Escribo estas líneas unos días antes del 1-O obligado por los acontecimientos. He manifestado algunas veces mi desinterés, incluso podríamos decir que aversión, por la política. No me aporta nada, y, aunque es evidente que nos afecta a todos, bajo el prisma de alguien que ha nacido en democracia lo tomo como un mal menor necesario. No obstante, que no me interese no significa que yo sea una persona equidistante, lo que pasa es que mi ideología se queda en ser un firme defensor del libre albedrío, que el estado ejerza como un proveedor de ciertos servicios básicos y que ayude a compensar los desequilibrios sociales en términos de riqueza.
Sin embargo, lo que está ocurriendo en Cataluña trasciende la política, es un problema de un calado enorme y uno no puede permanecer impasible. No está claro lo que quieren los ultras independentistas o los radicales bolivarianos que los apoyan, si acabar con Rajoy, con la Constitución u obtener la independencia de España.
Parto de la base de que soy muy respetuoso con los sentimientos de cada uno, y, puedo entender perfectamente que los nacidos en Cataluña, Asturias o Burgos no se sientan españoles, faltaría más. Pero lo que no acabo de entender es que personas con un mínimo de inteligencia no se den cuenta de la manipulación que están sufriendo. La cantinela del España nos roba, la tergiversación de la historia o la idea de la inmediata incorporación de una Cataluña independiente a la Unión Europea.
Es complicado hablar de democracia cuando se conculcan los derechos de los del otro lado
Me pone malo ver cómo gente supuestamente inteligente habla de que la votación es una cuestión de democracia. ¿Democracia? Es complicado utilizar esa palabra cuando se han conculcado los derechos y las opiniones de los que están del otro lado, exactamente igual que haría un estado nazi.
Lo que peor llevo es eso de las comunidades históricas, ¿Cataluña es una comunidad histórica y Aragón no? ¿El País Vasco es comunidad histórica y Asturias o León o Castilla no? Venga hombre, no nos tomen el pelo. Aun así, entiendo que los ciudadanos de Béjar, de Tarragona o de Cádiz quieran ser independientes, pero para serlo tendrán que seguir los cauces que marca la ley. Y si no les gusta, que intenten cambiar la ley por los cauces reglamentarios, no saltársela. Pero, claro, eso lleva mucho más tiempo.
Lo primero que habría que cambiar es ese artículo de la Constitución que dice que todos los españoles somos iguales ante la ley. Es mentira, y lo es a todos los niveles, desde fiscales a competenciales.
Los gobiernos no están interesados en una sociedad ilustrada porque ésta acaba aniquilándolos decía Thomas Bernhard. Muchas veces da igual que la sociedad sea ilustrada o no, porque los individuos acaban creyendo lo que quieren creer. Hay que buscar culpables y si te centras en un asunto de identidad ya tienes a alguien a quién culpar de tus problemas.
El principio de todo esto fue la transferencia de la competencia de educación a las Comunidades Autónomas, y el desenlace no lo conocemos, pero no encuentro ninguna razón para ser optimista. Puede ser que se frene la votación del 1-O, puede que haya una salida con el gobierno catalán, negociada o forzada, pero estamos en un camino sin retorno, y, en el medio plazo, acabará en independencia de Cataluña. La sociedad está adoctrinada en el odio hacia España y lo español y eso no puede nada más que ir a peor.
Estamos en un camino sin retorno que acabará en independencia de Cataluña
Siento ser el enésimo que escribe sobre este conflicto y seguro que además de estar más informados muchos otros tienen una formación infinitamente superior a la mía en temas jurídicos o de ordenamiento constitucional, pero creo que puedo hablar en nombre de un montón de gente que están hartos y gritarían: ¡basta ya!
En un momento en el que se avanza hacia la integración, un mundo con menos fronteras y más global, España se desangra, se rompe, porque después de los catalanes seguro que vienen otros. Que no nos engañen, los efectos económicos de la separación serán devastadores para Cataluña, pero también para el resto de España. Suerte.
Kike González es exdirector de Renta Variable de Ahorro Corporación
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