atender y respaldar las iniciativas del partido morado aunque, como en este caso, no le parezcan el colmo de la oportunidad, dieron como resultado la sesión del pasado miércoles en la que Robles tomaba la alternativa. No era su primera actuación parlamentaria, era la segunda, pero la anterior se limitó a formular una pregunta al Gobierno en la sesión de control, de modo que podemos decir que, por primera vez, Margarita Robles, diputada independiente, se medía no sólo ante el presidente del Gobierno sino también, y sobre todo, ante su propio grupo.
A Margarita Robles le puede faltar experiencia parlamentaria, pero le sobra por arrobas capacidad, formación jurídica y honestidad
Y esto es lo importante para ella y también para empezar a calibrar el papel que conseguirá jugar en el futuro dentro del Partido Socialista. A Margarita Robles le puede faltar experiencia parlamentaria, de hecho le falta y eso es algo que se vio con claridad el miércoles pasado.
Pero lo que no le falta sino al contrario, le sobra por arrobas, es capacidad, formación jurídica, de la que tan necesitado está el grupo socialista para los tiempos que se avecinan, capacidad de trabajo, fuerza de voluntad y una honestidad, intelectual y de la otra, a prueba de terremotos. Cuenta, por lo tanto, con muchos más ingredientes que la mayoría de sus señorías para llegar a hacer un gran papel dentro del Partido Socialista. Pero tiene una difícil tarea por delante, cuyo primer capítulo es, sin duda, hacerse con el grupo parlamentario que, digámoslo claramente, no vibra de entusiasmo ante su nueva portavoz.
Los diputados de la vieja escuela no la quieren, entre otras cosas porque Robles fue responsable en primera fila de la batalla interna que se libró en el Gobierno al que ella pertenecía para desmontar la estructura del GAL, una tarea que produjo muchos "daños colaterales" por decirlo de una manera eufemística y que dio con algunos viejos militantes socialistas en la cárcel, en el descrédito y el deshonor. Una acción que le honra pero que le concitó en su día el odio africano de una buena parte del PSOE.
Los diputados de la vieja escuela no la quieren porque fue responsable de la batalla interna que se libró en su Gobierno para desmontar el GAL
Por lo que se refiere a los diputados de las nuevas generaciones no tienen nada específico contra ella pero tampoco a favor porque, para empezar, no es miembro del partido y porque cayó en paracaídas como número dos en la lista por Madrid en las pasadas elecciones por decisión personal y directísima de Pedro Sánchez.
Y ni qué decir tiene que los sectores ahora llamados críticos o susanistas la consideraron en su día una traidora de las de libro porque fue una de los 15 diputados socialistas que rompieron la disciplina de voto y votaron no en la investidura de Mariano Rajoy.
Con todos estos elementos, vivos y coleando dentro del grupo parlamentario, sólo el buen hacer a lo largo de la legislatura de la nueva portavoz será capaz de aunar en torno a sí el apoyo y el entusiasmo que estuvieron claramente ausentes con motivo de su estreno parlamentario. Porque, por más que ella aprecie lo mucho que fue respaldada por los suyos -también hay que decir que es de un optimismo irredento-, quienes asistimos a la sesión pudimos comprobar cómo a algunos, a bastantes, de los diputados de la bancada izquierda hubo que levantarlos de sus escaños casi con grúa para recibirla con aplausos y de pie cuando Margarita Robles terminó su intervención y regresó a su asiento. Pero eso no es una situación que vaya necesariamente que prolongarse en el tiempo. Todo dependerá de cómo sepa torear en la tribuna y también y especialmente fuera de ella.
A bastantes diputados de la bancada izquierda hubo que levantarlos de sus escaños casi con grúa para recibirla con aplausos y de pie cuando terminó
La nueva portavoz del PSOE tiene enfrente como adversario a un político con una larguísima experiencia y con una reconocida habilidad argumentativa y afilada oratoria. No es Mariano Rajoy un contrincante fácil, pero es a él a quien tendrá que enfrentarse una y otra vez a lo largo de esta legislatura.
Robles es nueva en estas lides y carga, por lo tanto, con un punto inevitable de ingenuidad parlamentaria de la que le urge deshacerse cuanto antes. Pero como es nueva pero no tonta, sino muy inteligente, podemos prever que se convertirá en una eficaz y sólida voz que devolverá al PSOE su papel, durante un tiempo perdido, de partido solvente y creíble como alternativa de gobierno que un día fue. Larga tarea y honda responsabilidad tiene por delante.
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