La cena de Oriol Junqueras y Pablo Iglesias en casa del empresario Jaume Roures (27 de agosto) despertó excesivas expectativas sobre un pacto ERC/Podemos, cuya primera fase se concretaría en gobierno de coalición tras unas eventuales elecciones anticipadas en Cataluña, para después, en una segunda y definitiva vuelta, plasmarse en una moción de censura en el Congreso, apoyada por la izquierda y los independentistas, que encaramaría a Pedro Sánchez al Palacio de la Moncloa.
Al líder de Podemos le interesa el dibujo. Con él se quita de encima al incómodo Dante Fachin (Podem), le deja el terreno libre en Cataluña a Ada Colau y Xavier Domènech (Catalunya en Comú), consolidando un gran bloque de izquierdas/independentistas en Cataluña con fuerza suficiente como para llevar a la Generalitat a Junqueras, y, después, ponerle en bandeja al secretario general del PSOE una mayoría en el Congreso capaz de derribar a Rajoy. Muy al estilo de Juego de Tronos.
Pero una cosa es lo que le interesa a Iglesias y otra muy distinta es lo que le interesa a Junqueras. Sí, tanto ellos dos como Colau quieren echar al PP del gobierno, pero luego, cada uno por su lado, saca cuentas a ver qué saca de esa operación de laboratorio. Es decir, ¿cómo se reparte el botín?
Una fuente bien informada de Barcelona me comenta: "En Madrid hay una obsesión con el bloque de izquierdas en Cataluña, con el acuerdo de los comunes y ERC. Una vez más, no ven la realidad. La partida en Cataluña ahora se juega entre el independentismo y el unionismo y no entre la izquierda y la derecha. Si ERC logra sumar mayoría absoluta con el PDeCAT no te quepa duda que habrá un gobierno soberanista en Cataluña".
El vector que decidirá el ganador de las próximas elecciones catalanas será el de independentismo y unionismo
Si Junqueras pactara con los comunes, una parte de su electorado, la más independentista, lo vería como una traición. La ambigüedad de Colau en torno al 1-O no acaba de gustar a esa facción irredenta del soberanismo. Por otro lado, a Junqueras, después de todo el esfuerzo para levantar una república catalana, que ha rentabilizado en las encuestas de manera notable, hasta situar a ERC como el partido hegemónico en Cataluña, dar la mano a un movimiento netamente izquierdista como Catalunya en Comú no haría sino crearle complicaciones a la hora de fijar la agenda de su gobierno de coalición (siempre en caso de que ERC y los comunes sumasen más de 68 escaños).
Una fuente del PDeCAT me ratificó la idea de que, si se convocan elecciones anticipadas tras el 1-O, ya no se repetirá la fórmula JxSí, pero sí la disposición del partido nacionalista heredero de CiU a alcanzar un acuerdo de gobierno con ERC para forzar "a Madrid a negociar la realización de un referéndum con todas las garantías de legalidad".
El líder de ERC prefiere gobernar con el PDeCAT que con Colau... si el partido de Artur Mas no se hunde
La clave, por tanto, está en los números. Si ERC logra alrededor del 30% de los votos -porcentaje que le dan algunas encuestas- necesitaría que el PDeCAT registrara, al menos, un 15% para tener asegurada la mayoría absoluta. Entre las dos formaciones deberían sumar unos dos millones de votos. JxSí consiguió 1,6 millones en 2015 y obtuvo 62 escaños, quedándose a 6 de la mayoría absoluta, lo que obligó a la coalición al pacto suicida con la CUP (10 escaños).
Según la citada fuente del PDeCAT, las estimaciones internas de dicho partido reflejan una recuperación de la mano de su compromiso firme con el 1-O, de tal forma que podría aspirar a tener entre 20 y 25 escaños en el Parlament. Si ERC obtiene 50 escaños, los números le saldrían a Junqueras para formar un gobierno independentista sin depender ni de la CUP ni de los comunes.
Si se celebran elecciones anticipadas, tras un pulso sin precedentes de la Generalitat con el Estado de cara al 1º de octubre, la campaña electoral girará indudablemente en torno a la independencia. Si ese es el debate, los comunes tratarán de nuevo de nadar y guardar la ropa, como ha hecho Colau hasta ahora. Con un perfil bajo en la cuestión esencial no es muy probable que Catalunya en Comú obtenga un resultado muy brillante.
Si se celebran elecciones anticipadas, la campaña girará en torno a la independencia y los comunes tratarán de nadar y guardar la ropa
Lo que ocurrió con En Comú Podem en las elecciones generales de 2016 (donde obtuvo 12 escaños y se convirtió en la primera fuerza en Cataluña) puede ser engañoso. De hecho, la marca catalana de Podemos (CSQP) registró un modesto resultado en los comicios autonómicos de 2015: 11 escaños, los mismos que el PP. En Cataluña nunca se ha votado igual en unas elecciones generales y en unas autonómicas.
Cuanto más se hable de independencia, menos posibilidades de subir tendrán los comunes ¿Renunciará Junqueras a convertirse en el primer presidente de la Generalitat con un gobierno netamente independentista que tenga como primera y única meta arrebatarle a Madrid el referéndum de autodeterminación? Desde luego que no. Si el PDeCAT no se hunde, esa será su prioridad. Y por esa razón, el líder de ERC hará todo lo posible para dar oxígeno a su futuro aliado.
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