El presidente de la Generalitat ha hablado como si fuera ya el presidente de la república catalana. Aunque sus primeras palabras las ha dedicado a sus "compatriotas", para animarles a seguir por el camino "ya marcado" de la independencia y para insuflarles ánimos, en realidad, el mensaje de Puigdemont iba dirigido al Rey de España.
Con la obsesión simbólica que caracteriza al independentismo, el presidente del gobierno catalán ha elegido la misma hora que Felipe VI para hacer su declaración, en un escenario cuidado y sobrio, sin otro fin que contestar al duro mensaje de Su Majestad.
De tú a tú, Puigdemont le ha dicho al Rey de España: "Así no". Ha acusado a Felipe VI de asumir el lenguaje de Rajoy y le ha reprochado haber perdido la oportunidad de dirigirse "a todos los ciudadanos".
El presidente de la Generalitat, que ha llevado a Cataluña al borde del abismo, que ha provocado una fractura social que costará años superar, que se ha colocado al margen de la ley, descalificó al Rey por no haber aceptado las ofertas de mediación que hay sobre la mesa. E incluso le afeó el que no hubiera tenido el detalle de hablar con él.
El presidente de la Generalitat quiso ponerse a la misma altura que Felipe VI. Cataluña no se merece un presidente como Puigdemont
Mientras apeló al diálogo y al comportamiento pacífico, Puigdemont no cedió ni un centímetro en su desafío al Estado de Derecho, que se sustenta, como demostró la jornada de huelga del martes, en presiones a los ciudadanos que quisieron ir a trabajar y en hacer la vista gorda ante los piquetes que cortaron carreteras y cerraron establecimientos a la fuerza.
A Dios rogando y con el mazo dando. De nuevo, Puigdemont nos ofreció su cara más amable para no decir nada relevante. ¿Cómo puede aspirar a que Rajoy o el mismo Rey de España acepten sentarse en una mesa de igual a igual para que un tercero, sea un representante de la UE o de la Iglesia, dirima sobre la organización del Estado español?
El presidente de la Generalitat vuelve a ignorar que la soberanía reside en el pueblo y que nadie, ni Rajoy, ni el mismo Rey, puede decidir por su cuenta la desmembración del Estado.
Mensaje pues para consumo interno, para dar fuerzas a los suyos y para que no se arruguen tras el duro discurso del Rey, que aseveró que en Cataluña se cumplirá la ley.
Esfuerzo inútil y un tanto patético el tratar de aparentar una altura de la que carece. Cataluña no se merece un presidente como Puigdemont.
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